Curso sobre el sufrimiento de los animales salvajes – Tema 14

Curso sobre el sufrimiento de los animales salvajes – Tema 14

En este capítulo continuaremos viendo más argumentos contra el especismo. En primer lugar, el argumento de la relevancia dice que a la hora de decidir a quién debemos dar consideración moral, debemos considerar sólo los criterios que son relevantes para esta cuestión, y el único criterio que parece relevante para la consideración moral es la sintiencia. Hablaremos también de que existen otras formas de especismo además del antropocentrismo, como cuando consideramos más a los animales de unas especies frente a otras. Por último, veremos porqué la muerte también es un daño para los animales.

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Argumentos contra el especismo II

El antropocentrismo es la posición que afirma que los beneficios y daños que reciben los seres humanos son más importantes que los que pueden recibir los demás animales. O sea, que los intereses de los seres humanos deben contar más. En el capítulo anterior vimos varios argumentos contra esta posición. Entre ellos, los argumentos circulares, que asumen desde el principio lo mismo que intentan probar; el argumento de la superposición de especies, que muestra que no hay capacidades o relaciones especiales que todos los humanos y solo los humanos tengan; y el argumento de la imparcialidad, que cuestiona todas las defensas del antropocentrismo apelando a la justicia. Existe otro argumento que cuestiona el antropocentrismo. Es el que se conoce como “argumento de la relevancia”. Este argumento trata sobre las razones por las que deberíamos dar consideración moral a distintos seres. El argumento de la relevancia puede dividirse en dos partes. La primera concluye que todos aquellos seres que puedan recibir daños o beneficios deben ser moralmente considerables. La segunda, que quienes pueden recibir daños o beneficios son los seres sintientes.

El argumento comienza con dos ideas muy intuitivas, de las cuales recibe su nombre. La primera idea es la de que deberíamos basar nuestras decisiones en los factores que son relevantes para ellas. Y la segunda es que los factores relevantes para nuestras decisiones son los relativos a lo que está en juego en tales decisiones. Supongamos, por ejemplo, que hemos de decidir a quién dar un trabajo como doctor o doctora en un hospital. Lo relevante para ello es que las personas candidatas acrediten los conocimientos para poder mejorar la salud de sus pacientes, porque ese es el fin del trabajo. Pues bien, pensemos ahora en un caso distinto. Supongamos que estamos decidiendo si un niño huérfano debería ir a que se le diese un tratamiento médico en ese mismo hospital. Lo relevante en este caso es si el niño tiene algún problema de salud, porque esa es la razón para recibir el tratamiento. Dar a alguien el trabajo en el hospital por tener mala salud, o dar tratamiento médico solamente a quienes poseen un título en Medicina sería absurdo, puesto que estos no son los factores relevantes para cada una de esas dos cuestiones.

Pues bien, ¿qué ocurre cuando lo que está en cuestión es dar o no dar consideración moral a alguien? ¿Qué es lo que está en juego en tal clase de decisión? Pues que, como resultado de lo que hagamos, ese individuo pueda recibir daños o beneficios. Por ello, podemos afirmar que lo relevante para dar a alguien consideración moral es sencillamente esto: ser capaz de sufrir daños o beneficios. Así, este argumento puede expresarse de forma más sencilla, del modo que sigue. Partimos de las siguientes premisas:

(1) Deberíamos basar nuestras decisiones en los factores relevantes para ellas

(2) Los factores relevantes en nuestras decisiones son los relativos a lo que está en juego en tales decisiones

De aquí se sigue que:

(3) Deberíamos tomar nuestras decisiones en función de lo que está en juego en tales decisiones

Así, podemos ver en qué consiste la consideración moral:

(4) En nuestras decisiones sobre si dar consideración moral a un ser, lo que está en juego es si tal ser puede sufrir daños o beneficios

Así, podemos concluir que:

(5) Deberíamos dar consideración moral a aquellos individuos susceptibles de ser dañados o beneficiados

Por supuesto, hay quienes rechazan alguna de estas premisas, o todas ellas. Pero las consecuencias de ese rechazo son de tal calibre que la mayoría seguramente las rechazaríamos. Dichas consecuencias implicarían que nuestras decisiones podrían tomarse sobre la base de factores que reconocemos como irrelevantes. Esto explica por qué mucha gente sí que está de acuerdo con las premisas de este argumento. Y de estas se sigue la conclusión de que debemos considerar a todos los seres sintientes.1

Hay quienes defienden el especismo afirmando que solo deberíamos dar consideración moral plena a quienes poseen ciertas capacidades intelectuales complejas, o a aquellos individuos con quienes tenemos ciertas relaciones especiales. Pero esas condiciones no causan que alguien pueda sufrir daños o beneficios como consecuencia de lo que les podamos hacer o no hacer. Nuestras circunstancias particulares y nuestras capacidades cognitivas pueden afectar a algunas de las formas concretas en que podemos sufrir daños y beneficios. Pero no determinan en sí que podamos sufrir daños o beneficios, en un sentido general. Por tanto, las capacidades cognitivas y las relaciones son irrelevantes en lo que respecta a la consideración moral. En lugar de ello, la sintiencia –la capacidad de tener experiencias, que pueden ser positivas y negativas– es lo que determina que podamos sufrir daños o beneficios. Según esto, la sintiencia debería ser lo que ha de ser tenido en cuenta para dar a alguien consideración moral.

En algunos casos, se argumenta que solamente debería darse consideración moral a quienes, a su vez, pueden dar consideración moral al resto. Pero esto es como afirmar que solamente quienes pueden practicar la medicina deberían recibir asistencia médica. Como vimos en el ejemplo anterior, esto es un error, puesto que lo relevante para practicar la medicina es diferente de lo relevante para necesitar atenciones médicas. De la misma manera, lo relevante para sufrir daños o beneficios no es ser capaz de dar consideración moral al resto.

Una vez visto esto, la segunda parte del argumento puede presentarse de manera muy simple, comenzando por el último punto mencionado anteriormente:

(5) Debemos dar consideración moral a aquellos individuos que pueden recibir daños o beneficios

(6) Lo que hace a alguien capaz de recibir daños o beneficios es la sintiencia

(7) Debemos dar consideración moral a aquellos individuos que son sintientes

Vimos anteriormente que lo que significa que alguien sea moralmente considerable es que sus intereses sean tenidos en cuenta. A lo que se refiere aquí el término “intereses,” es a los daños o beneficios potenciales que alguien pueda sufrir. Lo que el argumento de la relevancia nos lleva a concluir es que se debería dar consideración moral a los individuos sintientes; a todos los seres sintientes.

El rechazo de todas las formas de especismo

Los argumentos que hemos visto se emplean para cuestionar el antropocentrismo. Sin embargo, pueden usarse contra cualquier discriminación especista. Recordemos que el especismo consiste en discriminar a los miembros de una cierta especie. Esto incluye la discriminación de los animales no humanos en comparación con los seres humanos, y también la discriminación de algunos animales no humanos en comparación con otros.

Supongamos que defendemos que solamente debería darse consideración moral a los grandes simios. O solamente a los mamíferos. Estas posiciones tienen mucho en común con los planteamientos antropocéntricos que favorecen a los seres humanos sobre el resto de animales. Lo único que hacen es redibujar la línea divisoria entre quienes son respetados y quienes no: estas posiciones favorecen a los seres humanos y a los animales de otras pocas especies porque sostienen que la sintiencia no es lo que importa. Por esta razón, el argumento de la relevancia lleva a rechazarlas.2 La sintiencia, y no la pertenencia a una especie, es lo que hace que alguien pueda sufrir daños o beneficios.

¿Por qué es importante la sintiencia?

Teniendo en cuenta lo visto hasta ahora, podríamos preguntarnos si sería especista realizar una distinción entre animales de especies que son sintientes y animales de especies que no lo son. Hay dos formas de responder a esto. La primera es que la distinción entre seres sintientes y no sintientes tiene lugar entre individuos, y no entre especies. Las especies no son sintientes; lo son sus miembros individuales. La segunda respuesta a esta cuestión es que distinguir entre seres sintientes y no sintientes no es especista porque, como muestra el argumento de la relevancia, lo relevante para la consideración moral es la sintiencia, y no los criterios que manejan quienes defienden el antropocentrismo, como la pertenencia a la especie, las capacidades cognitivas complejas y las relaciones especiales. Ninguno de estos criterios es pertinente para determinar si alguien puede sufrir un daño o no. En cambio, la sintiencia, a diferencia de los demás criterios, es lo que hace posible que un individuo sea perjudicado, por lo que sí es una distinción relevante.

Por otra parte, existe una respuesta al argumento de la relevancia que afirma que el sufrimiento humano es el único sufrimiento que importa, o que, al menos, es más importante que el de otros animales, puesto que incluye el sufrimiento psicológico. Este argumento no cuestiona la idea de que el dolor físico pueda ser tan malo en los animales no humanos como lo es en los seres humanos. Pero afirma que el sufrimiento psicológico humano es más importante que el dolor físico que experimentan los animales no humanos.

La pregunta es, ¿el componente psicológico del sufrimiento lo hace realmente más significativo para los humanos que para otros animales? En contra de dicha afirmación puede sostenerse que no siempre valoramos nuestras experiencias psicológicas más que nuestras experiencias físicas. La tortura física terrible no es necesariamente más soportable que la angustia, el estrés o el miedo.3 A veces quizás lo sea, otras no. Pero si nuestro sufrimiento psicológico no es siempre más importante que nuestro sufrimiento físico, y si, por otra parte, nuestro sufrimiento físico no es más importante que el sufrimiento físico de los animales, tenemos que concluir que nuestro sufrimiento psicológico no es necesariamente peor que el sufrimiento físico de los animales no humanos. Esto nos llevaría a rechazar el argumento de la prioridad del sufrimiento humano. Por lo tanto, debería tenerse en cuenta a los animales no humanos que sufren, al igual que nos gustaría que se tenga en cuenta nuestro propio sufrimiento.

Por otra parte, hay un argumento diferente que se emplea para defender que, aunque los animales sintientes no humanos tienen un interés en no sufrir, carecen de un interés en vivir. Es decir, el argumento afirma que los animales no humanos no sufren un daño al morir, o que este daño importa muy poco, a diferencia de lo que pasa en el caso de los seres humanos. Esto significaría que la muerte de animales no humanos no sería reprobable, o lo sería muy poco. Una forma de defender esta afirmación consiste en decir que solamente los seres humanos pueden comprender el hecho de estar vivos y que, por lo tanto, solo los seres humanos desean vivir. Esta posición se basa en la idea de que lo que nos resulta positivo o negativo es que nuestros deseos sean satisfechos o frustrados.

Un argumento en contra de esto es que hay animales no humanos que luchan por seguir con vida, y que muchos de ellos sí parecen comprender que están vivos. Por otro lado, si este argumento fuera correcto, la muerte no supondría un daño para los seres humanos sin capacidades cognitivas complejas. Esto es algo que la mayoría de la gente rechaza. Pero, además, hay otra respuesta. Supongamos que los animales no tuvieran mentes lo suficientemente complejas como para tener un deseo de vivir. Y supongamos que aceptáramos la idea de que la muerte es un daño para alguien si le impide que satisfaga sus deseos. Según este argumento, los animales seguirían siendo dañados por la muerte, porque la muerte haría imposible que sigan satisfaciendo los otros deseos que sí tienen.

Otro argumento utilizado para no tener en cuenta los intereses de los animales no humanos afirma que solo pueden tener interés en vivir quienes pueden verse a sí mismos o sí mismas como seres que persisten a través del tiempo, y por lo tanto pueden hacer planes para el futuro. De nuevo, podríamos señalar contra esto que algunos animales parecen tener un sentido del tiempo. Además, si este argumento fuera correcto, entonces la muerte no sería un daño para los seres humanos que no tienen esta capacidad. Esto sería, nuevamente, muy difícil de aceptar para la mayoría de la gente.

Por otra parte, hay otra forma de cuestionar este argumento. Se puede argumentar que, aunque alguien no sea capaz de concebirse existiendo en el futuro y de tener deseos futuros, sufriría un daño al morir, porque privar a alguien de la vida le despoja de cualquier cosa positiva futura. Ese individuo se quedaría sin experiencias futuras aunque no planease o anticipase estas. Es decir, conforme a este argumento, si un animal no humano muere, ya no podrá disfrutar de todas las cosas buenas que podría experimentar si siguiese vivo. Por lo tanto, el argumento supone que todos los animales sintientes pueden ser dañados por la muerte. Conforme a esto, los animales sintientes no solo tienen interés en no sufrir, sino también en permanecer vivos.

Por supuesto, también puede ser que en algunos casos la muerte nos resulte beneficiosa. Esto ocurre si en nuestra vida hay, y va a haber, más sufrimiento que felicidad. La razón por la que la muerte puede suponer un alivio en estos casos radica en que, si morimos, no sufriremos todas las cosas negativas a las que nos enfrentaríamos en el futuro.4 Por último, otra posición rechaza todos estos argumentos y sostiene que la muerte no es realmente un daño pues tras morir no te puede suceder nada negativo. Pero este argumento se aplicaría, no solo en el caso de los animales no humanos, sino también en el de los seres humanos. Dicho todo esto, también hay que tener en cuenta que a menudo, en especial en el mundo salvaje, las causas que llevan a la muerte de un animal son en realidad las mismas que le llevan a padecer un gran sufrimiento. Esto puede suceder, por ejemplo, cuando un animal soporta una muerte lenta y agonizante debido a una enfermedad. En esos casos, la muerte puede ser mejor que continuar viviendo una vida de sufrimiento.

En definitiva, en este capítulo y en el anterior hemos analizado toda una serie de argumentos contra el especismo. Podemos reconocer que estos están en lo cierto desde posiciones muy distintas, aceptarlos no requiere asumir como válida ninguna teoría ética en concreto.


Notas

1 Sapontzis, S. F. (1987) Morals, reason, and animals, Philadelphia: Temple University Press; Singer, P. (1990) “The significance of animal suffering”, Behavioral and Brain Sciences, 13, pp. 9-12; Robinson, W. S. (1997) “Some nonhuman animals can have pains in a morally relevant sense”, Biology and Philosophy, 12, pp. 51-71; Bernstein, M. H. (2015) The moral equality of humans and animals, Basingstoke: Palgrave MacMillan; Horta, O. (2018) “Moral considerability and the argument from relevance”, Journal of Agricultural and Environmental Ethics, 31, pp. 369-388.

2 Dunayer, J. (2004) Speciesism, Derwood: Ryce.

3 Rollin, B. (1989) The unheeded cry: Animal consciousness, animal pain and science, Oxford: Oxford University Press; Horta, O. (2017c) “Why the concept of moral status should be abandoned”, Ethical Theory and Moral Practice, 20, pp. 899-910.

4 La posición según la cual los animales no humanos no son dañados por la muerte es defendida, por ejemplo, en Cigman, R. (1981) “Death, misfortune and species inequality”, Philosophy y Public Affairs, 10, pp. 47-54; en Beauchamp, T. L. y Frey, R. G. (eds.)