Curso sobre el sufrimiento de los animales salvajes – Tema 3

Curso sobre el sufrimiento de los animales salvajes – Tema 3

Las enfermedades en la naturaleza están muy extendidas y actúan junto con otros factores como las condiciones climáticas y la malnutrición, dañando a los animales. Para sobrevivir, estos tienen que ocultar a menudo sus síntomas y no siempre son capaces de descansar y recuperarse adecuadamente. Aquí aprenderás sobre las enfermedades y los parásitos comunes y cómo afectan a la vida de los animales en la naturaleza.

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Enfermedades y parasitismo

En el anterior capítulo comenzamos a ver distintas causas por las que los animales sufren en el mundo salvaje. En este continuaremos llevando a cabo este análisis, centrándonos en dos de estas: las enfermedades y el parasitismo.

Enfermedades en la naturaleza

Para entender hasta qué punto las enfermedades dañan a los animales, podemos pensar en el gran sufrimiento que estas producían a los seres humanos antes de la llegada de la medicina moderna. Pues bien, esta es precisamente la situación de los animales en la naturaleza. Los daños que provocan las enfermedades se agravan debido a la falta de acceso a tratamiento y, en ocasiones, por no poder descansar y recuperarse. Además, las enfermedades pueden aumentar los efectos negativos que tienen para los animales otros factores dañinos presentes en su entorno, así como las demás causas de estrés a las que se enfrentan. Esto puede causarles aún más sufrimiento, y hacer que mueran en mayor número.1

Hay muchas enfermedades que afectan a los animales no humanos en la naturaleza. Tantas, que no podríamos hacer una lista completa. Algunas son enfermedades que los humanos pueden sufrir también, como la gripe, la neumonía, la tuberculosis, el cólera, el ébola, el ántrax, la salmonela, la difteria o la rabia.2 El cáncer es también habitual en los animales terrestres y marinos. Algunas poblaciones de ballenas sufren una tasa de cáncer similar a la de los seres humanos.3 Otras enfermedades habituales que pueden infectar a los animales que viven en la naturaleza son el moquillo, la enfermedad de desgaste crónico, la peste porcina africana, lombrices intestinales o distintas infecciones por hongos.4

Enfermedades de los invertebrados

Aunque muchas personas no son conscientes del sufrimiento de los invertebrados, estos también pueden sufrir infecciones por bacterias, virus u hongos. A continuación veremos algunas de las enfermedades comunes que se encuentran en los invertebrados marinos y terrestres. En algunos casos, estas enfermedades pueden tratarse de manera similar a las de los vertebrados, con vacunas, antibióticos y antihongos.5

Peste negra en mariposas

Una enfermedad importante que afecta a las mariposas es el virus de la poliedrosis nuclear o peste negra. Se llama así porque los animales afectados quedan aletargados, y su cuerpo comienza a descomponerse, volviéndose negro. Sus entrañas se empiezan a licuar, y a salir del cuerpo en descomposición. El virus ataca normalmente en la fase de oruga. El animal evita comer, y puede regurgitar la comida, hasta que muere en un plazo aproximado de tres días.6 Los restos infectados del cuerpo licuado pueden extenderse fácilmente por las hojas infectando a otras orugas.7

Virus de la parálisis del grillo

Una enfermedad que afecta a los grillos, aunque también puede infectar a otros insectos, se conoce como el virus de la parálisis del grillo. Los animales infectados sufren desnutrición y problemas de coordinación. Finalmente sus patas quedan paralizadas, y permanecen así varios días antes de morir. Existen cepas similares que infectan a abejas y moscas.8

Enfermedad del caparazón de la langosta

Las langostas pueden sufrir la denominada enfermedad del caparazón. Las langostas sanas tienen una capa protectora resbaladiza que evita que las bacterias erosionen el caparazón. La enfermedad del caparazón hace desaparecer esta barrera, permitiendo que este comience a erosionarse y a melanizarse. La enfermedad no es siempre letal, pero puede producir a la langosta un sufrimiento y una debilidad que aumentan la vulnerabilidad a otros daños, como las heridas y la depredación.9

Las enfermedades e infecciones de los invertebrados

Tenemos un mayor conocimiento sobre las enfermedades que afectan a los vertebrados. Estas enfermedades suelen ser más fáciles de estudiar porque los animales son más grandes. Además, muchas de ellas se transmiten entre animales de varias especies, incluyendo los seres humanos y animales domesticados. Veremos a continuación algunas de las más comunes.

El cólera en aves

El cólera aviar es una enfermedad bacteriana común en aves que viven en climas templados y árticos. Aunque muchas aves están infectadas, la enfermedad solamente se activa cuando los animales se estresan de manera física o emocional. Esto puede suceder por distintos factores, como el frío y otras circunstancias climáticas. Las aves enfermas pierden peso, secretan mucosa, sufren diarrea y respiran de forma frenética. Con frecuencia, la enfermedad deriva en neumonía. También puede dañarles el hígado, el bazo y la piel, y causar artritis por la inflamación. El cólera aviar puede tener una tasa de mortalidad muy alta, en especial cuando se extiende en una colonia. El contagio se produce por el contacto directo, y por la ingesta de agua y tierra contaminadas.10

Moquillo

El moquillo es una enfermedad viral relacionada con el sarampión, que ataca al sistema gastrointestinal, respiratorio y nervioso de los mamíferos. Se asocia de manera habitual con perros, pero también afecta a muchos otros animales en la naturaleza, como los mapaches, los zorros, los gatos salvajes, los ciervos, los monos y las focas. Los animales infectados pueden mostrar un comportamiento similar al provocado por la rabia, como babear, mostrar conductas estereotipadas, falta de respuesta a estímulos ambientales y pérdida de miedo a los seres humanos. La enfermedad puede producir fiebre, vómitos, convulsiones y parálisis. Suele ser letal, y quienes sobreviven pueden sufrir daños neurológicos permanentes.11

Enfermedades de la piel en anfibios, reptiles y peces

Los anfibios pueden sufrir enfermedades letales de la piel, como infecciones por hongos o ranavirus. La infección acuática por hongos denominada quitridiomicosis ha sido llamada “el patógeno más mortífero hasta la fecha”. Afecta a ranas, salamandras y otros anfibios en climas húmedos. El hongo se alimenta de la piel de los animales. Estos, al ser infectados, muestran síntomas como pérdida de apetito, letargo, y su piel se vuelve más espesa. Debido a esto, les resulta imposible tomar nutrientes y liberar toxinas a través de la piel. Algunos anfibios respiran solamente a través de la piel y, una vez infectados, son incapaces de respirar, lo cual les conduce a la muerte. Además de la piel, también muchos órganos y músculos internos desarrollan lesiones. Los anfibios inmunes a la enfermedad pueden no obstante ser portadores del hongo, y transmitirlo a los que son vulnerables. De hecho, es habitual que ello ocurra.12

Comportamientos causados por la enfermedad

Puede sorprender la gran cantidad de animales que sufren distintas enfermedades en la naturaleza. De hecho, existe el riesgo de que nos equivoquemos al intentar calcular cuántos animales pueden estar en esta situación. Muchos animales han evolucionado para evitar mostrar síntomas de estar enfermos. Los animales que parecen débiles o vulnerables son objetivos principales de los depredadores. Además, los que viven en grupos pueden perder el estatus social, o ser abandonados a su suerte. En otros casos, el hecho de mostrar síntomas de enfermedad podría reducir sus posibilidades de reproducirse, o hacer imposible la defensa de un territorio valioso. Asimismo, durante la época reproductiva, algunos animales usan su energía para reproducirse y defender sus nidos o madrigueras, en lugar de para recuperarse de enfermedades que padecen, lo que causa que sufran y que su calidad de vida empeore.13

Por lo tanto, un animal puede sufrir de manera importante a causa de una enfermedad que no podemos reconocer sin realizar exámenes médicos. Por supuesto, podremos ir aprendiendo más en la medida en que se lleven a cabo investigaciones sobre la manera en que las enfermedades afectan a los animales en la naturaleza.14 De todos modos, es importante señalar que hay síntomas de enfermedades reconocibles en algunos animales que experimentan fiebre, incluyendo letargo, menor apetito y reducción del acicalamiento. Aunque, como hemos señalado antes, los animales pueden ser capaces de evitar mostrar estos comportamientos si el coste es demasiado alto.15 Es posible aprender bastante observando a animales grandes en hospitales veterinarios o autopsias, y cada vez existen más métodos para detectar de una manera no invasiva los síntomas de enfermedades en la naturaleza.

Algunos animales son difíciles de observar, especialmente los de menor tamaño, que pasan la mayor parte de su vida ocultándose bajo tierra, y los invertebrados diminutos, que son muy numerosos. Los animales marinos pueden ser difíciles de estudiar debido a su número, y también porque es más difícil hacerlo de una manera no invasiva. Como resultado, la cantidad de sufrimiento producido por enfermedades en la naturaleza podría ser mucho mayor de lo que en un primer momento se podría pensar.

Además, existe otra amenaza que a menudo es letal para la salud de los animales, y que en ocasiones se superpone con las enfermedades. Se trata del parasitismo.

Parasitismo y parasitoidismo

El parasitismo es extremadamente habitual en la naturaleza. La mayoría de animales salvajes alberga diferentes tipos de parásitos. Muchos de ellos son patógenos microbianos que pueden dañar a sus huéspedes causándoles enfermedades. Otros son organismos más grandes, incluyendo animales. Algunos parásitos no causan un gran daño a los animales a los que infectan. Sin embargo, otros les causan dolor y los debilitan. Los parasitoides terminan matando a los animales a los que infestan.

Las acciones de un parásito pueden producir fatiga, dificultando al huésped encontrar comida y evitar a los depredadores. También algunos parásitos castran a sus huéspedes, dejando sus otros sistemas intactos para que estos pueda sobrevivir, desviando así la energía que en principio iría a la reproducción hacia el mantenimiento del parásito. Algunos parásitos provocan cambios de comportamiento en sus huéspedes, sobre todo en los huéspedes intermedios, que los hacen más susceptibles a los depredadores, que serían los huéspedes finales.16 Los huéspedes intermedios proporcionan un ambiente para que el parásito inmaduro se desarrolle y crezca, y los huéspedes finales son donde los parásitos sexualmente maduros se reproducen.

Por ejemplo, existe un trematodo parasitario que se reproduce dentro de sus huéspedes finales, que son rumiantes que pastan, como las vacas y las ovejas. Sus huevos son excretados en las heces de los huéspedes. Los primeros huéspedes intermedios son los caracoles comunes, que consumen las heces y se infestan por los parásitos larvarios. Un caracol infestado forma quistes alrededor de los parásitos, que luego excreta. El segundo huésped intermedio, una hormiga, consume estos quistes. El parásito es capaz de controlar el comportamiento de la hormiga, obligándola a escalar a lo alto de una brizna de hierba, donde será devorada por un animal que pasta, en cuyo cuerpo el parásito ya maduro puede reproducirse.

Algunos parásitos son llamados hiperparásitos porque se alimentan de otros parásitos. No deben confundirse con los superparásitos, que viven en poblaciones grandes dentro de un solo huésped (como ocurre con las avispas, cuyas larvas parasitan a las orugas).17 Los siguientes son algunos ejemplos de parásitos habituales entre los animales salvajes.

Parásitos sufridos por los mamíferos

Sarna sarcóptica

La sarna sarcóptica es una enfermedad de la piel producida por ácaros parasitarios excavadores. La infestación causa una reacción alérgica al ácaro, que provoca que los huéspedes se rasquen y se muerdan con intensidad. Afecta a varias especies de mamíferos no humanos, incluyendo perros, gatos, coyotes, osos y vombátidos. La sarna afecta de manera especial a los vombátidos o uómbats. Se cree que esto se debe a que las condiciones de las madrigueras de estos animales son especialmente adecuadas para la supervivencia y la transmisión de la sarna sarcóptica. Los uómbats infestados sufren lesiones sangrantes y pérdida del pelo. Su piel forma una costra y se infecta, y sus ojos y orejas se deterioran. La enfermedad puede provocar ceguera o sordera. En los casos graves puede llevar a una muerte lenta.

Parasitismo sufrido por las aves

Tricomoniasis

Las aves salvajes sufren a menudo tricomoniasis, una enfermedad producida por parásitos. Se trata de una enfermedad debilitante, y que en ocasiones puede ser letal. Afecta por lo general a la boca, el esófago, el buche y el estómago glandular de las aves, además de otros órganos como el hígado. Otros parásitos encontrados con frecuencia en aves son los gusanos traqueales, que obstruyen la tráquea y los bronquios, provocando importantes problemas respiratorios. En respuesta, las aves infestadas normalmente tosen, estornudan y agitan la cabeza intentando resistir a los parásitos. Como resultado, pueden perder masa corporal, desarrollar anemia y, a menudo, morir por inanición. Un gusano que produce debilidad de manera similar es el gusano del corazón, encontrado en cisnes y gansos, a los que somete a un estado general de letargo.

Parásitos habituales en reptiles y anfibios

Infecciones por protozoos

El Haemorpoteus, un parásito protozoario transmitido por insectos chupadores de sangre, se ha localizado en varias especies de reptiles y anfibios, sobre todo tortugas. Debilita los músculos esqueléticos, así como órganos como el hígado.

Otra infección parasitaria por protozoos provoca colitis, abscesos del hígado y otros órganos, y en ocasiones la muerte.

Los trematodos espiróquidos infectan a las tortugas y los caracoles, afectando a las arterias principales y al corazón. Otras infecciones parasitarias incluyen la criptosporidiosis, localizada en diversos reptiles, en su mayoría serpientes y lagartos, que provoca regurgitación, diarrea, pérdida de peso e hipertrofia de la mucosa gástrica.18

Parasitismo en invertebrados

Avispas icneumónidas y bracónidas

Entre los casos más conocidos de parasitismo en invertebrados se encuentran las avispas icneumónidas y bracónidas. Estos animales depositan los huevos en el cuerpo de otros insectos, como orugas u hormigas. Algunas de estas avispas son hiperparásitos, y ponen sus huevos en el cuerpo de otras avispas parasitarias. Cuando los huevos eclosionan, las larvas comienzan a devorar al huésped mientras está con vida, dejando los órganos vitales para el final. El huésped muere solamente cuando las partes comestibles no vitales de su cuerpo han sido devoradas, probablemente después de haber soportado un gran dolor.19


Notas

1 Beldomenico, P. M.; Telfer, S.; Gebert, S.; Lukomski, L.; Bennett, M. y Begon, M. (2008) “Poor condition and infection: A vicious circle in natural populations”, Proceedings of the Royal Society of London B: Biological Sciences, 275, pp. 1753-1759.

2 Simpson, V. R. (2002) “Wild animals as reservoirs of infectious diseases in the UK”, The Veterinary Journal, 163, pp. 128-146; Gortázar, C.; Ferroglio, E.; Höfle, U.; Wobeser, G. A. (2005) Essentials of disease in wild animals, New York: John Wiley and Sons; Frölich, K. y Vicente, J. (2007) “Diseases shared between wildlife and livestock: A European perspective”, European Journal of Wild Research, 53, pp. 241-256; Williams, E. S. y Barker, I. K. (eds.) (2008 [2001]) Infectious diseases of wild mammals, 3rd ed., New York: John Wiley and Sons; Martin, C.; Pastoret, P. P.; Brochier, B.; Humblet, M. F. y Saegerman, C. (2011) “A survey of the transmission of infectious diseases/infections between wild and domestic ungulates in Europe”, Veterinary Research, 42, a. 70; Washington State Department of Health (2019) “Animal transmitted diseases”, Washington State Department of Health, https://www.doh.wa.gov/YouandYourFamily/IllnessandDisease/ AnimalTransmittedDiseases [consultado el 26 de junio de 2019].

3 Martineau, D.; Lemberger, K.; Dallaire, A.; Labelle, L.; Lipscomb, T. P.; Pascal, M. y Mikaelian, I. (2002) “Cancer in wildlife, a case study: Beluga from the St. Lawrence estuary, Québec, Canada”, Environmental Health Perspectives, 110, pp. 285-292; Albuquerque, T. A. F.; Drummond do Val, L.; Doherty, A. y de Magalhães, J. P. (2018) “From humans to hydra: Patterns of cancer across the tree of life”, Biological Reviews, 93, pp. 1715-1734.

4 Cole, R. A. y Friend, M. (1999) “Field manual of wildlife diseases: Parasites and parisitic diseases”, en Milton, F. y Franson, J. C. (eds.) Field manual of wildlife diseases: General field procedures and diseases of birds, Washington, D. C.: U. S. Geological Survey, pp. 188-258; Williams, E. S. y Barker, I. K. (eds.) (2008 [2001]) Infectious diseases of wild mammals, New York: John Wiley and Sons; Dantas-Torres, F.; Chomel, B. B. y Otranto, D. (2012) “Ticks and tick-borne diseases: A One Health perspective”, Trends in Parasitology, 28, pp. 437-446; Wobeser, G. A. (2013) Investigation and management of disease in wild animals, Dordrecht: Springer.

5 Raukko, E. (2018) “The first-ever insect vaccine PrimeBEE helps bees stay healthy”, University of Helsinki, 31 de octubre, https://www.helsinki.fi/en/news/sustainability-news/the-first-ever-insect-vaccine-primebee-helps-bees-stay-healthy [consultado el 18 de agosto de 2019].

6 Hadley, D. (2019) “Why are monarch caterpillars turning black?”, ThougtCo, 12 de julio, https://www.thoughtco.com/monarchs-turning-black-4140653 [consultado el 14 de agosto de 2019].

7 Stairs, G. R. (1966) “Transmission of virus in tent caterpillar populations”, Entomological Society of Canada, 98, pp. 1100-1104.

8 Liu, K.; Li, Y.; Jousset, F.-X.; Zadori, Z.; Szelei, J.; Yu, Q.; Pham, H. T.; Lépine, F.; Bergoin, M. y Tijssen, P. (2011) “The Acheta domesticus densovirus, isolated from the European house cricket, has evolved an expression strategy unique among parvoviruses”, Journal of Virology, 85, pp. 10069-10078; Szelei, J.; Woodring, J:; Goettel, M. S.; Duke, G.; Jousset, F.-X.; Liu, K. Y.; Zadori, Z.; Li, Y.; Styer, E.; Boucias, D. G.; Kleespies, R. G.; Bergoin, M. y Tijssen, P. (2011) “Susceptibility of North-American and European crickets to Acheta domesticus densovirus (AdDNV) and associated epizootics”, Journal of Invertebrate Pathology, 106, pp. 394-399.

9 Groner, M. L.; Shields, J. D.; Landers, D. F.; Swenarton, J. y Hoenig, J. M. (2018) “Rising temperatures, molting phenology, and epizootic shell disease in the American lobster”, The American Naturalist, 192, pp. E163-E177.

10 Iverson, S. A; Gilchrest, H. G.; Soos, C.; Buttler, I. I.; Harms, N. J. y Forbes, M. R. (2016) “Injecting epidemiology into population viability analysis: Avian cholera transmission dynamics at an arctic seabird colony”, Journal of Animal Ecology, 85, pp. 1481-1490; Sander, J. E. “Fowl cholera”, Merck manual: Veterinary manual, https://www.merckvetmanual.com/poultry/fowl-cholera/overview-of-fowl-cholera [consultado el 8 de diciembre de 2019].

11 Kameo, Y.; Nagao, Y.; Nishio, Y.; Shimoda, H.; Nakano, H.; Suzuki, K.; Une, Y.; Sato, H.; Shimojima, M. y Maeda, K. (2012) “Epizootic canine distemper virus infection among wild mammals”, Veterinary Microbiology, 154, pp. 222-229; Williams, E. S. y Barker, I. K. (eds.) (2008 [2001]) Infectious diseases of wild mammals, 3rd ed., New York: John Wiley and Sons, part 1.

12 Schelle, B. C.; Pasmans, F.; Skerratt, L. F.; Berger, L.; Martel, A.; Beukema, W.; Acevedo, A. A.; Burrowes, P. A.; Carvalho, T.; Catenazzi, A.; De la Riva, I.; Fisher, M. C.; Flechas, S. V.; Foster, C. N.; Frías-Álvarez, P.; Garner, T. W. J.; Gratwicke, B.; Guayasamin, J. M.; Hirschfeld, M.; Kolby, J. E.; Kosch, T. A.; La Marca, E.; Lindenmayer, D. B.; Lips, K. R.; Longo, A. V.; Maneyro, R.; McDonald, C. A.; Mendelson, J., III; Palacios-Rodriguez, P.; Parra-Olea, G.; Richards-Zawacki, C. L.; Rödel, M.-O.; Rovito, S. M.; Soto-Azat, C.; Toledo, L. F.; Voyles, J.; Weldon, C.; Whitfield, S. M.; Wilkinson, M.; Zamudio, K. R. y Canessa, S. (2019) “Amphibian fungal panzootic causes catastrophic and ongoing loss of biodiversity”, Science, 363, pp. 1459-1463.

13 Lopes, P. C (2014) “When is it socially acceptable to feel sick?”, Proceedings of the Royal Society of London B: Biological Sciences, 281, 20140218.

14 Barlow, N. D. (1995) “Critical evaluation of wildlife disease models”, en Grenfell, B. T. y Dobson, A. P. (eds.) Ecology of infectious diseases in natural populations, Cambridge: Cambridge University Press, pp. 230-259; Branscum, A. J.; Gardner, I. A. y Johnson, W. O. (2004) “Bayesian modeling of animal- and herd-level prevalences”, Preventive Veterinary Medicine, 66, pp. 101-112; Nusser, S. M.; Clark, W. R.; Otis, D. L. y Huang, L. (2008) “Sampling considerations for disease surveillance in wildlife populations”, Journal of Wildlife Management, 72, pp. 52-60; McClintock, B. T.; Nichols, J. D.; Bailey, L. L.; MacKenzie, D. I.; Kendall, W. y Franklin, A. B. (2010) “Seeking a second opinion: Uncertainty in disease ecology”, Ecology Letters, 13, pp. 659-674; Camacho, M.; Hernández, J. M.; Lima-Barbero, J. F. y Höfle, U. (2016) “Use of wildlife rehabilitation centres in pathogen surveillance: A case study in white storks (Ciconia ciconia)”, Preventive Veterinary Medicine, 130, pp. 106-111.

15 Hart, B. L. (1988) “Biological basis of behavior of sick animals”, Neuroscience and Biobehavioral Reviews, 12, pp. 123-137.

16 Gopko, M.; Mikheev, V. N. y Taskinen, J. (2017) “Deterioration of basic components of the anti-predator behavior in fish harboring eye fluke larvae”, Behavioral Ecology and Sociobiology, 71.

17 Van Alphen, J. J. y Visser, M. E. (1990) “Superparasitism as an adaptive strategy for insect parasitoids”, Annual Review of Entomology, 35, pp. 59-79; Sullivan, D. J. y Völkl, W. (1999) “Hyperparasitism: Multitrophic ecology and behaviour”, Annual Review of Entomology, 44, pp. 291-315.

18 Jovani, R.; Amo, L.; Arriero, E.; Krone, O.; Marzal, A.; Shurulinkov, P.; Tomás, G.; Sol, D.; Hagen, J.; López, P.; Martín, J.; Navarro, C. y Torres, J. (2004) “Double gametocyte infections in apicomplexan parasites of birds and reptiles”, Parasitology Research, 94, pp. 155-157.

Tkach, V. V.; Snyder, S. D.; Vaughan, J. A. (2009) “A new species of blood fluke (Digenea: Spirorchiidae) from the Malayan Box turtle, Cuora amboinensis (Cryptodira: Geomydidae) in Thailand”, Journal of Parasitology, 95, pp. 743-746; Chen, H.; Kuo, R. J.; Chang, T. C.; Hus, C. K.; Bray, R. A. y Cheng, I. J. (2012) “Fluke (Spirorchiidae) infections in sea turtles stranded on Taiwan: Prevalence and pathology”, Journal of Parasitology, 98, pp. 437-439.

19 Weng, J. L. y Barrantes Montero, G. (2007) “Natural history and larval behavior of the parasitoid Zatypota petronae (Hymenoptera: Ichneumonidae)”, Journal of Hymenoptera Research, 16, pp. 327-336.