La sintiencia es la capacidad de ser afectado de manera positiva o negativa. Es la capacidad de tener experiencias. No es la mera capacidad de percibir estímulos o reaccionar a alguna acción, como en el caso de una máquina que desarrolla ciertas funciones cuando presionamos un botón. En concreto, la sintiencia o capacidad de sentir es algo diferente de la capacidad de recibir y reaccionar a dichos estímulos de manera consciente, al experimentarlos desde el interior.
Un ser consciente es un sujeto de experiencias, es decir, una entidad que puede experimentar lo que le sucede a sí misma. Un organismo puede solamente ser un sujeto de experiencias si está organizado de tal manera que tiene la capacidad de consciencia, y si hay estructuras como las de un sistema nervioso que funcionen para que surja en realidad la consciencia.
‘Ser consciente’ es sinónimo de ‘tener experiencias’. Decir que alguien tiene la experiencia de algo es equivalente a decir que es consciente de ello. En otras palabras, ser consciente es sinónimo de ser sintiente (capaz de tener experiencias positivas y negativas). Por lo tanto, cuando un individuo ya no es consciente, no puede tener experiencias por más tiempo, y deja de ser un individuo, un sujeto. Por ejemplo, cuando alguien tiene un accidente que destruye de manera irreversible la capacidad de consciente, el sujeto deja de existir, incluso si el cuerpo está todavía vivo.
La razón de que la consciencia o la sintiencia sea crucial para la moral es que las experiencias, que solamente pueden tener los seres conscientes, pueden ser positivas o negativas para los individuos que las poseen. Pueden afectar al ser para bien o para mal. Una forma similar de definir la sintiencia, por lo tanto, es la capacidad de ser dañado.
Hay algunas importantes clarificaciones que hacer sobre el significado de los términos ‘daño’ y ‘beneficio’. Hay objetos que pueden desarrollar ciertas funciones, como un martillo, y objetos que pueden desarrollar ciertas funciones para nosotros por sí mismos, como un coche. Si ocurre algo a estos objetos por lo cual ya no pueden desarrollar estas funciones, decimos que son dañados. Pero ese tipo de daño es bastante diferente a las formas en que un ser sintiente puede ser dañado. Un objeto no puede darse cuenta del daño que se la hecho, ni ser afectado por el daño de ninguna manera, puesto que el objeto no es un individuo que pueda sentir sufrimiento o disfrute.
Por lo general, las experiencias positivas se han relacionado con términos como ‘disfrute’, ‘bienestar’ o ‘felicidad’, y las experiencias negativas, con términos como ‘dolor’, ‘sufrimiento’ y otros sinónimos. Esta terminología puede ser en ocasiones engañosa, puesto que puede llevar a alguien a pensar que se refiere solamente a ciertos tipos de experiencias positivas o negativas. De manera específica, las palabras ‘disfrute’ y ‘sufrimiento’ se identifican a menudo con el placer y el dolor físico. Y, en ocasiones, se equiparan con ciertas experiencias positivas y negativas de carácter ligeramente más amplio, incluyendo el sufrimiento y el placer psicológico. Pero podrían no incluir cosas como el sentido de satisfacción que alguien siente después de finalizar un trabajo importante.
Sin embargo, todo esto puede ser confuso y engañoso. Si usamos estos términos para analizar la sintiencia, debe ser como sinónimos de cualquier tipo de experiencia positiva o negativa, de cualquier forma de consciencia de sentirse bien o mal para el individuo. Al asumir, según esto, que las experiencias negativas pueden ser denominadas de manera amplia mediante el término ‘sufrimiento’, y las experiencias positivas mediante el término ‘disfrute’, se puede concluir que otro nombre para ‘sintiencia’ puede ser ‘capacidad de sufrir y disfrutar’. Quienes prefieran usar los términos ‘sufrimiento’ y ‘disfrute’ en un sentido más restringido (como el referido solamente a los dolores y placeres físicos), no deberían emplear la expresión ‘capacidad de sufrir y disfrutar’ como sinónima de sintiencia. Quienes emplean esta expresión la usan a menudo para referirse a la sintiencia, es decir, aludiendo a todos los tipos de experiencias positivas y negativas.
Otro sinónimo de ‘consciente’ o ‘sintiente’ empleado en ocasiones es ‘tener estados mentales’. Un estado mental puede ser solamente experimentado por una mente. Una mente es sencillamente un sujeto de experiencias. Un estado mental es, por lo tanto, cualquier tipo de experiencia, incluso una muy simple como sentir un dolor o placer físico. Pero a menudo se emplea la palabra ‘mente’ de una diferente manera, para aludir a determinadas funciones cognitivas complejas o determinadas capacidades intelectuales complejas asociadas con el pensamiento y el aprendizaje. En este sentido, el término ‘mente’ significa algo muy diferente de los términos ‘sintiencia’ y ‘consciencia’. Poseer determinadas capacidades intelectuales complejas no se requiere para tener lo que es denominado de manera técnica un estado mental; todo lo que se requiere es la posesión de consciencia, aunque haya una carencia de muchas otras facultades cognitivas. Teniendo en cuenta esto, hay razones fuertes para pensar que muchos animales no humanos tienen estados mentales.
Allen, C. & Bekoff, M. (1997) Species of mind: The philosophy and biology of cognitive ethology, Cambridge: MIT Press.
Bateson, P. (1991) “Assessment of pain in animals”, Animal Behaviour, 42, pp. 827-839.
Bonica, J. (1990) The management of pain, 2nd ed., Philadelphia: Lea and Febiger.
Broom, D. M. (1991) “Animal welfare: Concepts and measurement”, Journal of Animal Science, 69, pp. 4167-4175.
Chandroo, K. P.; Duncan, I. J. H. & Moccia, R. D. (2004) “Can fish suffer?: Perspectives on sentience, pain, fear, and stress”, Applied Animal Behavior Science, 86, pp. 225-250.
Dawkins, M. S. (1980) Animal suffering: The science of animal welfare, London: Chapman and Hall.
DeGrazia, D. (1996) Taking animals seriously: Mental life and moral status, Cambridge: Cambridge University Press.
DeGrazia, D. & Rowan, A. (1991) “Pain, suffering, and anxiety in animals and humans”, Theoretical Medicine and Bioethics, 12, pp. 193-211.
Griffin, D. R. (1981) The question of animal awareness, Los Altos: William Kaufman.
Griffin, D. R. (1992) Animal minds, Chicago: Chicago University Press.
Rollin, B. E. (1989) The unheeded cry: Animal consciousness, animal pain, and science, Oxford: Oxford University Press.
Sherwin, C. M. (2001) “Can invertebrates suffer? Or, how robust is argument-by-analogy?”, Animal Welfare, 10 (suppl. 1), pp. 103-118.
Sneddon, L. U. (2004) “Evolution of nociception in vertebrates: Comparative analysis of lower vertebrates”, Brain Research Reviews, 46, pp. 123-130.
Vinding, M. (2014) A copernican revolution in ethics, Los Gatos: Smashwords, [pp. 4-17, referencia: 1 de julio de 2014].
Weary, D. M.; Niel, L.; Flower, F. C. & Fraser, D. (2006) “Identifying and preventing pain in animals”, Applied Animal Behaviour Science, 100, pp. 64-76.
Weiskrantz, L. (1995) “The problem of animal consciousness in relation to neuropsychology”, Behavioral Brain Research, 71, pp. 171-175.