Jornada Mundial por el Fin de la Pesca 2024

Jornada Mundial por el Fin de la Pesca 2024

30 Mar 2024

Los animales acuáticos suponen el mayor número de animales matados por el ser humano cada año. Se calcula que cada año se capturan y matan unos 25 billones de individuos, entre peces, crustáceos y cefalópodos. En esta Jornada Mundial por el Fin de la Pesca 2024 reflexionamos sobre esta atrocidad y cómo hacerle frente. También hablamos de la creciente industria de la acuicultura, que mata a cientos de miles de millones de individuos cada año.

¿Los animales acuáticos son sintientes?

La sintiencia es la capacidad de tener experiencias subjetivas. Muchos estudios han arrojado luz sobre las evidencias de sintiencia en peces y otros animales acuáticos, incluyendo cefalópodos y a crustáceos como calamares, cangrejos, langostas y gambas. Estos animales tienen un sistema nervioso centralizado, con receptores en el cerebro para sustancias que bloquean el dolor, lo cual constituye un indicador bastante fiable de que pueden experimentar esta sensación. También tienen nociceptores que les permiten detectar y responder a estímulos nocivos, como daños en los tejidos y temperaturas extremas.

Su comportamiento demuestran que son conscientes del entorno y que se adaptan a los distintos estímulos para buscar experiencias positivas y evitar estímulos perjudiciales. Peces, pulpos y crustáceos como las langostas muestran una serie de comportamientos que indican que pueden percibir, sentir y experimentar el entorno de forma subjetiva.

Cada uno de los individuos de estos grupos demuestra la capacidad de aprender, recordar y adaptarse al entorno. Muestran signos de ansiedad y estrés en situaciones amenazantes, y a menudo responden escondiéndose o intentando escapar. Evitan utilizar partes del cuerpo lesionadas, y pueden frotarse o acicalarse estas de manera repetida. Pueden resolver problemas, aplicar conocimientos aprendidos a situaciones nuevas, y tomar decisiones basándose en sus experiencias. Por ejemplo, se ha observado que los peces y los pulpos utilizan las corrientes de agua para desplazar objetos, y que los pulpos resuelven problemas complejos, como abrir frascos. Este es un indicador de que poseen un pensamiento consciente.

Algunos de estos animales también muestran comportamientos que sugieren que pueden experimentar estados emocionales positivos y negativos. Los peces muestran comportamientos lúdicas (que no parecen tener ningún propósito práctico), como empujar objetos o perseguirse mutuamente. Los pulpos también parecen tener este tipo de actividades, como coger objetos, empujarlos o tirar de ellos repetidamente, y pasárselos de un brazo a otro. Estos comportamientos lúdicos sugieren que los animales experimentan curiosidad, compromiso y, de manera potencial, una sensación de disfrute o diversión al explorar e interactuar con su entorno.

Además, muchos de estos animales adoptan conductas sociales y de autocuidado que suelen asociarse a un cierto nivel de consciencia. Las langostas, por ejemplo, se acicalan y participan en interacciones sociales con otros miembros de la especie.

Aunque la complejidad y el alcance de la sintencia puede variar en comparación con los seres humanos u otros animales, la presencia de dicho comportamientos hace pensar que los peces, los pulpos y crustáceos como las langostas poseen una forma de sintiencia que va más allá de los simples reflejos. Tienen la capacidad de procesar información, tomar decisiones, y responder a su entorno de una forma que indica la existencia de experiencias subjetivas y consciencia.

El hecho de ignorar la sintiencia de estos animales o negarles consideración moral basándonos en criterios arbitrarios, como la falta de inteligencia o la no pertenencia a la especie humana, supone una forma de discriminación especista.

La pesca y el sufrimiento que provoca

La industria pesquera provoca un inmenso sufrimiento a los animales acuáticos. Se calcula que cada año son capturados y sacrificados más de 3 billones de individuos. El proceso de captura de estos seres es traumático, además de causarles la muerte. Los peces se asfixian bajo el peso de otros peces, sus órganos implosionan debido a los cambios de presión, o sufren heridas atroces causadas por anzuelos, redes y otros equipos de pesca. Los que sobreviven a la captura inicial pueden experimentar un sufrimiento prolongado, atrapados en redes durante días, asfixiándose durante horas o congelados vivos.

Debido a su menor tamaño, los peces se consumen en números mucho mayores que los animales terrestres. Sólo podemos hacer una estimación del número de peces que se capturan en los océanos, puesto que estos se miden por el peso, y no por el número de individuos.

La situación es aún peor en el caso de las gambas y otros crustáceos pequeños.1 Las estimaciones de muertes anuales solo de gambas capturadas en el medio natural oscilan entre 6,5 y 66 billones.2

La nociva expansión de las piscifactorías

Las piscifactorías provocan un intenso sufrimiento a los animales acuáticos de forma intencionada, con el único fin de obtener beneficios. Aunque todavía representa un sector más reducido que la pesca que captura animales en aguas abiertas, la piscicultura está creciendo rápidamente en todo el mundo. Algunas de las razones por las que de momento no se ha extendido más son puramente técnicas.3 Pero, una vez que las dificultades se resuelvan, el número de animales explotados de esta forma podrá verse aumentado de forma exponencial.

Los peces, crustáceos como las gambas y los cangrejos, los pulpos, y otros invertebrados como ostras, almejas y mejillones se crían en recintos, y se venden como alimento para humanos y otros animales. Se calcula que las piscifactorías crían y matan cada año entre 78 000 y 171 000 millones de peces con aletas,4 y entre 255 000 y 605 000 millones de pulpos y crustáceos como gambas, cangrejos y langostas.5

Las piscifactorías privan a estos animales de las necesidades básicas, y los someten a una vida de confinamiento, estrés y, en última instancia, muerte prematura. Se les niega el espacio que necesitan para adoptar comportamientos naturales, lo que les provoca un estrés y una agresividad extremos. Además, sufren dolor y estrés durante los transportes y la manipulación. La recogida de huevos puede ser traumática para los peces, ya que se les presiona el abdomen para forzar la expulsión de los huevos, y se les aplica un choque térmico para inducir la puesta.

El confinamiento hace que los animales acuáticos sean muy susceptibles a sufrir enfermedades. El uso de antibióticos y otros tratamientos puede tener efectos secundarios negativos, comprometiendo todavía más su salud. Las enfermedades, los medicamentos y los productos químicos utilizados para tratar el agua afectan también a los animales marinos salvajes, lo cual provoca daños a un número incluso mayor de individuos.

Las piscifactorías están aumentando en todo el mundo, sobre todo en Asia. Además del interés que existe por criar a estos animales para consumirlos, también interesa cada vez más esta forma de explotación por razones de sostenibilidad de animales acuáticos en aguas abiertas. Pero, al hablar de sostenibilidad de la explotación animal, solamente se tienen en cuenta los intereses humanos, y no el bienestar de los individuos implicados.

Si queremos actuar con justicia, debemos extender nuestra consideración a todos los seres sintientes, incluidos los que habitan bajo la superficie del agua. La mayoría de animales sintientes del mundo son animales acuáticos. La escala de sufrimiento provocado a los animales acuáticos por la pesca y la acuicultura es abrumadora, y es nuestra responsabilidad ética reconocer y abordar este problema.

El primer paso es reconocer que los peces y otros animales acuáticos son sintientes. Así podremos avanzar hacia un futuro en el que se respeten sus intereses y se dé prioridad a su situación.

El problema no es la “sobrepesca” ni la ganadería tradicional. Es el daño intencionado a otros seres sintientes. Por lo tanto, la solución no está en la pesca “sostenible” o en la acuicultura ecológica, sino en un cambio fundamental que se aleje de la explotación y del consumo de estos animales. Esto solo puede lograrse si los seres humanos dejan de consumirlos, y se conciencia a la población sobre los daños causados a los animales acuáticos.

Alcemos nuestra voz contra la cría de animales acuáticos antes de que se extienda todavía más.


Notas

1 Mood, A. (2017) “Numbers of farmed decapods”, Fishcount.org.uk.

2 Waldhorn, D. R. & Autric, E. (2023) “Shrimp: The animals most commonly used and killed for food production”, Rethink Priorities, September 08.

3 Hiroshima University (2024) “Scientist taps into lobsters’ unusual habits to conquer the more than 120-year quest to farm them”, Phys.org, March 29.

4 Mood, A.; Lara, E.; Boyland, N. K.; Brooke, P. (2023) “Estimating global numbers of farmed fishes killed for food annually from 1990 to 2019”, Animal Welfare, 32, e12.

5 Mood, A. (2017) “Numbers of farmed decapods”, op. cit.