Curso sobre el sufrimiento de los animales salvajes – Tema 18

Curso sobre el sufrimiento de los animales salvajes – Tema 18

En este capítulo analizamos la sintiencia de los invertebrados. Aunque el tema es controvertido, existen pruebas muy contundentes de la sintiencia de muchos de ellos. Esto está totalmente claro en el caso de los pulpos. También existen evidencias claras de la sintiencia de las abejas, y menos claras en el caso de animales como los caracoles.

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Sintiencia de los invertebrados

En el anterior capítulo pudimos ver qué es la sintiencia, que es la capacidad de tener experiencias, también conocida como consciencia. Vimos que ser sintiente significa tener experiencias de lo que te pasa, es decir, que hay una perspectiva propia que tienen los seres sintientes. Lo relevante es el hecho de tener experiencias. Aquí “tener experiencias” tiene el mismo significado que “ser sintiente”. Vimos también que, debido a que no sabemos exactamente qué estructuras son necesarias para que surja la sintiencia, no podemos saber tampoco con seguridad qué seres son sintientes. Sin embargo, hay algunos factores que son indicadores de la presencia de la sintiencia. Un ejemplo de estos indicadores son los comportamientos complejos y diversos, que parecen mostrar que el animal que los posee puede aprender y pensar. Sobre esto hay que tener en cuenta que los indicadores de la sintiencia no prueban la existencia de esta. Los indicadores son tan solo tipos diferentes de evidencias que hacen más plausible que la sintiencia esté presente. Un indicador más débil sería la presencia de características más complejas, como los ojos, que pueden sugerir la capacidad de la experiencia de la vista.

La cuestión de la sintiencia es especialmente difícil en lo que respecta a los animales más numerosos, los invertebrados. Estos son animales que no tienen espina dorsal y cuyo tamaño es típicamente (aunque no siempre) pequeño. Entre ellos se cuentan los artrópodos (como crustáceos e insectos), los moluscos (como cefalópodos, caracoles y bivalvos), los gusanos nematodos y muchos otros tipos de animales. Esta es una cuestión especialmente importante en primer lugar porque los seres humanos usan cada vez más a los invertebrados de maneras que les pueden causar grandes daños. Y también porque su número en la naturaleza es enorme.1 Por ello, tener una idea más clara de cuáles de estos animales podrían ser sintientes es relevante para considerar cómo y cuánto podemos dar ayuda a los animales en el mundo salvaje.2

Para examinar este tema, veremos a continuación cómo los diferentes tipos de animales invertebrados pueden cumplir los distintos indicadores de si un ser puede ser sintiente.

Cefalópodos

Los cefalópodos son una clase de moluscos con características propias muy distintivas que poseen sistemas nerviosos muy complejos. Los pulpos tienen hasta 500 millones de neuronas. Se han realizado registros de electroencefalografía de pulpos y sepias que han mostrado que su actividad eléctrica varía con los estados cerebrales de manera similar a como sucede en el caso de los mamíferos. Esto se puede considerar un indicador de la presencia de consciencia.3 Asimismo, estos animales muestran comportamientos muy complejos. Por lo tanto, hay evidencias de peso para concluir que son sintientes. De hecho, estos animales fueron mencionados explícitamente como un ejemplo de seres conscientes en la Declaración sobre la Consciencia de Cambridge, hecha pública en 2012 por un destacado grupo de científicos en apoyo de la existencia de evidencias concluyentes a favor de la sintiencia animal.4 Debido a esto, no resulta necesario discutir en detalle el caso de los cefalópodos. Nos centraremos por lo tanto en considerar otros casos en los que la posesión de sintiencia es menos clara. Un ejemplo es el de los artrópodos.

Artrópodos

Los artrópodos son invertebrados con un esqueleto externo duro, y muchas extremidades con múltiples articulaciones. Entre estos tenemos, por ejemplo, a los insectos, los crustáceos y los arácnidos. Los antrópodos se enfrentan por lo general a condiciones de vida complejas, y para enfrentarse a estas la sintiencia sería de utilidad. Una función clave de la sintiencia podría ser la creación de una imagen de cómo es su entorno. Esto permitiría a los animales tomar elecciones entre las distintas vías de acción que podrían seguir.

Aunque no existen evidencias científicas totalmente concluyentes sobre la medida en que los artrópodos cumplen los criterios para ser sintientes, las evidencias disponibles tienden a mostrar que sí los cumplen.5 Mucha gente piensa que los insectos no son sintientes, quizá por ser pequeños, y porque se suele saber poco sobre ellos. Pero, de hecho, algunos insectos tienen conductas y características bastante complejas. Veremos algunos ejemplos de comportamientos que, si se encontraran en animales más grandes, serían considerados por la mayoría como pruebas suficientes de que son sintientes.

Las moscas de la fruta son animales particularmente bien estudiados, y hay más datos que nos hacen pensar que son sintientes que en el caso de muchos otros invertebrados. Las moscas de la fruta tienen cerebros más pequeños que las abejas, y sus mentes pueden estar más cerca de las del insecto promedio, por lo que las evidencias a favor de que estas moscas sean sintientes nos dan razones para pensar que otros insectos también lo sean. Hay pruebas de que las moscas de la fruta responden de una manera no refleja que recuerda a la causada por un estado de ansiedad. Por ejemplo, cuando una sombra cae sobre ellas (lo que puede significar la cercanía de un posible depredador), normalmente las moscas echan a volar. Esta es una reacción evolutivamente útil cuando algo las amenaza. Pero a veces, por ejemplo si tienen mucha hambre, pueden decidir quedarse donde están a pesar de la sombra.6 Esto sugiere que pueden tomar elecciones en base a las ventajas y desventajas que les puede suponer cada opción, lo cual es una de las funciones clave que juega la sintiencia. También puede ser un indicador de que quizás experimenten alguna forma de aversión como el miedo.

En el caso de algunos insectos con sistemas nerviosos y comportamientos más simples, podemos considerar también el siguiente argumento por analogía. Podríamos no saber si el comportamiento y la fisiología de algunos insectos son suficientes para ser sintientes. Sin embargo, otros insectos tienen conductas bastante complejas. Un ejemplo claro de esto es el de las abejas. Su comportamiento, incluyendo su famosa “danza” para comunicarse con otras abejas (que veremos en más detalle más adelante), nos lleva a pensar que son seres con experiencias. Es decir, que son sintientes. Pues bien, según el argumento de la analogía, debido a la similitud de su sistema nervioso, si las abejas fueran sintientes podríamos concluir que otros insectos también lo son. También hay evidencia de varios tipos de comportamiento complejo en las hormigas, incluyendo algún nivel de uso flexible de herramientas.7

Y aunque lo que sabemos sobre los arácnidos es menos que lo que conocemos sobre los insectos, sí sabemos que su sistema nervioso es de un tamaño, complejidad y centralización similares al de los insectos. Por lo tanto, también podría tener sentido deducir que, si los insectos son sintientes, los arácnidos por su parte, también lo son.

En cuanto a los crustáceos, las evidencias disponibles también sugieren que son sintientes. Algunos de estos animales muestran una respuesta deliberada a los estímulos nocivos, lo que sugiere la presencia de conciencia.8 Por ejemplo, cuando los cangrejos se lesionan alguna parte de su cuerpo, parecen actuar con especial cuidado para no dañar más esa zona lesionada (frotando y cuidando sus heridas). Esta parece ser una respuesta a largo plazo y no refleja al daño sufrido. Por su parte, los cangrejos ermitaños deben encontrar nuevos caparazones donde vivir cuando crecen. Si se encuentran en un caparazón que por algún motivo les roza o lastima, no lo abandonan de manera automática, sino que esperan a tener otro, y es entonces cuando lo cambian.9 Este es un comportamiento fruto de una decisión, y no meramente reflejo ante estímulos nocivos, lo cual también sugiere que estos animales sean sintientes. Asimismo, en los cangrejos de río se han observado comportamientos que se parecen a los que mostraría un ser consciente padeciendo de ansiedad, lo cual es un indicador de que estos puedan también ser conscientes.

Un argumento empleado de manera común en contra de que los artrópodos sean sintientes es que su cerebro podría ser demasiado pequeño como para hacer posible la sintiencia. Esto se defiende porque se supone que la sintiencia requeriría un cerebro mucho mayor del que poseen estos animales.10 Sin embargo, a pesar de que todavía no se entiende bien cuál es la base fisiológica de la sintiencia, se cree que las experiencias básicas de dolor y placer podrían ser bastante simples, puesto que no implican de manera necesaria pensamientos complejos. Además, los insectos, pese a tener un cerebro pequeño, son capaces de realizar comportamientos muy complejos y diversos. Por esto, se hace difícil pensar que no sean sintientes.

Hay quienes creen que los artrópodos –como por ejemplo los insectos– se comportan de manera muy rígida, o sea, poco susceptible de variar ante circunstancias diversas. Si esto fuera verdad, los artrópodos probablemente no tendrían necesariamente que ser sintientes. Sin embargo, si bien su comportamiento es menos variado que el de los vertebrados, sigue siendo relativamente flexible.11 Ya vimos antes que la danza de las abejas es un ejemplo de esto. Cuando encuentran alimento, estos animales les comunican a otras abejas de su colonia dónde se encuentra, moviéndose de una forma que combina diferentes factores. Agitan el cuerpo en función de la cantidad de comida que han encontrado moviéndose en una cierta dirección para señalar dónde está. Y la duración de los movimientos indica la distancia a la que se encuentra.12 Por otra parte, hay otros comportamientos típicos de cuando un ser es sintiente que, sin embargo, no se han observado aún con claridad en los insectos. Por ejemplo, otros animales pueden dejar de usar una pata herida, o detener sus actividades para responder a una amenaza. Sin embargo, hay insectos que no actúan así. Pero esto no es concluyente por sí solo. Por otra parte, debemos tener en cuenta que estas conductas constituyen indicadores de la presencia de sintiencia, y no requisitos para esta. Recordemos que cuando decimos “indicadores de la sintiencia”, no queremos decir condiciones necesarias para que esta esté presente. Tan solo estamos ante circunstancias que muestran una cierta probabilidad de la presencia de sintiencia.

Animales dotados de un sistema nervioso centralizado con ganglios

El problema se vuelve más complejo si analizamos a otros seres con una estructura más simple: aquellos que no tienen cerebro, sino solamente algunos ganglios nerviosos. Esto sucede en el caso de invertebrados como, por ejemplo, los moluscos bivalvos (como los mejillones y las ostras) y los gasterópodos (como los caracoles). El comportamiento que muestran muchos de estos animales es muy simple, por lo que podría llevarse a cabo sin necesidad de que sean sintientes. Este puede ser el caso de los animales que viven unidos a rocas u otras superficies sin moverse, como los mejillones.

Los bivalvos como las ostras pueden realizar algunos movimientos muy limitados, como abrirse y cerrarse. Pero eso no supone necesariamente que sean sintientes, pues estos movimientos podrían desencadenarse de una forma que implicara un uso menor de energía por un mecanismo de estímulo-respuesta. De hecho, su comportamiento no es más complejo que el de otros seres sin sistema nervioso, como las plantas carnívoras. Sin embargo, hay bivalvos que son móviles al inicio de sus vidas. Algunos de ellos, por ejemplo, suben a las algas para encontrar un lugar para alimentarse. Por otro lado, también hay bivalvos que disponen de ojos, con lo que podrían quizás tener la experiencia de la vista, lo cual supone ser sintiente. También hay bivalvos que reaccionan a los ataques de otros animales con un aumento de la frecuencia cardíaca. Tras estos movimientos podría haber algo más que solo estímulo-respuesta. En cualquier caso, su fisiología deja la cuestión abierta. Pero debemos tener en cuenta que estos animales están mucho más estrechamente relacionados con otros animales muy probablemente sintientes que, por ejemplo, con las plantas.

Los caracoles tienen un número ligeramente mayor de neuronas, y son más activos que los bivalvos. Existen también más evidencias disponibles de que los caracoles son sintientes, pero esto se debe principalmente a que los bivalvos se han estudiado menos, y no a que tengamos evidencias concluyentes sobre esto. Ahora bien, aunque existen algunas diferencias entre el sistema nervioso de gasterópodos como los caracoles y el de los bivalvos, estas diferencias son muy reducidas.

Por eso resultaría extraño que los caracoles fueran sintientes y los bivalvos no. En general, parece claro que las evidencias de la presencia de consciencia entre los artrópodos es más fuerte, pero no puede descartarse que los caracoles y los bivalvos puedan ser también conscientes.

Animales con sistema nervioso centralizado dotado de un pequeño número de neuronas

Los nematodos, algunos de los cuales han sido ampliamente estudiados, son un caso particular. Resulta poco claro si pueden ser sintientes. Tienen un número pequeño de neuronas: algunos, unas 300 o 400. Pero poseen lo que se conoce como “anillo circumoral”, un collar nervioso que juega el papel de un cerebro, aunque se desconoce si este es suficiente para la sintiencia. Por otra parte, tienen ciertos comportamientos que podrían ser indicadores de que son sintientes, como ciertas conductas aversivas cuando perciben a un depredador.13

A veces se afirma que los invertebrados no pueden experimentar dolor porque no tienen nocicepción, que es la capacidad de detectar los estímulos perjudiciales. Sin embargo, se han encontrado nociceptores especializados en varios invertebrados. Aunque la nocicepción por sí sola no determina si un animal puede sentir dolor, desempeña un papel fundamental en la experiencia del dolor en muchos animales. También hay invertebrados en los que no se han encontrado nociceptores, pero que siguen mostrando la capacidad de detectar los estímulos nocivos por otros mecanismos. Si pueden hacer esto, deberían ser capaces de detectar de alguna manera dichos estímulos nocivos, por lo que esto podría traducirse potencialmente en la experiencia del dolor.14

Para concluir, hay otros muchos tipos de invertebrados que en este capítulo no hemos tenido espacio para analizar. Solamente hemos podido dar una visión a gran escala de esta cuestión. Pero hemos visto distintos ejemplos de invertebrados que parecen ser sintientes. Por otra parte, hay razones de peso para que, en caso de incerteza sobre si ciertos animales son sintientes, se dé el beneficio de la duda a favor de que sí lo sean. Esto se debe a que, si los tratamos como seres sintientes cuando no lo son, se podrían perder algunos recursos, pero ello no sería terriblemente importante. Sin embargo, si son sintientes pero los tratamos como si no lo fueran, podríamos causar o permitir un daño enorme.15

Todo esto es relevante porque los seres humanos dañan no solo a los animales grandes, sino también, muy particularmente, a los pequeños, como los invertebrados. De hecho, nuestros actos y omisiones afectan a cantidades muy elevadas de estos. Cuando se trata de tener en consideración a los animales salvajes, no solo debemos preocuparnos por los animales de mayor tamaño, sino también por los pequeños, como los invertebrados, que constituyen la mayoría de los animales, y que tienden a tener vidas más cortas y duras.


Notas

1 Knutsson, S. (2015) The moral importance of small animals, master’s thesis, Gothenburg: University of Gothenburg.

2 Carere, C. y Mather, J. (eds.) (2019) The welfare of invertebrate animals, Dordrecht: Springer. Ver también Mather, J. A. (2001) “Animal suffering: An invertebrate perspective”, Journal of Applied Animal Welfare Science, 4, pp. 151-156; Horvath, K.; Angeletti, D.; Nascetti, G. y Carere, C. (2013) “Invertebrate welfare: An overlooked issue”, Annali dell’Istituto superiore di sanità, 49, pp. 9-17.

3 Hochner, B.; Shomrat, T. y Fiorito, G. (2006) “The octopus: A model for a comparative analysis of the evolution of learning and memory mechanisms”, The Biological Bulletin, 210, pp. 308-317. Ver también Godfrey-Smith, P. (2016) Other minds: The octopus, the sea, and the deep origins of consciousness, New York: Farrar, Straus and Giroux.

4 Low, P.; Panksepp, J.; Reiss, D.; Edelman, D.; Van Swinderen, B. & Koch, C. (2017 [2012]) Declaración de Cambridge sobre la Consciencia, Ética Animal, https://www.animal-ethics.org/declaracion-consciencia-cambridge [consultado el 14 de agosto de 2019].

5 Gherardi, F. (2009) “Behavioural indicators of pain in crustacean decapods”, Annali dell’Istituto Superiore di Sanità, 45, pp. 432-438; Barron, A. B. y Klein, C. (2016) “What insects can tell us about the origins of consciousness”, Proceedings of the National Academy of Sciences, 113, pp. 4900-4908.

6 Gibson, W. T.; Gonzalez, C. R.; Fernandez, C.; Ramasamy, L.; Tabachnik, T.; Du, R. R.; Felsen P. D.; Maire, M. R.; Perona, P. y Anderson, D. J. (2015) “Behavioral responses to a repetitive visual threat stimulus express a persistent state of defensive arousal in Drosophila”, Current Biology, 25, pp. 1401-1415.

7 Maák, I.; Lőrinczi, G.; Le Quinquis, P.; Módra, G.; Bovet, D.; Call, J. y d’Ettorre, P. (2017) “Tool selection during foraging in two species of funnel ants”, Animal Behaviour, 123, pp. 207-216.

8 McCambridge, C.;Dick, J. T. &Élwood, R. W. (2016) “Éffects of autotomy compared to manual declawingon contests between males for females in the edible crab cancer pagurus: implications for fishery practice and animal welfare”, Journal of Shellfish Research, 35, pp. 1037-1044.

9 Élwood, R. W. &Appel,M. (2009)“Pain experience in hermit crabs?”, Animal Behaviour, 77, pp. 1243-1246.

10 Adamo, S. A. (2016) “Do insects feel pain? A question at the intersection of animal behaviour, philosophy and robotics”, Animal Behaviour, 118, pp. 75-79.

11 Sobre esto, ver Keijzer, F.(2013)“The Sphex story: How the cognitive sciences kept repeating an old and questionable anecdote”, Philosophical Psychology, 26, pp. 502-519.

12 Griffin, D.R. &Speck, G. B. (2004)“New evidence ofanimal consciousness”, Animal cognition, 7, pp. 5-18.

13 Liu, Z.; Kariya, M. J.; Chute, C. D.; Pribadi, A. K.; Leinwand, S. G.; Tong, A.; Curran,K. P.; Bose, N.; Schroeder, F.C.; Srinivasan, J. & Chalasani, S. H. (2018) “Predator-secreted sulfolipids induce defensive responses in C.elegans”, Nature Communications, 9, a. 1128.

14 Eisemann, C. H.; Jorgensen,W. K.; Merritt, D.J.; Rice, M. J.; Cribb, B. W.; Webb, P. D. & Zalucki, M. P. (1984) “Doinsectsfeel pain?—A biological view”, Experientia, 40, pp. 164-167.

15 Birch,J. (2017) “Animal sentience and the precautionary principle”, Animal Sentience: An Interdisciplinary Journal on Animal Feeling, 2/16, a. 1.