Día Internacional de los Derechos Animales

Día Internacional de los Derechos Animales

10 Dic 2022

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El 10 de diciembre es el Día Internacional de los Derechos Animales. En la misma fecha también se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos. Explicamos brevemente a continuación la relación entre estas dos conmemoraciones.

Sabemos que, en general, en nuestra sociedad no se suelen tener en cuenta los intereses de los demás animales. Los utilizamos a nuestro antojo para todo tipo de fines, y les negamos ayuda cuando son víctimas de cualquier desgracia, accidentes o enfermedades. Son víctimas del especismo, la discriminación que sufren los animales por parte de los seres humanos, de la misma manera que ciertos grupos de seres humanos sufren otras discriminaciones, como el racismo, el sexismo o la homofobia. Sin embargo, igual que los seres humanos, los animales tienen la capacidad de sufrir y verse afectados por lo que les pase. Por lo tanto, necesitan que se defiendan sus derechos, tanto a un nivel ético como legal. Esto es lo que se reivindica en el Día Internacional de los Derechos Animales, de la misma manera que se reivindican los derechos humanos en la misma fecha.

Desde la creación del Día Internacional de los Derechos Animales, año tras año, organizaciones de todo el mundo organizan eventos de todo tipo, para reivindicar respeto para los animales no humanos.

En Ética Animal queremos reivindicar también este día, dentro de nuestro activismo en defensa de los animales y por el fin del especismo. En nuestros canales de YouTube puedes ver diversas charlas que publicamos otros años. En esta ocasión queremos aprovechar para dar un repaso rápido y sencillo a los conceptos fundamentales que defendemos desde Ética Animal.

Especismo

Como ya mucha gente sabe, el especismo es una discriminación no justificada de determinados seres por no pertenecer a una determinada especie. Decimos “no justificada” porque, aunque quienes defienden el especismo dan razones y argumentos para ello, estas razones se refutan con facilidad. Por ejemplo, muchas veces se dice que los animales no merecen tanto respeto porque son menos inteligentes que los seres humanos, no son tan poderosos, o no tienen una condición especial que, supuestamente, sí tenemos los seres humanos. Sin embargo, muchos seres humanos tampoco tienen estas cualidades. Según este principio, también se les podría discriminar, podríamos utilizarlos como alimento, o encerrarlos en zoos. Este panorama no nos parece en absoluto adecuado. Sabemos que, si hacemos esto, estas personas se verían muy perjudicadas, sufrirían enormemente. Por los mismos motivos, tampoco debemos hacérselo a los animales. Puedes ver aquí diferentes argumentos contra estas justificaciones del especismo.

El término especismo lo acuñó el filósofo Richard Ryder en 1970. Desde Ética Animal consideramos fundamental dar a conocer esta discriminación, especialmente poniéndole nombre, porque es un problema que afecta a billones de animales. De hecho, se trata de la discriminación que más víctimas provoca en el mundo. Por lo tanto, debemos entender muy bien qué es el especismo para poder combatirlo de forma más efectiva.

Sintiencia

La sintiencia es la capacidad de tener experiencias. No es la mera capacidad de percibir estímulos, como puede suceder con los seres vivos vegetales, sino que los seres sintientes, además de estar vivos, son capaces de transformar estos estímulos en experiencias, es decir, sienten. Por lo tanto, es muy importante que podamos distinguir entre “ser vivo” y “ser sintiente”. No son lo mismo.

Mucha gente cree que los animales de especies distintas a la nuestra no pueden realmente sentir, o no tienen consciencia del mundo que les rodea. Afortunadamente, esta idea cada vez es menos popular gracias a la evidencia científica. Pero ¿por qué sabemos que los animales no humanos pueden sufrir y disfrutar?

Una de las cosas en las que podemos fijarnos para saber si los animales pueden sentir es en su fisiología. No sufrimos y disfrutamos por arte de magia, por alguna capacidad misteriosa que no podemos explicar. Podemos sufrir y disfrutar porque tenemos una estructura fisiológica que lo permite. Esta estructura consiste en un sistema nervioso centralizado, mediante el cual no solo recibimos estímulos, sino que tenemos la experiencia que provocan esos estímulos. No solo los seres humanos poseen un sistema nervioso. También muchos otros animales lo poseen. Esto ocurre tanto en el caso de todos los vertebrados como en el de muchos invertebrados.

Por lo tanto, la sintiencia es lo que hace que alguien pueda sufrir perjuicios o beneficios por lo que le ocurre. Y esto hace que merezca que se le considere moralmente, es decir, que no le hagan daño, y que reciba ayuda cuando lo necesita. El color de piel, el estatus social o la especie no son las cualidades en las que debemos fijarnos para medir el respeto que damos a otros.

Defensa de los animales y defensa del medio ambiente

Defender especies, como defender ecosistemas, no es es lo mismo que defender a los animales que viven en ese ecosistema. Las campañas en defensa del medio ambiente en ocasiones muestran a animales víctimas de daños ecológicos. Esto puede hacernos pensar que un movimiento ecologista defiende a cada uno de esos animales como individuos. Sin embargo, no es así. Basta mirar el contenido este tipo de campañas para ver que su mensaje se centra en globalidades como las especies, no en los individuos sintientes, con independencia del papel que tengan dentro de un ecosistema.

Una forma de entender bien la diferencia entre la defensa de los animales y el ecologismo es imaginar situaciones posibles en el mundo, una historia posible. A lo hora de evaluar lo buena o mala que es esa situción, desde la defensa de los animales y desde el ecologismo se tendrían criterios muy diferentes. Desde la defensa de los animales se estudiaría cuál es el balance de sufrimiento y disfrute de los seres sintientes que viven en esa situación. En cambio, desde el ecologismo se valoraría si se preservan o no determinadas entidades no sintientes, como los ecosistemas o las especies, aunque esa situación pudiera ser mucho peor para los seres sintientes afectados.

Ahora vamos a hablar un poco más de la importancia de imaginar situaciones posibles del mundo a lo largo de la historia.

Largoplacismo

Supongamos que podemos comparar dos historias de todo lo que va a suceder desde este mismo instante hasta el final de los tiempos. Lo que ocurra dependerá de las vías de acción que decidamos seguir. Si nuestro objetivo es hacer del mundo el mejor lugar posible, lo que tenemos que saber es cuál de las dos vías de acción tendría un mejor resultado para los seres sintientes.

Esto nos hace plantearnos qué es lo mejor que podemos hacer a largo plazo. Sin embargo, por lo general nos preocupamos más por el presente o el futuro cercano que por lo que pueda pasar en un futuro lejano. Esto también afecta al trabajo por los animales. A menudo nos centramos más en cambiar las vidas de los animales que viven en el presente, sin preocuparnos demasiado por los seres sintientes del futuro. En cierto modo, estos están siendo menos considerados que los animales del presente, y sin embargo, sus intereses son los mismos.

Pero eso no es todo. Es muy probable que, en un futuro no muy lejano, surjan nuevas tecnologías que permitan utilizar y dañar a una cantidad gigantesca de seres sintientes. Si esto sucede, el sufrimiento de los seres sintientes puede aumentar enormemente en el futuro. Para entender esto, es útil recordar que las personas del siglo XIX que se preocupaban por los animales seguramente no podían imaginar la gigantesca cantidad de animales que sufrirían y morirían debido a la aparición de las granjas industriales. Es posible que ahora nos encontremos en una situación similar respecto a lo que pueda ocurrir en el futuro. Por lo tanto, es muy importante un enfoque a largo plazo.

Teniendo en cuenta todo esto, parece probable que, al menos si cuestionamos el especismo y promovemos la relevancia que tiene la sintiencia a la hora de considerar moralmente a alguien, podremos beneficiar a cualquier ser sintiente del futuro, con independencia de cuál sea su situación. La idea es conseguir que todo ser sintiente sea considerado moralmente.