La Declaración de Nueva York sobre la Consciencia Animal, firmada el 19 de abril de 2024 por un grupo de eminentes miembros de las comunidades científica y filosófica, destaca la creciente evidencia científica que sugiere la posibilidad de que todos los animales vertebrados y muchos invertebrados sean conscientes y capaces de experimentar el mundo de una manera subjetiva.
La declaración subraya que existe evidencia científica sólida que prueba la consciencia de mamíferos y aves, y una “posibilidad realista” de consciencia en otros vertebrados (como reptiles, anfibios y peces), así como en muchos invertebrados (como pulpos, cangrejos, gambas e insectos). Investigaciones recientes han revelado lo siguiente:
• Las culebras rayadas reconocen el propio olor, lo que implicaría cierto grado de autoconsciencia
• Los pulpos evitan el dolor y buscan aliviarlo, lo que sugiere que podrían poseer experiencias subjetivas
• Las sepias pueden recordar detalles de acontecimientos pasados, lo que conllevaría una memoria episódica
• Las abejas muestran comportamientos que se asemejan el juego, lo que sugiere la existencia de estados emocionales positivos
• Las moscas de la fruta tienen patrones de sueño que se alteran con el aislamiento social, como sucede en el caso de los seres humanos
Comportamientos como el aprendizaje, la planificación, la resolución de problemas y el autorreconocimiento sugieren que las mentes de los animales invertebrados son más complejas de lo que se suele creer. Aunque esta sofisticación cognitiva no es necesaria para la consciencia, su presencia es una prueba contundente de esta, puesto que, de lo contrario, estas respuestas conductuales no se producirían.
Estos hallazgos prueban que es muy posible que la capacidad de sufrir y experimentar bienestar se extienda a la gran mayoría de animales. Como hemos mencionado en nuestros textos sobre la imparcialidad y la relevancia moral de la sintiencia, lo relevante para la consideración moral es la experiencia subjetiva del individuo, y no su pertenencia a una especie concreta o una determinada configuración del sistema nervioso. La declaración plantea tres puntos clave: 1) La ciencia respalda que los mamíferos y las aves son conscientes. 2) Existe una posibilidad muy fundada de que todos los vertebrados y muchos invertebrados sean conscientes. 3) Cuando existe una posibilidad realista de consciencia, tenemos la obligación ética de tener en cuenta los intereses de esos individuos y los riesgos que amenazan su bienestar.
Este tercer punto es crucial. A día de hoy no es posible probar la consciencia, pero una posibilidad realista de sintiencia es suficiente para justificar la consideración moral hacia un individuo. Las actitudes especistas que infravaloran las experiencias de los animales, tratándolos como meros recursos, no se sostienen desde un punto de vista ético. Un enfoque antiespecista, basado en el respeto a la sintiencia, implica considerar moralmente a todos los seres con capacidad de experimental dolor y placer, con independencia de su especie, de dónde o de cuándo vivan.
La inclusión de los invertebrados es digna de mención en especial, ya que, a pesar de constituir la inmensa mayoría de los animales del planeta, a menudo se descuidan en cuestiones de bienestar animal. Cientos de miles de millones de animales, como crustáceos e insectos, son explotados al año, pero quienes defienden a los animales rara vez los tienen en cuenta. Un número aún mayor de estos animales vive en la naturaleza, donde padecen enfermedades, inanición, parasitismo y depredación. Una postura antiespecista implica darles ayuda siempre que podamos, con independencia del origen del sufrimiento. Aunque puede parecer un reto inmenso, dada la escala del problema, podemos tener un gran impacto a al hora de ayudar a estos animales. De hecho, ya se han llevado a cabo grandes progresos en el procesamiento de ingentes cantidades de información recogida con cámaras, micrófonos, luz e imágenes térmicas. Apoyar la investigación que nos ayude a comprender y mejorar el bienestar de estos animales hará que podamos evitar el sufrimiento que padecen a consecuencia de nuestras acciones.
Por otro lado, tampoco debemos olvidar la importancia del futuro. Si la especie humana colonizase otros planetas, podría suceder que llevasen a estos lugares pequeños invertebrados, como insectos, para integrarlos en el ecosistema o para utilizarlos como alimento. Por lo tanto, debemos tener en cuenta su bienestar también en estos posibles escenarios futuros, y evitar traer animales a la existencia solo para que sufran.
De igual modo, si algún día desarrolláramos inteligencias artificiales conscientes, deberíamos aplicar los mismos principios antiespecistas. Lo que importa es la consciencia, y no la especie, el tamaño o la naturaleza del individuo. A medida que avance la inteligencia artificial y la biotecnología, esto será probablemente una realidad. Y, por tanto tenemos la obligación de considerar las experiencias futuras y los riesgos que estos individuos podrían enfrentar.
La Declaración de Nueva York subraya que no necesitamos tener certeza absoluta de la consciencia de un individuo para considerarlo moralmente. Dado que tenemos razones de peso para pensar que muchos invertebrados son conscientes, debemos evitar dañarlos dentro de lo posible. El reconocimiento de esta posible sintiencia hace necesario investigar más para entender qué podría dañarlos, cómo podemos ayudarlos, y fundamentar políticas que protejan su bienestar.
Aunque la declaración es un hito importante, la sintiencia de los invertebrados no es un asunto nuevo. Tanto miembros de la comunidad filosófica como activistas llevan mucho tiempo defendiendo la consideración moral de los invertebrados basándose en la capacidad de tener experiencias subjetivas. En la Declaración de Cambridge sobre la Consciencia de 2012 ya se reconoció la posibilidad de consciencia en muchos animales no humanos. La Declaración de Nueva York es más conservadora en lo que se refiere a la consciencia en vertebrados (como peces y reptiles) o en cefalópodos (como los pulpos). La Declaración de Cambridge incluye lo siguiente (por desgracia, en una nota a pie de página: “es indiscutible que todos los vertebrados, incluidos los peces y los reptiles, presentan los sustratos neurológicos de la consciencia, y existe evidencia sólida que demuestra que invertebrados como los crustáceos decápodos, los moluscos cefalópodos o los insectos también los poseen”.
La novedad de la Declaración de Nueva York es, por lo tanto, el creciente reconocimiento de esta posibilidad y sus implicaciones éticas.
¿Cómo puedes ayudar? Algunas maneras son apoyar la investigación no invasiva sobre la sintiencia de los invertebrados, evitar productos procedentes de su cría, defender políticas que tengan en cuenta su bienestar, y difundir la Declaración de Nueva York sobre la Consciencia Animal y la evidencia sobre la existencia de consciencia en estos animales.