Curso sobre el sufrimiento de los animales salvajes – Tema 24

Curso sobre el sufrimiento de los animales salvajes – Tema 24

En este capítulo repasaremos objeciones de carácter ético que se suelen poner a la idea general de ayudar a los animales que viven en la naturaleza. Hay muchas objeciones de este tipo, pero veremos que la mayoría están basadas en el especismo, como por el hecho de que las mismas objeciones no se aplicarían si fueran los humanos quienes necesitaran ayuda.

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Críticas a las posiciones éticas favorables a ayudar a los animales

Hemos visto en capítulos anteriores la posibilidad de establecer la biología del bienestar como campo académico. También hemos visto algunos ejemplos de líneas de investigación prometedoras, sobre cuya base pueden llevarse a cabo distintas vías de acción posibles que podrían mejorar la situación de los animales salvajes y reducir su sufrimiento. A continuación examinaremos las objeciones que se suelen presentar a las posiciones éticas favorables a ayudar a los animales.1

Estas objeciones se pueden clasificar en dos grupos. Algunas de ellas se centran en desacuerdos de carácter ético. Otras se centran en cuestiones prácticas sobre la viabilidad de ayudar a los animales. En este capítulo vamos a examinar las objeciones del primer tipo. Las del segundo tipo serán analizadas en el capítulo siguiente.

La falta de preocupación por lo que les sucede a los animales

La principal forma de oponerse a que se ayude a los animales es probablemente la visión especista de que los intereses humanos deberían ser nuestra principal o única preocupación. En los capítulos sobre ética y animales ya cuestionamos este punto de vista.

La falta de responsabilidad

Por otra parte, hay quienes argumentan que no deberíamos preocuparnos de si los animales salvajes sufren porque no somos responsables de tal sufrimiento.2 Sin embargo, la razón para acudir en su ayuda no es si somos responsables o no de este, sino simplemente que los animales necesitan nuestro socorro. Para ver esto, podemos tener en cuenta que este argumento también se aplicaría en el caso de aquellos seres humanos que se encuentran en lugares distantes y que sufren por causas naturales, como terremotos o huracanes. Si pensamos que deberíamos ayudar a los humanos en esos casos y preocuparnos por su bienestar como seres sintientes, entonces deberíamos ayudar a los animales que viven en la naturaleza.

Demasiada exigencia

Otra objeción afirma que si nos planteamos ayudar a los animales en la naturaleza nos estaremos poniendo un objetivo demasiado exigente, pues es algo muy difícil de hacer. A menudo ocurre que quienes plantean esta objeción simplemente desconocen las muchas formas en que actualmente es posible ayudar a los animales en la naturaleza, y que de hecho ya se está haciendo. Los programas de vacunación a gran escala, los hospitales de animales salvajes y el rescate de animales en la naturaleza durante incendios y desastres naturales son solo algunos ejemplos de esto. Hemos visto ya antes estas y otras formas de ayudar a los animales salvajes. Mucha gente está de acuerdo con tales medidas y apoyaría que estas se continuasen realizando a mayor escala, así como que otras iniciativas semejantes se comenzasen a implementar.

Compromiso con un cierto punto de vista ético

En algunos casos, se piensa que defender que se ayude a los animales en la naturaleza implica tener que aceptar alguna teoría ética en particular.3 Sin embargo, esto no es así. En línea con lo que vimos en la segunda parte de este libro, hay posiciones éticas muy diferentes que implican por igual la idea de que debemos ayudar a otros seres sintientes cuando se hallan en situación de necesidad.

¿Prefieren los animales que no se les ayude?

Según otra objeción, al ayudar a los animales que viven en la naturaleza, interferiríamos con su capacidad para vivir de acuerdo con sus preferencias. Conforme a esto, los animales tienen una determinada forma de vida en la naturaleza, y si actuamos para ayudarlos, cambiaremos esa forma de vida.

Esta objeción solo podría ser procedente en los casos en los que ayudar a los animales implica cambiar ciertos aspectos de los ecosistemas, de manera que cambiase su forma de vida. No lo sería en aquellos en los que simplemente se rescata a los animales sin que tenga lugar este efecto. Pero lo esencial aquí es que esta objeción asume que debemos mantener la forma en que viven los animales incluso cuando es muy negativo para ellos, o que no es bueno que los animales sean ayudados en general. Ambas alternativas parecen inverosímiles. Si un animal está sufriendo un daño, resulta obvio que para ese animal es mejor recibir ayuda que sufrir y agonizar hasta la muerte.

La objeción parecería tener más sentido si los animales no vivieran situaciones que les provocan sufrimiento. Pero esto está lejos de ser cierto. Los animales se enfrentan a grandes daños por muchas razones diferentes. Y, por desgracia, lo normal es que no consigan superar tales daños y prosperar frente a las amenazas a las que se enfrentan en el mundo salvaje.

La libertad de los animales

Otra objeción consiste en que al ayudar a los animales infringiríamos su libertad. Esta objeción asume que los animales en la naturaleza son libres de hacer lo que quieran a menos que intervengamos en cualquier forma que les afecte (aunque sea positivamente).4 Pero, de nuevo, este no es el caso. La mayoría de los animales que nacen, mueren cuando son muy jóvenes, por lo que no pueden vivir como les gustaría. No pueden hacerlo simplemente porque no pueden vivir en absoluto. Por lo tanto, si podemos ayudarlos para que no sufran y mueran prematuramente, en realidad serán más libres para vivir como prefieran. Si los animales que viven en la naturaleza pudieran tomar una decisión informada al respecto, a buen seguro preferirían que les ayudemos a tener la mejor vida posible.

¿Debemos ayudar solo a los animales que son dañados por los humanos?

Quienes queremos defender a los animales podríamos pensar que hay formas más urgentes de hacerlo, a la luz de los daños masivos que les provocan los seres humanos. Quizás deberíamos limitarnos únicamente a cambiar la situación de los animales dañados por estos. Puede decirse acerca de esto que es sin duda correcto que los daños que los seres humanos causan a los animales son de la máxima gravedad. Ciertamente debemos hacer algo al respecto. Pero esto no debería llevarnos a renunciar a ayudar a los demás animales que lo necesitan. La cantidad de animales que sufren en la naturaleza por causas naturales es extremadamente grande, muchos órdenes de magnitud más alta que la de los animales que los humanos dañan directamente. Eso hace que esta causa sea muy importante.

Objeciones que apelan a posiciones ambientalistas

Finalmente, otra objeción afirma que no debemos ayudar a los animales que viven en la naturaleza simplemente porque no debemos alterar la naturaleza. Algunas personas podrían asumir que esto es algo que se seguiría si aceptamos un punto de vista ambientalista, pero como veremos ahora, esto no es siempre necesariamente así.

Es importante tener en cuenta aquí que los seres humanos intervienen de forma continua en la naturaleza. Cuando ayudamos a algún animal, no es que tenga lugar una acción adicional en la naturaleza que corrompa un lugar que de otro modo estaría intacto. Prácticamente todos los ecosistemas de la Tierra, y por lo tanto, los animales que viven en ellos, están afectados de alguna forma u otra por los seres humanos. Lo que resulta aquí relevante es que hasta ahora, estos han intervenido para promover los intereses humanos. Pero es discriminatorio no actuar de manera similar cuando están en juego intereses vitales de los animales no humanos. A veces, los humanos también intervienen para conservar ciertos ecosistemas, especies o poblaciones; o para restaurar algún ecosistema que existía previamente. Esto nos muestra que no es cierto que las posiciones ambientalistas o conservacionistas se opongan a intervenir en la naturaleza.

Si bien estas posiciones apoyan la intervención en la naturaleza para la conservación de los ecosistemas o las especies, no la apoyarían para ayudar a los animales como individuos. Ahora bien, eso tampoco quiere decir que se tengan que oponer a ella. Pensemos, por ejemplo, en el caso del ecocentrismo, que da consideración moral solamente a los ecosistemas.5 Para este, lo que realmente importa es solo que existan algunos ecosistemas. Pero, siendo esto así, transformar un ecosistema existente en la actualidad para que contenga menos sufrimiento animal no debería ser realmente un problema para tal posición. Después de todo, seguirá existiendo un ecosistema, aunque sea diferente. Sin embargo, las posiciones ecocentristas más comunes suelen valorar los ecosistemas presentes o, a veces, los ecosistemas del pasado reciente. Por ello, rechazan que estos sean reemplazados por nuevos ecosistemas. Esto, sin embargo, contrasta con el hecho de que no valoren del mismo modo negativo que los ecosistemas antiguos hayan sido reemplazados por los ecosistemas actuales. En cualquier caso, incluso desde esta perspectiva, la intervención para ayudar a los animales solo sería problemática si transforma significativamente los ecosistemas.

Otra cosa a tener en cuenta es que quienes defienden el ecocentrismo no suelen tener una preocupación por la conservación de los ecosistemas donde ya hay una gran presencia humana, como son los entornos urbanos, industriales, suburbanos y agrícolas. Estos ecosistemas ya han cambiado radicalmente. Por ello, desde posiciones ecocentristas no habría objeción a ayudar a los animales salvajes que viven en ellos. Esto es importante porque estos ecosistemas cubren un área total muy grande y una inmensa cantidad de animales viven en estas áreas.

La objeción de que no debemos ayudar a los animales que viven en la naturaleza con el argumento de que no debemos tocar la naturaleza también la sostienen los ambientalistas que tienen un enfoque naturocéntrico hacia el mantenimiento de la naturaleza.6 Este punto de vista no valora los ecosistemas como tales, sino la existencia de entidades naturales, es decir, de lo que es el resultado de los procesos naturales. Según este punto de vista, no deberíamos ayudar a los animales en la naturaleza, porque hacerlo no es “natural”, en el sentido de que significaría no dejar que el curso natural de las cosas continúe intacto. Sin embargo, esta objeción no sería válida en el caso de ecosistemas urbanos, industriales y agrícolas, que no se consideran naturales. Tampoco habría ningún problema en intervenir en otros ecosistemas que hayan sido creados por la acción humana, como algunos tipos de bosques, y otras zonas donde se lleva a cabo el uso de animales en la ganadería extensiva. Y también los ecosistemas restaurados son similares en este sentido. Si bien todos estos ecosistemas tienen una presencia humana reducida, no son el resultado de procesos naturales, sino de la acción humana. Por ello, esta posición podría considerar permisible actuar en un número de ecosistemas aún mayor que el ecocentrismo. De forma semejante, las posiciones que apoyan la preservación de las especies o la biodiversidad se opondrían solamente a aquellas intervenciones que conducen a la extinción de especies, pero no a las de ningún otro tipo.
Por último, podemos ver lo que implica sobre esta cuestión el biocentrismo. Esta posición sostiene que debemos dar consideración moral a todos los seres vivos en tanto que individuos. Así, el biocentrismo no solo no se opondría a que ayudemos a los animales, sino que de hecho tendría que apoyar activamente que lo hagamos. El biocentrismo, a diferencia del ecocentrismo y el naturocentrismo, da consideración moral a los animales. Por ello, debe apoyar que se les ayude.7 La diferencia es que conforme a este punto de vista lo que importa no es la sintiencia, sino la vida. Por ello, el biocentrismo también defendería la intervención para proteger la vida de seres biológicos individuales no sintientes, como plantas u hongos. Esto podría tener consecuencias negativas para los animales si se protege a seres vivos no sintientes a expensas de los animales sintientes.

A la luz de lo anterior, podemos ver que al menos algunas de las posiciones más comunes en ética ambiental asumirían ayudar a los animales salvajes mucho más de lo que puede parecer a primera vista. No tenemos razones concluyentes para no ayudarlos, mientras que sí hay fuertes razones para hacerlo, dada la importancia de los daños sufridos por los animales salvajes.


Notas

1 Varias respuestas generales a los argumentos en contra de la ayuda a los animales salvajes pueden consultarse en Torres, M. (2015) “El fracaso de los argumentos contra la intervención en la naturaleza”, Los retos de la Filosofía en el siglo XXI: Actas del I Congreso internacional de la Red Española de Filosofía, vol. 18, Valencia: Universitat de València, pp. 39-53 y en Faria, C. (2016) Animal ethics goes wild: The problem of wild animal suffering and intervention in nature, tesis doctoral, Barcelona: Pompeu Fabra University; Ryf, P. (2016) Environmental ethics: The case of wild animals, Basel: University of Basel; Horta, O. (2017a [2010]) “Refutando la visión idílica de la naturaleza”, in Navarro, Alexandra and González, Anahí Gabriela (eds.), Es tiempo de coexistir: perspectivas, debates y otras provocaciones en torno a los animales no humanos, La Plata: Editorial Latinoamericana Especializada en Estudios Críticos Animales, pp. 159-177; Ética Animal (2019c [2016]) “Por qué es importante el sufrimiento de los animales en la naturaleza”, Animales en el mundo salvaje, Ética Animal, https://www.animal-ethics.org/por-que-es-importante-el-sufrimiento-de-los-animales-en-la-naturaleza [consultado el 29 de diciembre de 2019].

2 Una versión moderada de esta posición se puede encontrar en Palmer, C. A. (2010) Animal ethics in context, New York: Columbia University Press.

3 Esta afirmación y la anterior aparecen en Hills, A. (2010) “Utilitarianism, contractualism and demandingness”, The Philosophical Quarterly, 60, pp. 225-242. Para una posición opuesta, ver Paez, E. (2020) “A Kantian ethics of paradise engineering”, Analysis, 80, 283-293.

4 Ver Donaldson, S. y Kymlicka, W. (2018 [2011]) Zoópolis: una revolución animalista, Madrid: Errata Naturae. Para respuestas a esta posición, ver Horta, O. (2013) “Zoopolis, intervention, and the state or nature”, Law, Ethics and Philosophy, 1, pp. 113-125, https://www.raco.cat/index.php/LEAP/article/download/294784/383317 [consultado el 30 de agosto de 2019]; Cochrane, A. (2013) “Cosmozoopolis: The case against group-differentiated animal rights”, Law, Ethics and Philosophy, 1, pp. 127-141, https://www.raco.cat/index.php/LEAP/article/view/294785/383318 [consultado el 30 de agosto de 2019]; Ladwig, B. (2015) “Against wild animal sovereignty: An interest‐based critique of Zoopolis”, Journal of Political Philosophy, 23, pp. 282-301; Mannino, A. (2015) “Humanitarian intervention in nature: Crucial questions and probable answers”, Relations: Beyond Anthropocentrism, 3, pp. 109-120, https://www.ledonline.it/index.php/Relations/article/view/821 [consultado el 15 de octubre de 2019].

5 Sagoff, M. (1984) “Animal liberation and environmental ethics: Bad marriage, quick divorce”, Osgoode Hall Law Journal, 22, pp. 297-307; Mikkelson, G. (2018) “Convergence and divergence between ecocentrism and sentientism concerning net value”, Les ateliers de l’éthique/The Ethics Forum, 13, pp. 101-114, https://www.erudit.org/en/journals/ ateliers/2018-v13-n1-ateliers04192/1055120ar.pdf [consultado el 2 de septiembre de 2019]. La afirmación de que estas posiciones no implican necesariamente una oposición a ayudar a los animales salvajes es defendida en Cunha, L. C. (2015) “If natural entities have intrinsic value, should we then abstain from helping animals who are victims of natural processes?”, Relations: Beyond Anthropocentrism, 3, pp. 51-63, https://www.ledonline.it/index.php/Relations/ article/view/823 [consultado el 13 de agosto de 2019]. Lo expuesto en este artículo se aplicaría también a otras objeciones ambientalistas.

6 Rolston, H., III (1992) “Disvalues in nature”, The Monist, 75, pp. 250-278; Hettinger, N. (2018) “Naturalness, wild-animal suffering, and Palmer on laissez-faire”, Les ateliers de l’éthique/The Ethics Forum, 13, pp. 65-84, https://www.erudit.org/en/journals/ateliers/2018-v13-n1-ateliers04192/1055118ar.pdf [consultado el 23 de septiembre de 2019].

7 Esto ha sido ya expuesto en Horta, O. (2017d) “Distintos principios, consecuencias enfrentadas: la oposición entre la consideración moral de los animales y el ecologismo”, Euphyía, 11, pp. 9-32, https://revistas.uaa.mx/index.php/euphyia/article/view/1358/1299 [consultado el 12 de noviembre de 2019]. Ver también Palmer, C. (2016) “Living individuals: Biocentrism in environmental ethics”, en Gardiner, S. M. y Thompson, A. (eds.) The Oxford handbook of environmental ethics, Oxford: Oxford University Press, pp. 101-112.