10 años de la Declaración de Cambridge sobre la Consciencia

10 años de la Declaración de Cambridge sobre la Consciencia

7 Jul 2022

Hoy es el décimo aniversario de la Declaración de Cambridge sobre la Consciencia. El 7 de julio de 2012, un grupo de destacadas personalidades científicas de todo el mundo se reunió para firmar esta Declaración, en la que afirmaban que las pruebas indican que muchos tipos de animales no humanos poseen la capacidad de consciencia.

En la Declaración, se afirma lo siguiente:

“Hay evidencias convergentes que indican que los animales no humanos poseen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos de los estados de consciencia, junto con la capacidad de mostrar comportamientos intencionales. En consecuencia, el peso de la evidencia indica que los humanos no somos los únicos en poseer la base neurológica que da lugar a la consciencia. Los animales no humanos, incluyendo a todos los mamíferos y aves, y otras muchas criaturas, entre las que se encuentran los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos”.1

¿Qué quiere decir “sustratos neurológicos”? Este término se refiere a las estructuras fundamentales del sistema nervioso que hacen posible la aparición de la consciencia. No hay un único sustrato o una única estructura que sean necesarios para la consciencia. Las estructuras que pueden dar lugar a la consciencia son diferentes en los distintos animales.2 Para ser consciente no es necesario tener una estructura cerebral similar a la humana.3 Solamente hace falta un cierto grado de centralización del sistema nervioso,4 pero esto puede adoptar muchas formas, algunas de las cuales no conocemos.5

Hay un acuerdo científico en que muchos animales, incluidos muchos invertebrados, son seres conscientes. La consciencia permite tener sensaciones que podemos experimentar como buenas o malas.6 Se suele equiparar la consciencia con la autoconsciencia o la capacidad de pensar y razonar, pero estas cosas no son una parte necesaria de la consciencia.7 Un ser es consciente (o sintiente, que es un término equivalente) si es capaz de experimentar las cosas de su entorno como positivas o negativas. Los comportamientos que ponen de manifiesto el aprendizaje, la memoria, la atención y la concentración son difíciles de explicar sin presuponer la consciencia. Por lo tanto, cuando vemos estos comportamientos, atribuimos consciencia a los animales que los exhiben.8 Sin embargo, a nivel más básico, la consciencia solamente significa ser capaz de sentir cualquier cosa sin una reflexión posterior sobre ello,9 con independencia de que el individuo actúe al respecto o de que posea un concepto de sí mismo.

Puede parecernos obvio que los mamíferos, las aves y los pulpos son conscientes por su forma de actuar y de reaccionar ante lo agradable y lo desagradable. Cuando se enteró de la Declaración de Cambridge, el etólogo Marc Bekoff dijo que esta le pareció un chiste, ya que la consciencia animal es algo obvio para cualquiera que viva con animales no humanos.10

¿Por qué entonces la comunidad científica ha tardado tanto en afirmarlo, y por qué ha tenido tanto cuidado en su redacción? En lugar de afirmar directamente que los animales no humanos que mencionaron son conscientes, se afirmó que otros animales poseen “sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos de los estados de consciencia, junto con la capacidad de mostrar comportamientos intencionales”.

De hecho, actualmente no podemos decir nada definitivo sobre la consciencia y sobre quién es o no es consciente hasta que no entendamos cómo aparece físicamente la consciencia. Todavía no conocemos los mecanismos exactos que permiten que la consciencia aparezca en los seres humanos o en cualquier otro animal.11 Esto se llama “el problema difícil de la consciencia”. Técnicamente, ni siquiera puedes tener certeza de que alguien que no seas tú sea realmente consciente, porque no tenemos forma de demostrarlo. Sin embargo, tenemos pruebas e indicadores, como la estructura del cerebro, la fisiología y el comportamiento. Si vemos una estructura cerebral que permite el procesamiento centralizado de información, ello es un indicador de que podría albergar consciencia. Esto se debe a que, para sentir algo, los impulsos nerviosos deben poder viajar de un lado a otro del cerebro a otras partes del cuerpo. Si constatamos la presencia de nociceptores, que ayudan a registrar el dolor, y receptores para los opioides, que reducen el dolor, eso también indica que hay consciencia, porque solamente un ser consciente puede sentir dolor.12 Los comportamientos que parecen reacciones al dolor o la atención centrada en una tarea novedosa también apuntan la presencia de consciencia.13 Hay que tener en cuenta que un “indicador” de conciencia no debe confundirse con una “prueba” de consciencia. Los indicadores son una evidencia de que la consciencia está presente, pero no una prueba.

¿Son conscientes todos los animales? No podemos estar seguros de ello hasta que no entendamos exactamente qué da lugar a la consciencia o todas las formas en que esta se puede manifestar. Pero podemos tener bastante confianza en que las esponjas no son conscientes. Son los animales más simples, y no tienen sistema nervioso ni órganos con los que percibir el mundo. Tienen células especializadas que les permiten reaccionar a los estímulos, pero eso es todo. Otros animales, como las estrellas de mar, tienen sistema nervioso, pero no un cerebro central, por lo que pueden recoger información sobre su entorno, pero no está claro que puedan sentir dolor. Los pulpos tienen cerebros centrales, pero su sistema nervioso está distribuido con la mayoría de neuronas en el cuerpo y los tentáculos, en lugar de en el cerebros.14 La comunidad científica no tiene la seguridad de hasta qué punto los tentáculos actúan con independencia ni de la capacidad de sus cerebros para controlarlos, pero resulta claro que los pulpos tienen un cerebro que realiza algún tipo de procesamiento centralizado de la información recibida desde los tentáculos.15

Muchos otros animales tienen sistemas nerviosos complejos y centralizados que procesan la información de manera centralizada. Esta capacidad no supone una prueba, pero proporciona fuertes indicios de la existencia de consciencia. La prueba de que alguien es consciente, incluyendo a los seres humanos, no estará disponible hasta que resolvamos el problema difícil de la consciencia.

Teniendo en cuenta la información de la que disponemos, deberíamos tener en consideración moral a los animales no humanos, y concederles el beneficio de la duda cuando no tengamos seguridad al respecto.


Lecturas recomendadas

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El problema de la consciencia

Criterios para reconocer la sintiencia


Notas

1 Low, P.; Panksepp, J.; Reiss, D.; Edelman, D.; Van Swinderen, B. & Koch, C. (2017 [2012]) “La Declaración de Cambridge sobre la Consciencia”, Ética Animal [referencia: 7 de julio de 2022].

2 Smith, J. A. (1991) “A question of pain in invertebrates”, ILAR Journal, 33, pp. 25-31 [referencia: 7 de julio de 2022]. Mather, J. A. (2001) “Animal suffering: An invertebrate perspective”, Journal of Applied Animal Welfare Science, 4, pp. 151-156. Mather, J. A. & Anderson, R. C. (2007) “Ethics and invertebrates: A cephalopod perspective”, Diseases of Aquatic Organisms, 75, pp. 119-129 [referencia: 7 de julio de 2022]. Crook, R. J. & Walters, E. T. (2011) “Nociceptive behavior and physiology of molluscs: Animal welfare implications”, ILAR Journal, 52, pp. 185-195. Wigglesworth, V. B. (1980) “Do insects feel pain?”, Antenna, 4, pp. 8-9. Allen-Hermanson, S. (2008) “Insects and the problem of simple minds: Are bees natural zombies?”, Journal of Philosophy, 105, pp. 389-415.

3 Allen-Hermanson, S. (2016) “Is cortex necessary?”, Animal Sentience, 1 (9) [referencia: 7 de julio de 2022]. Damasio, A. & Carvalho, G. B. (2013) “The nature of feelings: Evolutionary and neurobiological origins”, Nature Reviews Neuroscience, 14, pp. 143-152. Barron, A. B. & Klein, C. (2016) “What insects can tell us about the origins of consciousness”, Proceedings of the National Academy of Sciences, 113, pp. 4900-4908 [referencia: 7 de julio de 2022].

4 Barr, M. M. & Garcia, L. R. (2006) “Male mating behavior”, in The C. Elegans Research Community, Wormbook (ed.) Wormbook, Pasadena: California Institute of Technology [accessed on 7 July 2022]. Feinberg, T. E. & Mallatt, J. (2013) “The evolutionary and genetic origins of consciousness in the Cambrian Period over 500 million years ago”, Frontiers in Psychology, 04 October [referencia: 7 de julio de 2022]. Merker, B. (2005) “The liabilities of mobility: A selection pressure for the transition to consciousness in animal evolution”, Consciousness and Cognition, 14, pp. 89-114. Merker, B. (2007) “Consciousness without a cerebral cortex: A challenge for neuroscience and medicine”, Behavioral and Brain Sciences, 30, pp. 63-81. Morsella, E. (2005) “The function of phenomenal states: Supramodular interaction theory”, Psychological Review, 112, pp. 1000-1021.

5 Chittka, L. & Niven, J. (2009) “Are bigger brains better?”, Current Biology, 19, pp. R995-R1008 [referencia: 7 de julio de 2022]. Klein, C. & Barron, A. B. (2016) “Insects have the capacity for subjective experience”, Animal Sentience, 1 (9) [referencia: 7 de julio de 2022]. Gelperin, A. & Tank, D. W. (1990) “Odour-modulated collective network oscillations of olfactory interneurons in a terrestrial mollusc”, Nature, 345, pp. 437-440.

6 Nagel, T. (1974) “What is it like to be a bat?”, Philosophical Review, 83, pp. 435-450.

7 Antony, M. V. (2002) “Concepts of consciousness, kinds of consciousness, meanings of ‘consciousness’”, Philosophical Studies, 109, pp. 1-16. Ben-Artzi, E.; Mikulincer, M. & Glaubman, H. (1995) “The multifaceted nature of self-consciousness: Conceptualization, measurement, and consequences”, Imagination, Cognition and Personality, 15, pp. 17-43.

8 Menzel, R. & Mercer. A (eds.) Neurobiology and behavior of honeybees, Berlin: Springer, p. 127. Núñez, J.; Almeida, L.; Balderrama, N. & Giurfa, M. (1997) “Alarm pheromone induces stress analgesia via an opioid system in the honeybee”, Physiology & Behaviour, 63, p. 78. Maák, I.; Lőrinczi, G.; Le Quinquis, P.; Módra, G.; Bovet, D.; Call, J. & d’Ettorre, P. (2017) “Tool selection during foraging in two species of funnel ants”, Animal Behaviour, 123, pp. 207-216.

9 Klein, C. & Barron, A. B. (2016) “Insects have the capacity for subjective experience”, op. cit.

10 Bekoff, M. (2013) “After 2,500 studies, it’s time to declare animal sentience proven”, Live Science, September 06 [referencia: 3 de julio de 2022].

11 Chalmers, D. J. (1996) The conscious mind: In search of a fundamental theory, Oxford: Oxford University Press.

12 Sneddon, L. U. (2004) “Evolution of nociception in vertebrates: Comparative analysis of lower vertebrates”, Brain Research Reviews, 46, pp. 123-130. Jones, R. C. (2013) “Science, sentience, and animal welfare”, Biology and Philosophy, 28, pp. 1-30. Kavaliers, M.; Hirst, M. & Tesky, G. C. (1983) “A functional role for an opiate system in snail thermal behaviour”, Science, 220, pp. 99-101. Wilson, C. D.; Arnott, G. & Elwood, R. W. (2012) “Freshwater pearl mussels show plasticity of responses to different predation risks but also show consistent individual differences in responsiveness”, Behavioural Processes, 89, pp. 299-303.

13 Klein, C. & Barron, A. B. (2016) “Insects have the capacity for subjective experience”, op. cit.

14 See Sumbre, G.; Gutfreund, Y.; Fiorito, G.; Flash, T. & Hochner, B. (2001) “Control of octopus arm extension by a peripheral motor program”, Science, 293, pp. 1845-1848.

15 Gutnick, T.; Zullo, Letizia; Hochner, Binyamin; Kuba, Michael J. (2020) “Use of peripheral sensory information for central nervous control of arm movement by Octopus vulgaris”, Current Biology, 30 (21) [referencia: 7 de julio de 2022].