Los seres humanos somos capaces de experimentar sufrimiento y sentir placer. Es por ello por lo que podemos ser perjudicados o beneficiados según las formas en que somos tratados por el resto. Esto es algo de lo que somos bien conscientes, por lo que no aceptamos que alguien nos cause un daño injustificado. Por lo tanto, parece incorrecto que alguien se aproveche de otra persona. Esta es la razón por la que la esclavitud se considera injusta e inaceptable.
Los animales no humanos también son capaces de sufrir y disfrutar. Es injusto oponerse al sufrimiento humano mientras se acepta el sufrimiento de los animales no humanos como si simplemente fuera un hecho de la vida.
Si se argumenta que la discriminación y la explotación de animales no humanos se justifica porque son menos inteligentes, o porque somos más fuertes o tenemos más poder, entonces tendríamos que aceptar que esto también se aplique a los seres humanos menos inteligentes o fuertes. Ello implicaría una discriminación de quienes tienen más y menos edad, quienes tienen discapacidades, y quienes sufren enfermedades. ¿Quién aceptaría eso?
Se explica este argumento con más detalle en El especismo es injustificado.
El especismo es la discriminación de quienes pertenecen a una determinada especie. Esto incluye infravalorar la vida de un ser o pasar por alto su sufrimiento porque no pertenece a una cierta especie, como la humana.
El especismo es similar al racismo y el sexismo. El sexismo supone despreciar los intereses del resto únicamente por no pertenecer al mismo sexo, y el racismo es el desprecio de los intereses del resto por tener un cierto color de piel. El especismo supone ignorar los intereses de otros seres simplemente por no pertenecer a la misma especie, o a otras especies privilegiadas.
Claramente las características del sexo, del color de piel y de la especie no son moralmente relevantes para determinar si debería o no preocuparnos que alguien sufra perjuicios o beneficios debido a nuestras acciones. Otra razón recurrente para ignorar los intereses de los animales, como el nivel de inteligencia, tampoco justifica la discriminación. En la agonía de la muerte, comprender álgebra es de poco alivio, y la felicidad no está limitada a quienes escriben poesía.
Respetar a otros seres significa preocuparse sobre cómo les pueden afectar nuestras acciones. La sintiencia (capacidad de sufrir y disfrutar) es el único factor relevante para determinar si la vida de alguien puede sufrir beneficios o perjuicios. Los demás factores afectan a las formas particulares en las que alguien puede sufrir beneficios o perjuicios, pero no a la capacidad real de sufrirlos.
Por ejemplo, si te gusta leer y alguien te restringe el acceso a libros, vas a sufrir. Un perro, por otro lado, no sufrirá por no tener acceso a libros porque no puede leer, y ni siquiera es consciente de qué es leer. Pero el hecho de que puedas leer determina solamente una de las formas en particular en que puedes sufrir perjuicios. No determina en absoluto que puedas sufrir o no perjuicios. Un perro podría sufrir si no tiene algo que masticar, y un gato si no tiene nada que rascar. Probablemente tú no. El deseo de leer, y la necesidad de masticar o rascar no son relevantes para la capacidad de sufrir y disfrutar. Las rocas, las plantas y algunos animales como las esponjas no tienen esta capacidad porque no tienen ninguna forma de consciencia (el requisito previo de la sintiencia) que les permita sentirse bien o mal. Los animales con los que tenemos mayor familiariedad sí tienen esta capacidad.
La mayoría puede ver y darse cuenta de que los animales no humanos están sufriendo o contentos, observando su comportamiento. Por ejemplo, llorar y se quejan al lesionarse, o intentan alejarse de la situación dañina. Dado que sus respuestas al dolor físico son similares a las de los seres humanos, puede deducirse con facilidad que están padeciendo dolor. Sería poco razonable pensar que no sufren.
También hay razones científicas más profundas para concluir que los animales no humanos sufren. Estas razones están en su fisiología. Lo que hace que un animal pueda sufrir o sentirse bien es la posesión de un sistema nervioso centralizado que pueda codificar información compleja. Muchos animales tienen sistemas nerviosos de este tipo. Esto les permite experimentar el mundo, sentir y ser conscientes de lo que les está sucediendo. Son seres conscientes. La consciencia es lo que les permite experimentar el sufrimiento, a diferencia de otros seres vivos como las plantas, hongos, microorganismos y animales sin sistema nervioso centralizado, como las hidras. Los sistemas nerviosos no centralizados solamente transmiten información relativa a posibles cambios en el medio ambiente. La información es transmitida a las células nerviosas de los animales, pero sin la experiencia sensorial, porque la información no es codificada y convertida en experiencias.
La razón por la que somos capaces de sufrir y disfrutar es porque tenemos un sistema nervioso centralizado. Cuando algo nos sucede, se transmite cierta información a través de los nervios a nuestro cerebro, que luego se codifica y se convierte en experiencias. Si esto no sucediera, no sufriríamos ni seríamos capaces de disfrutar nuestras experiencias. Para que un animal tenga experiencias conscientes es esencial que tenga un sistema que codifique información fisiológica.
Las plantas y los hongos, al igual que otros organismos vivos, como las bacterias, arqueas y protozoos, no pueden sufrir ni disfrutar, porque carecen de sistemas nerviosos centralizados.
Hay quienes dicen que las plantas “buscan” la luz del sol, y que eso supone que las plantas sienten. La realidad es que simplemente están reaccionando a estímulos. El mercurio en un termómetro también reacciona elevándose al quedar expuesto a una fuente de calor. ¿Esto implica que el mercurio experimenta sensaciones? Por supuesto que no.
Los mecanismos biológicos funcionando en las plantas son, obviamente, mucho más complejos que el funcionamiento de un termómetro. Pero, al igual que los termómetros, las plantas no tienen las estructuras necesarias para dar lugar a la consciencia. Por lo tanto, no son capaces de tener experiencias positivas o negativas, y no pueden sufrir perjuicios o beneficios debido a nuestras acciones.
Los seres conscientes tenemos la capacidad de tener experiencias de todo tipo, y aprender de las cosas que nos suceden. Esta capacidad incluye una amplia variedad de sentimientos (agua fría en la mano), emociones (la alegría de ver un amanecer) y pensamientos (como el razonamiento a través de un problema). Esta habilidad es la que nos permite percibir los daños y beneficios.
Supongamos que alguien perdió la consciencia para siempre, y dejó de ser capaz de tener experiencias. Al sufrir un accidente, su cerebro está completamente dañado de tal forma que no puede recuperar la consciencia, pero su cuerpo permanece vivo. En dicho estado esa persona no tendría la capacidad de preocuparse por lo que le pase a su cuerpo. Hay a quienes les puede importar que el cuerpo se mantenga vivo y, si estuviera consciente, podría haber tenido preferencias respecto a lo que hacer con respecto a su cuerpo en dicho situación. Pero, en ese estado de inconsciencia, no podría importarle nada.
Esto demuestra que estar vivo no es valioso simplemente por sí mismo. Es valioso solamente porque nos permite tener experiencias. Si la muerte nos daña es precisamente por esta razón. Si nos matan, se nos impide tener experiencias que podríamos haber tenido de otra manera. Sin embargo, mantenerse con vida no le importaría a un organismo vivo que no va a tener ninguna experiencia, como en el ejemplo de la víctima de un accidente. Lo mismo sucede con los seres vivos, como las plantas, que son incapaces de tener experiencias conscientes.
En términos de las habilidades que poseen, algunos seres humanos son similares a ciertos animales no humanos. Por ejemplo, la capacidad de un un ser humano de poca edad para razonar es muy similar a la de muchos animales no humanos. Ciertas habilidades de los seres humanos adultos son también similares a las de otros animales y, en algunas áreas, como pruebas de memoria visual, algunos animales no humanos obtienen mejores resultados que los seres humanos. Sin embargo, en lo relativo a la capacidad de sentir, los seres humanos y otros animales sintientes son iguales. Es esta capacidad la crucial, porque cualquier ser sintiente debe importarnos.
Sugerir que tal comparación es insultante revela ciertos prejuicios que los seres humanos tenemos sobre los animales no humanos. Ser llamado “animal” se considera algo negativo, y hay quienes consideran que cualquier asociación entre seres humanos y animales es ofensiva. Esto a pesar del hecho de que los seres humanos ¡también somos animales! En nuestro discurso diario, utilizamos ciertas expresiones que revelan esta actitud: “mudo como un asno”, “sucio como un cerdo”… Se utiliza “gallina” como sinónimo de cobarde, y “brutalidad” o “bestialidad” (de bruto y bestia, respectivamente, ambos términos despectivos para “animal”) significan “crueldad”. Algunos hombres consideran que es ofensivo ser comparados con mujeres, y expresiones como “lloró como una mujer” son comunes para insultar a los hombres. Sin embargo, esto no significa que los objetos de tales comparaciones (cerdos, gallinas y mujeres) sean de alguna manera inferiores. Más bien, el uso de un lenguaje despectivo como este ejemplifica el sesgo que existe hacia ciertos individuos, tanto humanos como animales no humanos.
Ser humano no es ser mejor que otro animal. Simplemente es diferente en algunos aspectos, y similar en otras formas a los animales no humanos.
¡Al contrario! Si se pregunta a quienes ven degradante la equiparación con los animales por qué creen eso, por lo general tratan de justificar su desconsideración por los animales basándose en la afirmación de que estos carecen de ciertas habilidades intelectuales. Sin embargo, este argumento, aplicado de manera consistente, también negaría completamente la consideración moral de los seres humanos que carecen de las capacidades intelectuales humanas de media. Esta posición discrimina de manera implícita a muchos seres humanos, aunque esta no es la intención inicial de las personas que utilizan este argumento.
El respeto no debe depender de si se tienen o no ciertas habilidades cognitivas. Quienes defienden el especismo utilizando la inteligencia u otras capacidades relacionadas con ella, como la capacidad lingüistica o el pensamiento simbólico, insultan de manera involuntaria a quienes tienen discapacidad intelectual y a los seres humanos de poca edad, tal como insultan a los animales no humanos.
Algunos animales son discriminados en comparación con otros. Por ejemplo, en los países occidentales se considera inaceptable comer perros y gatos, pero no hay problema con criar y matar cerdos, pollos o peces con el propósito de comerlos. Sin embargo, al igual que los perros y gatos, todos los demás animales sintientes son también individuos con la capacidad de sufrir y sentir alegría. Quieren vivir.
La forma más común de especismo es el antropocentrismo, la discriminación de los animales no humanos en comparación con los seres humanos. Pero cuando algunos animales son tratados mejor que otros, como los perros y gatos en Occidente, es también una forma de especismo. Cualquier animal sintiente puede sufrir y disfrutar; por lo tanto, es injustificado discriminar a cualquiera de ellos.
Se afirma de manera habitual que la falta de preocupación por los animales es simplemente como es, y no va a cambiar.
Esta afirmación es simplemente injustificada. En todo el mundo, un creciente número de personas están rechazando el especismo. Es un movimiento en auge. Hace unas décadas, el término especismo ni siquiera existía. Ahora, sin embargo, millones de personas en todo el mundo piensan que los animales deben ser respetados. Estas personas están mostrando la injusticia del especismo. Es poco realista creer que no pueden suponer un cambio. Sin duda, pueden conseguirlo.
Reivindicaciones similares a esta se han hecho en otras épocas de la historia. Por ejemplo, cuando a las mujeres se les negaba la posibilidad de votar, había quienes decían que los derechos de las mujeres nunca avanzarían, y que el sufragio no se concedería a los miembros de ambos sexos. Con el tiempo, las situaciones sociales y las formas de pensar cambiaron y, de una generación a otra, las circunstancias e instituciones que parecían inalterables han desaparecido de manera gradual. Aunque nos gustaría que los cambios ocurrieran de manera rápida, este es un proceso lento. Pero también precisamente por eso debemos comenzar ahora a exigir derechos para los animales no humanos. La perseverancia lleva al progreso.
La respuesta breve es «no».
No es necesario sentir una simpatía especial por alguien para respetarlo como un sujeto con intereses individuales. Cuando Martin Luther King, Jr. y otras personas lideraron la marcha en Washington, había personas blancas marchando por los derechos de la población negra en Estados Unidos, en apoyo a individuos que no conocían, y que nunca conocerían en persona.
La justicia no es una cuestión de simpatía. La simpatía puede motivar a la gente a enfrentarse a la injusticia, pero el núcleo de la justicia se basa en la consideración imparcial de los intereses. Si ese no fuera el caso, un juzgado podría dictar sentencias condenatorias o absolutorias en función de la simpatía de quien va a juicio, una posición que consideramos injusta.
No es necesario querer a un grupo diferente de personas para afirmar que deben ser respetadas. Lo mismo se aplica a los animales no humanos.
Por otra parte, a nadie se le puede exigir que quiera a otro individuo, ya sea alguien de su vecindario, una persona a la que no conoce, una rana o una ardilla. A nadie se le puede exigir que sea un “amante de los animales”. Y no hay razón para que esto sea necesario, ya que los gustos personales son un asunto privado.
Se puede esperar que evitemos dañar al resto, ya sean animales no humanos o seres humanos. Es simplemente una cuestión de respeto.
Algunas personas piensan que deberíamos ayudar primero a los seres humanos que están sufriendo, antes de ofrecer ayuda a los animales. Esto supone que los intereses de los seres humanos son más importantes que los de otros animales. Pero no hay motivos para considerar que esto sea así. Los animales de otras especies no sufren menos que los seres humanos, y no debemos ignorar o subestimar sus intereses. ¿Realmente diríamos que no debemos preocuparnos por el sufrimiento de las mujeres porque los hombres siguen sufriendo? ¿O que la angustia de quienes tienen otro color de piel no es importante, ya que muchas personas con nuestro color de piel están sufriendo de alguna manera? Un mal no disminuye otro; la mala situación de muchos seres humanos no significa que podamos justificar la explotación animal, o considerarla de menor importancia. ¡El número de animales muertos para ser usados como comida en una semana supera a toda la población humana!
En primer lugar, debemos señalar que alguien puede tener derechos legales y seguir siendo víctima de discriminación. Los grupos minoritarios en muchos países son discriminados a diario. Quienes pertenecen a estos grupos pueden tener derechos, pero no igualdad. Si los derechos no abordan las cuestiones que subyacen a la igualdad de trato, sus beneficios serán limitados. Además, no es posible crear leyes que protejan contra todo tipo de discriminación, en particular contra aquellas que tienen lugar en la vida privada. Por ejemplo, hay quienes desaniman a sus hijas de tener una relación con alguien de una clase económica diferente sin por ello infringir ninguna ley.
Los animales no humanos sufren daños terribles. Miles de millones son matados cada año por los seres humanos para obtener comida, ropa y entretenimiento. Muchos más sufren y mueren en situaciones en las que podríamos ayudarlos fácilmente, pero no lo hacemos. Claramente no tienen ninguna protección legal importante.
Los sistemas jurídicos actuales establecen una línea divisoria entre quienes tienen derechos, de una parte, y los bienes, de otra; siendo los bienes cosas que pueden utilizarse en beneficio propio. En la actualidad, los animales no humanos se consideran bienes, es decir, propiedades. Legalmente las propiedades no puede tener derechos. Algunas entidades no sintientes tales como corporaciones, e incluso algunos ríos y libros religiosos se consideran personas y tienen de hecho más derechos legales que los animales no humanos.
Hay ciertas regulaciones sobre cómo los animales pueden ser explotados. Por ejemplo, la ley en muchos países dice (aunque no siempre se hace cumplir) que un animal debe ser aturdido en un matadero antes de ser matado. Esto puede ofrecer un cierto alivio del sufrimiento y del miedo durante la muerte, pero ciertamente no significa que tengan derechos legales que les proporcionen una protección amplia. Después de todo, el aturdimiento no cambia el hecho de que se pueda matar al animal de manera legal dentro de las paredes del matadero.
En el pasado existían ciertas limitaciones con respecto a las formas de utilizar a quienes sufrían esclavitud, y hay leyes que hoy limitan las formas en las que podemos utilizar las propiedades. Por ejemplo, los dueños de tierras tienen que seguir las regulaciones que dictan cómo pueden utilizarlas. Las restricciones de zonificación que restringen la altura de los edificios, y limitan la capacidad de verter productos desechados en el suelo son dos ejemplos. Sin embargo, ni las víctimas de esclavitud ni las tierras han tenido derechos. Un ser con derechos legales no puede ser considerado propiedad ni ser usado como tal.
Las leyes reconocen tanto los derechos positivos como los negativos. Los derechos negativos, como el derecho a no ser asesinados o esclavizados, nos protegen contra daños que el resto puede infligirnos. Los derechos positivos, como el derecho a ser atendidos en caso de una emergencia médica, nos dan derecho a que se nos ayude. Si rechazamos la injusticia del especismo, y si afirmamos que los seres humanos deben tener tanto derechos negativos como positivos, como ocurre en la actualidad, entonces debemos concluir que otros animales también deben tener tanto derechos positivos como negativos en nuestro sistema legal, cosa que actualmente no sucede.
El hecho de que algo haya estado sucediendo durante mucho tiempo o siempre no lo hace aceptable. Durante generaciones el injusto sistema feudal de la Edad Media estaba extendido por toda Europa. En ciertas partes del mundo, los niños son circuncidados de acuerdo con tradiciones profundamente arraigadas. En otros lugares las mujeres son consideradas la propiedad de sus padres o maridos. La esclavitud y el racismo están lejos de ser erradicados. La afirmación de que algo se ha «hecho siempre» no justifica la discriminación.
Hay varias cosas que puedes hacer:
Puedes elegir vivir sin participar en la explotación animal. Para obtener más información, consulta ¿Qué es el veganismo?
Puedes ayudarnos a difundir las injusticias que sufren los animales no humanos, compartiendo nuestras publicaciones en Facebook, Twitter e Instagram.
También puedes defender de manera activa a los animales. Puedes colaborar con quienes ya los están defendiendo, y contribuir a poner fin al especismo. Es necesario dar a conocer la situación de los animales no humanos, y explicar al resto cómo y por qué los animales no humanos deben ser respetados. Para ello puedes colaborar con Ética Animal o con otras organizaciones antiespecistas. No dudes en contactarnos.