En este capítulo aprenderemos diferentes teorías éticas, como el consecuencialismo, el deontologismo, o teorías que apelan al carácter moral. Veremos cómo a pesar de sus diferencias, todas son compatibles con una plena consideración moral de los animales. Por lo tanto, deberíamos mantener una postura de cuestionamiento del especismo independientemente de la teoría moral que sigamos.
También disponible en nuestro libro electrónico, complementario al curso en vídeo Introducción al sufrimiento de los animales salvajes.
En los capítulos anteriores vimos qué es el especismo, la discriminación de quienes no pertenecen a una cierta especie, así como los principales argumentos a favor y en contra de no dar consideración moral a los animales. En este capítulo analizaremos las principales teorías éticas actuales, y mostraremos que todas ellas son compatibles con el hecho de dar consideración moral plena a los intereses de los animales no humanos. Parte del trabajo de la ética es detectar contradicciones entre las diferentes posiciones morales que podemos sostener, y valorar cuáles de ellas deben prevalecer sobre otras. Por ejemplo, si afirmamos por un lado que deberíamos respetar a todos los seres que pueden sufrir y por otro lado que podemos explotar a los animales no humanos, estaremos incurriendo en una contradicción. Además, podemos preferir algunas formas de actuar por otras razones, como el hecho de que sean consistentes con otros puntos de vista morales que sostenemos. Las teorías éticas son el resultado de esta reflexión sobre cómo deberíamos actuar. Existen muchas teorías éticas diferentes, que difieren entre sí en cómo indican que habría que actuar, así como por los argumentos que usan para defender esto. En este capítulo veremos las principales teorías éticas y la forma en que la consideración moral de los animales puede ser evaluada conforme a ellas.
En muchas situaciones las diferentes teorías éticas están en desacuerdo al respecto de cómo deberíamos actuar. Por ejemplo, según algunas posiciones, mentir es siempre malo, con independencia de las consecuencias. Según otras, que mentir sea bueno o malo depende de la situación y de los resultados para los seres afectados por la mentira. A pesar de las diferencias, las teorías éticas más aceptadas pueden defender la consideración moral de los animales no humanos. Todas ellas pueden rechazar el especismo. Los principales argumentos contra el especismo que examinamos en los primeros capítulos de esta segunda parte del libro, que tratan de cómo decidimos a quién tener en consideración moral, pueden aplicarse en el marco de todas estas teorías, no son específicos de una teoría en concreto. Sin embargo, cada teoría posee también sus propios argumentos, diferentes del resto, puesto que cada una tiene razones propias por las que deberíamos actuar de determinadas maneras, y no de otras.
La mayoría de las teorías éticas se pueden agrupar en uno (o a veces en varios) de los siguientes paradigmas: teorías consecuencialistas, teorías deontologistas y teorías que apelan al carácter moral.1 Vamos a ver en qué consisten.
(1) Las posiciones consecuencialistas afirman que lo que deberíamos hacer depende de cuales sean las acciones que provocan que la situación sea mejor o menos mala. Sostienen, por ejemplo, que deberíamos reducir el sufrimiento, aumentar la felicidad o reducir la desigualdad. Robin Hood, por ejemplo, puede seguir una posición consecuencialista cuando roba a los ricos para dar a los pobres. Sus acciones se guían por el principio según el cual deberíamos actuar de una forma que reduzca la desigualdad, que promueva la felicidad general, o que reduzca el sufrimiento; y rechaza la convención moral de que robar siempre está mal.
(2) Las posiciones deontologistas afirman, en lugar de lo anterior, que existen determinadas acciones que debemos realizar, u otras que no debemos realizar, incluso si como consecuencia provocamos que la situación sea peor. También pueden prohibir ciertas acciones aunque la consecuencia de adoptarlas sea positiva. Alguien con una posición deontologista podría pensar que nunca debería mentir, ni siquiera para proteger a alguien de un daño. O que está mal perjudicar a alguien que es inocente incluso si haciéndolo se puede conseguir que la situación sea mejor para todo el resto.
(3) Las éticas del carácter son un tercer tipo de planteamiento, basado en la afirmación de que deberíamos tener un carácter moral apropiado, y actuar conforme a este. Estas éticas suelen acentuar la importancia de desarrollar determinadas cualidades morales, como la benevolencia, y de actuar de una forma que exprese dichas cualidades.
Hay diferentes teorías que se agrupan dentro de cada uno de estos paradigmas. Veremos ahora lo que defienden, y cómo son compatibles con un rechazo del especismo.
Hemos visto que el consecuencialismo es un grupo de teorías. Un ejemplo de teoría consecuencialista es el utilitarismo. Lo que defiende el utilitarismo es, en pocas palabras, que deberíamos aumentar la cantidad total de felicidad, y reducir la cantidad total de sufrimiento. Esta teoría tiene en cuenta todos los placeres y todo el sufrimiento por igual, con independencia de quien los experimenta, puesto que dar más importancia al sufrimiento de algunos seres frente a otros no conseguiría el mejor resultado.2 Lo que vemos con esto es que es imposible lograr lo que busca el utilitarismo sin considerar a todos los seres sintientes por igual.
Hay otras teorías éticas que son compatibles con diferentes paradigmas. Una de ellas es el igualitarismo, del cual existen versiones tanto consecuencialistas como deontológicas. El igualitarismo es un grupo de teorías éticas que defienden, no la homogeneidad, sino la reducción de la desigualdad en el reparto de los bienes y de los daños. Quienes defienden el igualitarismo pueden afirman que la igualdad es buena porque la desigualdad es mala en sí misma, o porque es injusta.
Según el igualitarismo, es mejor que las vidas de todos los seres tengan un nivel satisfactorio de felicidad, en lugar de que algunos individuos disfruten de situaciones paradisíacas mientras que otros sufran en una muy mala situación. Esto ocurriría incluso si en la segunda situación la suma total de felicidad menos sufrimiento fuera mayor. Lo que importa para el igualitarismo no es solo que la cantidad total de felicidad sea lo más alta posible, sino también que la mala situación de quienes se encuentran peor mejore tanto como sea posible.
Debido a que el igualitarismo se preocupa por la igualdad, se opone a posiciones que defienden una consideración desigual de los intereses. Como otras posiciones éticas, el igualitarismo implica que los intereses de los animales no humanos sean tenidos en cuenta de la misma manera que los intereses de los seres humanos. Alguien que defienda el igualitarismo de manera consistente debería sostener que tenemos razones de más para preocuparnos por los intereses de los animales no humanos. Estas se deben a que los animales no humanos suelen encontrarse en una situación mucho peor que los seres humanos. Por ello, para promover mejor la igualdad, alguien que defienda el igualitarismo debería dar una importancia extra a darles ayuda.3
Una posición similar al igualitarismo se llama “prioritarismo”. Este planteamiento no se preocupa por la desigualdad en sí, sino que se centra en dar prioridad a mejorar la situación de quienes están peor. Por lo tanto, las consecuencias prácticas en cuanto a los animales no humanos coinciden con las del igualitarismo.4
Otro grupo de teorías éticas que abarca diferentes posiciones, incluyendo tanto consecuencialistas como deontológicas, es el de las teorías éticas basadas en el sufrimiento. Estas posiciones mantienen que reducir el sufrimiento tiene prioridad sobre otras cosas, como la promoción de la felicidad. Según las posturas basadas en el sufrimiento, la generación de sufrimiento, o al menos de sufrimiento extremo, no se ve compensada por la promoción de experiencias de disfrute.
Hay diferentes éticas basadas en el sufrimiento. Algunas de ellas entran dentro del llamado “consecuencialismo negativo”. Este nombre se deriva del hecho de que estas posiciones dan a la reducción de lo negativo (como el sufrimiento) prioridad sobre la promoción de lo positivo (como el placer). Una teoría consecuencialista negativa es el utilitarismo negativo. Este defiende reducir el sufrimiento tanto como sea posible, con independencia de quienes lo experimenten. Otras formas posibles de consecuencialismo negativo incluyen el prioritarismo negativo, y las posiciones igualitaristas que se centran en reducir las cosas negativas pero ponen el énfasis en ayudar a quienes más sufran. El nombre de esta última posición es igualitarismo consecuencialista negativo; negativo porque prioriza reducir el sufrimiento, consecuencialista porque busca que suceda aquello mejor o menos malo, e igualitarista porque se preocupa por la igualdad. Asimismo, existen otras posiciones centradas en el sufrimiento que no son consecuencialistas. Una de ellas sería aquella según la cual debemos seguir la regla deontológica de reducir el sufrimiento. O la que dice que reducir el sufrimiento es lo que haría alguien que tuviese un carácter virtuoso o una actitud de cuidado por el resto.
Estas posturas no son compatibles con ignorar los intereses de los seres que pueden sufrir. Ignorar el sufrimiento de alguien equivale a no considerar parte del sufrimiento en el mundo. Por ello, ignorar el sufrimiento animal es incompatible con conseguir los objetivos de estas teorías. En pocas palabras, es imposible sostener una posición que da importancia a reducir el sufrimiento si no se tiene en cuenta el sufrimiento animal.5
Otras teorías defienden que los individuos tienen derechos. Estas son compatibles tanto con posiciones consecuencialistas como deontológicas, aunque en casi todos los casos se defienden desde posiciones deontológicas. Las teorías de los derechos afirman que hay cosas que no podemos hacer a los individuos, porque estos poseen derechos morales. Los derechos legales también protegen los intereses de los individuos, pero los derechos legales y los derechos morales son cosas diferentes. Aquí estamos hablando de planteamientos éticos, por lo que todo lo que se diga tiene que ver con los derechos morales, no con los derechos legales, que son los que reconoce la ley. De acuerdo con una defensa muy común de las teorías de los derechos, deberíamos actuar de la manera que nos gustaría que actuara también el resto. De manera tradicional se pensaba que esto supone respetar a todos los seres humanos. Una manera habitual de expresar esto es que todos los seres humanos deberían ser tratados como fines en sí mismos, y no como meros medios para un fin. Esto se debe a que, si queremos que el resto nos respete de esa manera, deberíamos actuar de la misma forma.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que los animales no humanos también son sintientes. Si estuviéramos en su lugar, no consideraríamos aceptable que nuestros intereses fueran ignorados como son ignorados los suyos. Por ello, la norma “trata al resto como te gustaría que te trataran” tiene que incluir también a los animales de otras especies. Podríamos objetar que los animales no pueden darnos el mismo trato que les damos. Pero puede responderse a ello que la norma que hemos visto puede expresarse así: “trata al resto como te gustaría que te trataran si estuvieras en su lugar”. De hecho, esta es la forma en que actuamos con bebés y con otros seres humanos que no pueden actuar de una manera recíproca. Debido a esto, desde posiciones deontologistas se ha defendido que no solamente los seres humanos, sino todos los animales sintientes, deberían considerarse fines en sí mismos.6
Por último, dos ejemplos de éticas centradas en el carácter son la ética de la virtud y la ética del cuidado. La ética de la virtud defiende que, al decidir cómo vivir, lo más importante a tener en cuenta no es qué haría del mundo un lugar mejor, ni qué normas deberíamos obedecer, sino más bien si nuestras acciones son virtuosas.
Desde la ética de la virtud se ha defendido en ocasiones que es virtuoso desarrollar nuestro potencial para ser agentes morales, pero solamente podemos desarrollar dicho potencial dejando que el resto satisfaga también sus intereses. Puesto que los seres sintientes son dañados cuando no pueden satisfacer sus intereses, la ética de la virtud supondría respetar sus intereses. Además, debido a que la falta de sensibilidad no se considera virtuosa, podríamos afirmar también que la acción más virtuosa no consistiría exclusivamente en no hacer daño, sino en hacer el bien, y en intentar ayudar a los animales cuando resulte posible.7
Con respecto a la ética del cuidado, esta prescribe que deberíamos tener una actitud de cuidado hacia las necesidades del resto, dándoles ayuda cuando la necesiten, y evitando provocarles daños. De manera tradicional esta posición también da valor a las relaciones que tenemos con otros seres. Debido a esto, podríamos pensar que, puesto que por lo general tenemos relaciones más estrechas con otros seres humanos, deberíamos dar prioridad a sus intereses, y prestar una atención menor a los intereses de los animales no humanos. Sin embargo, quienes defienden la consideración de los animales desde una ética del cuidado han rechazado este argumento. Defienden que no podemos tener una actitud de cuidado si no nos importan los intereses de los seres que sabemos que sufren. Por el contrario, tendríamos que responder ante tal sufrimiento. Esto al margen de que muchas personas tienen relaciones más cercanas con algunos animales no humanos que con otros seres humanos.8
También deberíamos tener en cuenta que, como vimos en la primera parte de este libro, la situación de la mayoría de animales no humanos es, por lo general, mucho peor que la de la mayoría de seres humanos. Debido a esto, desde la ética del cuidado se debería prestar especial atención a ellos. La mala situación que sufren puede ser más importante que el hecho de que no tengamos una relación personal con esos animales.
Así que, en conclusión, todas las principales teorías éticas actuales implican una plena consideración moral de los animales no humanos, o son compatibles con la misma. Esto supone que, para oponernos al especismo y promover la ayuda a los animales, no tenemos que aceptar una posición ética en concreto. Cuestionar el especismo es compatible con todas ellas.
1 Pettit, P. (ed.) (1993) Consequentialism, Aldershot: Dartmouth; Hursthouse, R. (1999) On virtue ethics, Oxford: Clarendon; Darwall, S. (ed.) (2008) Deontology, Oxford: Blackwell.
2 Mill, J. S. (1969 [1852]) Whewell on moral philosophy, en Collected works, vol. X, London: Routledge, pp. 165-201; Singer, P. (2009 [1979]) Ética práctica, Madrid: Akal; Matheny, G. (2006) “Utilitarianism and animals”, en Singer, P. (ed.) In defense of animals: The second wave, Malden: Blackwell, pp. 13-25; de Lazari-Radek, K. y Singer, P. (2014) The point of view of the universe: Sidgwick and contemporary ethics, Oxford: Oxford University Press.
3 Gompertz, L. (1997 [1824]) Moral inquiries on the situation of man and of brutes, London: Open Gate; Crisp, R. (2003) “Equality, priority, and compassion”, Ethics, 113, pp. 745-763; Faria, C. (2016 [2014]) “Igualdad, prioridad y animales no humanos”, en Ávila Gaitán, I. D. (comp.) La cuestión animal(ista), Bogotá: Desde Abajo, pp. 327-340; Horta, O. (2016) “Egalitarianism and animals”, Between the Species, 19, https://digitalcommons.calpoly.edu/bts/vol19/iss1/5, pp. 109-145 [consultado el 20 de agosto de 2016]. Para descripciones más generales del igualitarismo, ver Temkin, L. (1993) Inequality, Oxford: Oxford University Press; Holtug, N. y Lippert-Rasmussen, K. (eds.) (2007) Egalitarianism: New essays on the nature and value of equality, Oxford: Oxford University Press.
4 Holtug, N. (2007) “Equality for animals,” en Ryberg, J.; Petersen, T. S. y Wolf, C. (eds.) New waves in applied ethics, Basingstoke: Palgrave Macmillan, pp. 1-24. El prioritarismo es defendido en Parfit, D. (1995) Equality or priority, Kansas: University of Kansas.
5 Contestabile, B. (2020 [2005]) “Negative utilitarianism and justice”, Practical philosophy: A Socratic examination of the Buddhist truths, http://www.socrethics.com/Folder2/Justice.htm [consultado el 28 de marzo de 2020]; Ver también Mayerfeld, J. (2002) Suffering and moral responsibility, Oxford: Oxford University Press; Gloor, L. (2019 [2016]) “The case for suffering-focused ethics”, Center on Long-Term Risk, https://longtermrisk.org/the-case-for-suffering-focused-ethics [consultado el 16 de noviembre de 2019]; Vinding, M. (2020) Suffering-focused ethics: Defense and implications, Copenhagen: Ratio Ethica.
6 Regan, T. (2013 [1983]) En defensa de los derechos de los animales, Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica; Francione, G. L. (2000) Introduction to animal rights: Your child or the dog?, Philadelphia: Temple University Press; Franklin, J. H. (2005) Animal rights and moral philosophy, New York: Columbia University Press; Korsgaard, C. M. (2018) University Press. Ver también Kant, I. (1996 [1785]) Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Ariel: Barcelona. Sobre defensas contractualistas de los derechos de los animales, ver Rowlands, M. (2009 [1998]) Animal rights: Moral, theory and practice, 2nd ed., New York: Palgrave Macmillan; ver también Rawls, J. (2012 [1971]) Una teoría de la justicia, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica; VanDeVeer, D. (1979) “On beasts, persons and the original position”, The Monist, 62, pp. 368-377.
7 Hursthouse, R. (2000) Ethics, humans, and other animals: An introduction with readings, New York: Routledge; Nobis, N. (2002) “Vegetarianism and virtue: Does consequentialism demand too little?”, Social Theory and Practice, 28, pp. 135-156; ver también Hursthouse, R. (2001) On virtue ethics, Oxford: Oxford University Press; Annas, J. (2011) Intelligent virtue, New York: Oxford University Press.
8 Donovan, J. (2006) “Feminism and the treatment of animals: From care to dialogue”, Signs, 31, pp. 305-329; Adams, C. J. y Donovan, J. (eds.) (2007) The feminist care tradition in animal ethics: A reader, New York: Columbia University Press. Ver también Held, V. (2006) The ethics of care: Personal, political, and global, Oxford: Oxford University Press.