Sufrir y morir es perjudicial para los seres humanos. Pero también lo es para otros animales sintientes. A día de hoy no tenemos ninguna duda de que estos también pueden sentir y sufrir. Sin embargo, se los explota de formas que les provoca un terrible sufrimiento. Un gran número de animales utilizados para elaborar productos como carne, huevos, productos lácteos, miel, cuero o seda mueren cada año después de una vida terrible.
La buena noticia es que podemos evitarlo. Una alimentación vegana bien planificada es saludable durante todas las etapas de la vida. Así que podemos evitar causar este sufrimiento y muerte a los animales. Entonces ¿por qué no intentarlo?
Hoy en día la mayoría de la gente rechaza prácticas como las peleas de perros y otras formas de abuso a los animales. Pero, si lo pensamos bien, podemos ver que los animales explotados en granjas y mataderos sufren una suerte similar o peor. Sufren terriblemente y son privados de sus vidas. Por esta razón un número cada vez mayor de personas está optando por sustituir los productos de origen animal por alimentos veganos.
También existe una forma sencilla de evaluar si una situación determinada, en la que algunos obtienen beneficios mientras que otros se ven perjudicados, es justa. Podemos ponernos, en primer lugar, en la situación de los afectados, y luego en la de los beneficiados, y tratar de valorar si consideramos que vale la pena provocar ese daño a los primeros. Si nos ponemos en el lugar de los animales que explotamos, difícilmente pensaríamos que vale la pena. Supongamos que para disfrutar del sabor de ciertos productos animales tuviéramos que soportar los daños que sufren los animales en las granjas y los mataderos. Es evidente que nunca lo aceptaríamos.
Como sabrás, en algunos países se comen gatos y perros. En estos sitios se somete a estos animales a terribles sufrimientos, encerrándolos en diminutas jaulas y matándolos la mayor parte de las veces a golpes. Esto, con razón, provoca indignación. Sin embargo, debemos tener en cuenta que otros animales que se suelen utilizan para el consumo, y que tienen vidas igual de duras que esos perros y gatos, pueden sufrir y disfrutar como ellos. Los animales como los pollos (que son la mayor parte de animales explotados en las granjas en la actualidad), las vacas, los cerdos y los conejos viven confinados en pequeños espacios donde apenas pueden moverse. Los que están enfermos no reciben tratamiento y, a menudo, mueren sufriendo una gran agonía. Finalmente son transportados en condiciones de hacinamiento a mataderos, donde mueren con dolor y miedo, a veces hervidos o desollados mientras siguen con vida. Esto sucede cuando aún son muy jóvenes.
Teniendo en cuenta todo esto, no hay ninguna razón para pensar que lo que le ocurre a estos animales es menos terrible que lo que ocurre a otros, como los perros y los gatos, que solo son explotados para consumo en algunos lugares.
Los peces tienen un sistema nervioso centralizado que los hacen sintientes (conscientes). Esto ha sido avalado por numerosos estudios que han demostrado de manera consistente que los peces poseen la capacidad de sufrir y disfrutar, al igual que los mamíferos, las aves, los reptiles y otros animales, al contrario de lo que algunas personas creen. Pero no solo los peces tienen la capacidad de sufrir y disfrutar, sino también otros animales acuáticos, incluidos muchos invertebrados que igualmente se capturan para consumo. Puedes leer más sobre qué animales son sintientes aquí.
Debido a que el número de animales que se pescan o se explotan en piscifactorías es enorme, podemos marcar una gran diferencia si elegimos no comerlos.
Los huevos no son seres sintientes, por lo que comer un huevo no supone ningún daño para esto. Sin embargo, la producción de huevos supone un gran daño para las gallinas. En primer lugar debemos tener en cuenta que la gran mayoría de gallinas que se utilizan para poner huevos en la actualidad viven en granjas donde sus vidas son realmente espantosas. Puedes obtener aquí más información sobre este tema. Además, a las gallinas se les mata de manera sistemática y son reemplazadas por otras más jóvenes cuando disminuye su producción de huevos (realmente podrían poner más durante años, pero resulta más rentable cambiarlas por nuevas gallinas que pongan más huevos que las adultas). Si bien las gallinas pueden vivir hasta quince años, es habitual que en las granjas industriales las maten después de dos años de vida, y después de los seis años en otros tipos de granjas.
Por último, debemos tener en cuenta también que por cada gallina utilizada para poner huevos, hay un pollito que muere. Esto se debe a que las gallinas que ponen huevos son de un tipo seleccionado para poner gran cantidad de huevos, mientras que los pollos que se usan como comida son de una raza diferente. Esto significa que todos los pollitos macho que nacen en la industria del huevo son matados nada más nacer (aproximadamente la mitad de los animales que nacen).
No hay razón para contribuir a esta situación. Podemos evitarlo consumiendo otro tipo de productos.
Existe una gran variedad de productos que pueden sustituir el huevo a la hora de cocinar: un plátano triturado o 50 gramos de puré de manzana pueden reemplazar un huevo en la repostería; dos cucharadas de puré de patatas instantáneo pueden reemplazar un huevo en otras recetas; y muchos otros productos sustitutivos del huevo se pueden utilizar para cocinar y hornear.
De manera intuitiva parece que el consumo de leche no debería dañar a las vacas. Pero, por desgracia, la realidad es totalmente distinta, tal y como explicamos aquí.
Hoy en día existen muchas bebidas vegetales como las de soja, avena o arroz, entre otras, además de quesos y yogures veganos, por lo que en la actualidad es más fácil que nunca renunciar al consumo de los productos lácteos.
Tenemos razones muy importantes para rechazar el consumo de invertebrados o sus productos, puesto que muchos de ellos tienen un sistema nervioso complejo, lo que significa que son capaces de experimentar dolor. Un gran número de abejas sufren debido la explotación de los seres humanos para producir miel y otros productos. En lugar de miel, podemos utilizar otros productos similares, como el néctar de agave, la melaza o el jarabe de arce. Cada año se utilizan un gran número de abejas para elaborar miel y otros productos derivados. Además, en la actualidad la cría de insectos para alimentación está creciendo de forma alarmante en todo el mundo. Esto implica criar y matar a un gran número de individuos, por lo que es muy importante oponerse a esta práctica.
Si bien parece claro que los animales como las abejas son sintientes, algunas personas tienen dudas sobre si otros invertebrados lo son, como los mejillones. Pero existen evidencias que sugieren que estos animales también pueden ser sintientes. Si es así, al no comerlos estaríamos evitando causarles un posible daño innecesario. Es importante tener en cuenta que, en el caso de otros moluscos, como los pulpos o los calamares, las pruebas de que son seres sintientes son abrumadoras. Las esponjas, sin embargo, son animales que carecen de sistema nervioso y, por lo tanto, no son seres sintientes.
Las bacterias son organismos vivos, pero no seres sintientes. Estas no poseen neuronas ni un sistema nervioso centralizado que les permita tener experiencias conscientes. Los organismos no sintientes no pueden ser perjudicados ni beneficiados por nuestras acciones u omisiones. Por lo tanto, matar bacterias dañinas para otros animales no representa un problema ético.
Las setas y la levadura son hongos, organismos vivos que, como las plantas y las bacterias, no son sintientes, no pueden sentir dolor ni tener ninguna otra experiencia consciente. Por lo tanto, son alimentos veganos.
La mayoría de las técnicas de agricultura orgánica implican dañar de manera directa o indirecta a los seres sintientes. Los métodos como el “control biológico” implican hacer que ciertos animales depreden a otros para nuestro beneficio. Desde el punto de vista de los seres sintientes que se matan de esta manera, esto no supone una diferencia con respecto al uso de pesticidas, por ejemplo. De una forma u otra, los animales terminan siendo dañados o matados, a menudo de una forma dolorosa. Rechazar el especismo significa que debemos buscar constantemente formas de resolver nuestros problemas que causen el menor daño posible a los otros individuos sintientes.