El rechazo al cambio por motivos irracionales: el sesgo del statu quo

El rechazo al cambio por motivos irracionales: el sesgo del statu quo

El sesgo del statu quo consiste en mostrar una preferencia por el estado actual de las cosas, o determinar que la situación presente es preferible solo por el hecho de ser la que está teniendo lugar en este momento. Insistir en que lo que sucede en el contexto actual debe prevalecer sin motivos de peso para ello evidencia este tipo de sesgo.

¿Por qué esta actitud constituye un sesgo? La explicación es sencilla. ¿Cómo evaluar si llevar a cabo un cambio comportará consecuencias positivas o negativas? Podemos analizar la situación presente y valorar cuáles serían los posibles efectos de cambiarla. Sin embargo, este sesgo impide que realicemos esta estimación de manera adecuada, dado que favorece y otorga una relevancia injustificada al estado actual, y esto impide una correcta evaluación de los beneficios potenciales que conllevaría cambiarlo. Además, mantener el statu quo requiere menor esfuerzo que reivindicar la necesidad de cambiar la situación y actuar en consecuencia; por ello, optar por la inacción suele ser la opción más común.

El sesgo del statu quo va acompañado con frecuencia de otro tipo de sesgos que podrían explicar la naturaleza de este, como el conformismo social o la aversión a la pérdida (a la hora de tomar una decisión, solemos enfocarnos más en aquello que podemos perder que en los beneficios que podríamos llegar a obtener), entre otros.1

Por otro lado, existen toda una serie de mecanismos psicológicos subyacentes que favorecen la manifestación del sesgo del statu quo. Algunos ejemplos incluyen:2

La accesibilidad: Por lo general tenemos mayores conocimiento y experiencia con la situación presente que con otras posibles situaciones alternativas; por tanto, el estado actual estará más accesible en nuestra memoria. Esta mayor accesibilidad del statu quo en nuestra mente provoca que lo consideremos preferible a otras opciones porque va ligado a una percepción de normalidad.

El efecto de primacía: La opción considerada en primer lugar tiende a recordarse mejor y ser aceptada en mayor grado. Dado que el statu quo se estaría refiriendo al momento presente, esto conlleva una preferencia por este.

El efecto de anclaje: La información que se presenta en primer lugar suele tener más peso para quien la recibe y, dado que el statu quo siempre va primero, se convierte en un punto de partida (o anclaje) a partir del cual las personas podrían o no plantearse ir más allá.

Puntos de referencia cognitivos: Al hacer comparaciones, es necesario disponer de una referencia con respecto a la cual comparar las alternativas. Por lo general, se elige un punto de referencia basándonos en la familiaridad, la anterioridad (lo que ocurrió antes) y la frecuencia de exposición. No resulta extraño, entonces, que el statu quo sea uno de los más comunes, dado que es la opción que tendemos a considerar en primer lugar, la que nos resulta más familiar, y a la que nos hemos expuesto en mayor medida.

El efecto del rasgo positivo: Las alternativas al statu quo son hipotéticas y, por tanto, carecen de la relevancia de este.

Consecuencias del sesgo del statu quo para los animales

Este sesgo implica para los animales no humanos el mantenimiento de la situación actual, en la que sus intereses no son prioritarios a pesar de ser tan importantes como los de los seres humanos. Muchas personas perciben el statu quo como una opción atractiva, porque lo contrario supondría renunciar a su posición de poder y a ciertos beneficios que obtienen como resultado de no tener en cuenta los intereses de los animales. Esto refuerza el sesgo, y promueve la creencia en ideas reconfortantes basadas en falacias y en justificaciones ideológicamente sesgadas.

Existen muchos ejemplos de cómo el sesgo del statu quo se traduce en consecuencias terribles para los animales. Las actitudes especistas y la despreocupación por lo que les acontece prevalecen hoy en día, y el sesgo no hace más que perpetuar esta situación.

Esto refuerza la resistencia a cambiar ciertos hábitos que implican la explotación de los animales, especialmente en relación a su uso como alimento, que a menudo se justifica con el argumento de que “siempre” ha sido así.

En el caso de los animales que viven en la naturaleza, el sesgo acentúa la idea de que su situación es favorable, y de que llevar a cabo cualquier intervención tendría implicaciones negativas. Esta percepción persiste a pesar de las evidencias que muestran el sufrimiento que experimentan. Factores como las condiciones climáticas, el parasitismo, las enfermedades y el hambre les causan un gran sufrimiento a diario y una esperanza de vida muy reducida.

Por qué no tiene sentido defender el sesgo del statu quo

Podría objetarse que, en ciertos casos, el statu quo sí puede resultar favorable. Por ejemplo, podría parecer que se ha optado por la situación actual de un modo racional, o que introducir cambios podría acarrear ciertos costes, como por ejemplo la pérdida de tiempo, los cuales no compensarían los beneficios de modificarlo.3 Por lo tanto, se podría argumentar que inclinarse por el statu quo podría considerarse una heurística, es decir, un atajo cognitivo que nos ayuda a entender una situación de forma fácil y rápida, permitiéndonos actuar acorde a ella.

Una respuesta a esto es que casi siempre existen formas de mejorar la situación actual. Sin embargo, el sesgo del statu quo nos impide reconocer estas opciones y actuar en consecuencia. Por lo tanto, si contemplamos la preferencia por el statu quo como una heurística que puede emplearse en casos concretos, el sesgo evidencia el uso inapropiado de esta heurística, lo cual sucede en la mayoría de casos.

Es importante tener en cuenta que el estado actual dista mucho de ser el óptimo la mayor parte de veces, y el sesgo del statu quo constituye un serio obstáculo para mejorar la situación, pudiendo derivar en terribles consecuencias.

Aunque el sesgo pueda resultar reconfortante porque evita que nos enfrentemos a los cambios y los posibles riesgos que estos podría acarrear, elimina a su vez todos los beneficios potenciales que podrían compensar esos riesgos.

Asimismo, actuar con el fin de mantener el statu quo puede resultar confuso cuando no está del todo claro cuál es realmente ese statu quo. Por ejemplo, podría depender del marco temporal en el que nos enfoquemos. Esto sucede a menudo cuando se interviene en la naturaleza no con el objetivo de ayudar a los animales, sino de mantener situaciones que les perjudican. La reintroducción de lobos en ciertas áreas, por ejemplo, puede entenderse como una vuelta al statu quo o como una modificación del mismo. Los lobos llegaron a poblar muchas regiones en las que hoy en día se han extinguido.4 Por lo tanto, todo depende del marco temporal utilizado. Lo mismo sucede con la matanza de caballos salvajes en ciertas áreas de América del Norte, de las que habían desaparecido durante miles de años, pero que sí habían habitado con anterioridad. El carácter arbitrario del statu quo constituye una prueba más de lo poco fiable que resulta.

Reconociendo si sufrimos el sesgo del statu quo: la prueba de la inversión

La prueba de la inversión es un método que se emplea para determinar la predisposición de alguien a mostrar el sesgo del statu quo en determinadas situaciones, o para evaluar decisiones relativas a un cambio que afectará al nivel de un parámetro.5 La prueba consiste en lo siguiente: cuando valoramos si cambiar o no una situación, supongamos que rechazamos el cambio en un sentido porque creemos que este tendrá consecuencias negativas. En ese caso, nos plantearemos la opción de cambiarlo en el sentido contrario. Si descartamos también esta opción, deberíamos ser capaces de dar una explicación sobre los motivos por los que cambiar este parámetro en cualquiera de las direcciones nos parece negativo. Si somos incapaces, lo que estamos experimentando es simplemente un rechazo a cambiar la situación presente, otorgando al estado actual un valor especial a pesar de la improbabilidad de que este sea el mejor. Como hemos visto, esto no es más que un sesgo, y la prueba de la inversión nos puede ayudar tanto a evitarlo como a comprobar si otras personas lo sufren. Hay que tener en cuenta que el sesgo del statu quo suele ir acompañado de otros sesgos, por lo que no resulta tan fácil identificarlo como podría parecer en este apartado.

La prueba de la inversión evidencia la improbabilidad de que los niveles actuales de una situación sean los óptimos, por lo que, si el hecho de cambiarlos en una dirección no resulta positivo, y no tenemos razones para pensar que cambiarlos en otra dirección sería negativo, podemos concluir que hacer esto último podría ser, en efecto, lo más adecuado.

Efectos nocivos del sesgo del statu quo en la práctica

Si las prácticas de explotación animal no fuesen tan comunes, muchas personas no las aceptarían. Pero, dado que son la norma, gozan de aceptación general y no generan una respuesta reflexiva en la mayoría. Aplicando la prueba de la inversión en este caso, podemos suponer que muchas personas se posicionarían en contra de introducir nuevas formas de explotación de los animales que hoy en día no existan. Esto sería razonable dado que estas nuevas formas de explotación conllevarían un enorme grado de sufrimiento para los animales que podría evitarse fácilmente optando por otras alternativas.

La aceptación de la situación actual de los animales podría deberse al sesgo del statu quo y a la necesidad de justificarla al sentirse cómplices de ella.

El sesgo del statu quo constituye además un impedimento para cualquier tipo de cambio social. Si existe una tendencia a pensar que la situación actual es buena, es menos probable que exista la intención de cambiarla, aunque hacerlo se tradujese en una situación aún mejor. Para mitigar o revertir este sesgo en quienes buscamos concienciar, podría resultar efectivo incidir en que llevar a cabo cambios es totalmente normal, o señalar que estos cambios ya se están produciendo.

Algunas personas sufren este sesgo cuando se plantean cambiar la situación de los animales utilizados por los seres humanos, pero resulta aún más problemático cuando afecta a nuestras decisiones a la hora de ayudar a los animales que viven en la naturaleza.6 La mayor parte de animales salvajes viven expuestos a un terrible sufrimiento físico, estrés psicológico y a la posibilidad de agonizar hasta la muerte;7 a pesar de ello, muchas personas no solo lo encuentran aceptable, sino que consideran que no debe intervenirse para cambiarlo.8 Esto podría deberse a la influencia de otras creencias o sesgos, como considerar que lo natural es siempre sinónimo de bueno, o que intervenir en sistemas complejos puede causar más daños que beneficios; pero también al hecho de subestimar la gravedad del problema e ignorar que el número de animales no humanos en la naturaleza es muy superior al de los explotados en granjas o laboratorios. Ser incapaces de plantear estos problemas es muy probablemente un reflejo del sesgo del statu quo.

Es posible realizar una especie de prueba inversa con respecto a esta cuestión. Podríamos formular la siguiente pregunta: si los animales salvajes no se enfrentaran a una lucha tan agónica y terrible entre sí y por causas ambientales, ¿les haríamos pasar por ello? O podríamos plantear lo siguiente: si los animales salvajes no existieran, ¿querríamos que lo hicieran aun sabiendo el sufrimiento al que se enfrentarían y la muerte prematura que tendrían? Si la respuesta es negativa, ¿no deberíamos plantearnos qué posibilidades hay de mejorar su situación?


Lecturas recomendadas

Bruers, S. (2016) “In search of moral illusions”, The Journal of Value Inquiry, 50, pp. 283-303.

Bruers, S. (2020) “Exploiting the cognitive biases of altruists”, Stijn Bruers, the rational ethicist, januari 4 [referencia: 30 de julio de 2020].

Davidow, B. (2013) “Why most people don’t care about wild-animal suffering”, Essays on Reducing Suffering, 11 Nov [referencia: 25 de junio de 2020].

Dean, M.; Kıbrıs, Ö. & Masatlioglu, Y. (2017) “Limited attention and status quo bias”, Journal of Economic Theory, 169, pp. 93-127.

Eidelman, S. & Crandall, C. (2012) “Bias in favor of the status quo”, Social and Personality Psychology Compass, 6, pp. 270-281.

Fernandez, R. & Rodrik, D. (1991) “Resistance to reform: Status quo bias in the presence of individual-specific uncertainty”, The American Economic Review, 81, pp. 1146-1155.

Fleming, S. M.; Thomas, C. L. & Dolan, R. J. (2010) “Overcoming status quo bias in the human brain”, Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 107, pp. 6005-6009 [referencia: 22 de junio de 2020].

Kahneman, D. (2011) Thinking, fast and slow, London: Macmillan.

Reese, J. (2020 [2017]) “Survey of US attitudes towards animal farming and animal-free food”, Sentience Institute, November 20 [referencia: 23 de junio de 2021].

Samuelson, W. & Zeckhauser, R. (1988) “Status quo bias in decision making”, Journal of Risk and Uncertainty, 1, pp. 7-59.

Sittler-Adamczewski, T. (2016) “Consistent vegetarianism and the suffering of wild animals”, Journal of Practical Ethics, 4 (2), pp. 94-102 [referencia: 13 de junio de 2020].

Vinding, M. (2020) “Ten biases against prioritizing wild-animal suffering”, Magnus Vinding, July 2 [referencia: 2 de agosto de 2021].


Notas

1 Otros sesgos que podrían contribuir al sesgo de statu quo son: el sesgo de omisión, el efecto de ambigüedad, el sesgo de existencia, el efecto de mera exposición y el efecto dotación. Ver al respecto: Jost, J. T.; Kay, A. C. & Thorisdottir, H. (eds.) (2009) Social and psychological bases of ideology and system justification, Oxford: Oxford University Press; Kahneman, D.; Knetsch, J. L. & Thaler, R. H. (1991) “Anomalies: The endowment effect, loss aversion, and status quo bias”, Journal of Economic Perspectives, 5 (1), pp. 193-206 [referencia: 22 de julio de 2020]; Ritov, I. & Baron, J. (1992) “Status-quo and omission biases”, Journal of Risk and Uncertainty, 5, pp. 49-61; Tetlock, P. E. & Boettger, R. (1994) “Accountability amplifies the status quo effect when change creates victims”, Journal of Behavioral Decision Making, 7, pp. 1-23.

2 Eidelman, S. & Crandall, C. S. (2009) “A psychological advantage for the status quo”, en Jost, J. T.; Kay, A. C. & Thorisdottir, H. (eds.) Social and psychological bases of ideology and system justification, op. cit., pp. 85-106.

3 Bostrom, N. & Ord, T. (2006) “The reversal test: Eliminating status quo bias in applied ethics”, Ethics, 116, pp. 656-679.

4 Ericsson, G. & Heberlein, T. A. (2003) “Attitudes of hunters, locals, and the general public in Sweden now that the wolves are back”, Biological Conservation, 111, pp. 149-159.

5 Bostrom, N. & Ord, T. (2006) “The reversal test: Eliminating status quo bias in applied ethics”, op. cit.

6 La prueba de la inversión ha sido empleada para refutar las objeciones a la ayuda de los animales en la naturaleza en Faria, C. (2016) Animal ethics goes wild: The problem of wild animal suffering and intervention in nature, tesis doctoral, Barcelona: Universitat Pompeu Fabra. La prueba se utiliza con el fin de cuestionar las suposiciones que sostienen que la situación actual de los animales salvajes es mejor que si interviniésemos para ayudarlos.

7 Ng, Y.-K. (1995) “Towards welfare biology: Evolutionary economics of animal consciousness and suffering”, Biology and Philosophy, 10, 255-285; Faria, C. & Paez, E. (2015) “Animals in need: The problem of wild animal suffering and intervention in nature”, Relations: Beyond Anthropocentrism, 3, pp. 7-13 [referencia: 14 de octubre de 2019]; Torres, M. (2015) “The case for intervention in nature on behalf of animals: A critical review of the main arguments against intervention”, Relations: Beyond Anthropocentrism, 3, pp. 33-49 [referencia: 14 de octubre de 2019]; Horta, O. (2017) “Animal suffering in nature: The case for intervention”, Environmental Ethics, 39, pp. 261-279 [referencia: 15 de julio de 2020]; Soryl, A. A. (2019) Establishing the moral significance of wild animal welfare and considering practical methods of intervention, tesis de Máster, Amsterdam: University of Amsterdam; Animal Ethics (2020) Introduction to wild animal suffering: A guide to the issues, Oakland: Animal Ethics [referencia: 3 de mayo de 2020].

8 Morris, M. C. & Thornhill, R. H. (2006) “Animal liberationist responses to non-anthropogenic animal suffering”, Worldviews, 10, 355-379; Faria, C. (2016) Animal ethics goes wild: The problem of wild animal suffering and intervention in nature, op. cit.