Condiciones climáticas

Condiciones climáticas

Esta página trata sobre las formas en que las condiciones climáticas afectan a los animales que viven en el mundo salvaje. Para obtener más información sobre cómo son las vidas de los animales en la naturaleza, se puede visitar nuestra sección sobre la situación de los animales en el mundo salvaje.

Los factores climáticos, especialmente los cambios de temperatura, influyen de forma fundamental al bienestar o el sufrimiento de los animales en el mundo salvaje. Los cambios de temperatura en ciertas regiones pueden provocar la muerte de poblaciones enteras. Los animales de sangre fría, como los peces, anfibios, reptiles e invertebrados, son particularmente susceptibles a los cambios repentinos de temperatura. Esto ocurre, sobre todo, en el caso de los animales jóvenes que no pueden emigrar o que viven en aguas poco profundas que pueden enfriarse rápidamente.

Si las condiciones de un área son suficientes para mantener una población de animales, se reproducirán generación tras generación hasta que las condiciones pasen a ser desfavorables para la supervivencia.1 Por otro lado, aunque un entorno pueda satisfacer las necesidades de los animales que allí habitan, estos pueden experimentar un gran malestar en sus vidas. Pensemos en una situación en la que algunos animales solamente pueden sobrevivir si la temperatura se mantiene entre 4ºC y 32ºC. Si la temperatura permanece dentro de ese rango, los animales seguirían viviendo y reproduciéndose. Sin embargo, si la temperatura fluctua por encima o por debajo de dichos niveles, podrían sobrevivir, pero sufrirían a causa del calor o el frío extremos.2

La situación óptima para el bienestar de los animales sería que solamente colonizaran las zonas en las que pueden vivir de manera cómoda. Por desgracia, esta situación está lejos de ser real. Muchos animales, en especial los que se reproducen en gran número, pueden colonizar una determinada zona cuando las condiciones climáticas resultan adecuadas para que vivan allí, pero morir más tarde cuando las condiciones climáticas cambien.

Podríamos suponer que, cuando todos los miembros de una población mueren en una determinada zona, esta nunca será poblada de nuevo por esos animales. Sin embargo, los animales tienden a recolonizar las mismas zonas porque la escasez de recursos u otras circunstancias inhóspitas les obligan a encontrar un nuevo lugar para vivir. Esto puede provocar un continuo ciclo de colonización, sufrimiento, muertes masivas y recolonización.

Los biólogos que estudian las metapoblaciones se refieren a este fenómeno como dinámica de “fuentes y sumideros”. Una metapoblación es un grupo formado por una determinada especie animal que vive en diferentes zonas. A menudo los animales de esa especie tienen los medios para sobrevivir en algunas de estas zonas, pero no en otras. Se extinguirían de manera permanente en dichas zonas (los “sumideros”) si no emigraran de manera continua a ellas desde otras zonas (las “fuentes”).

Cambios de temperatura

Muchos animales sufren debido a los cambios de temperatura. Pueden encontrarse bien durante la mayor parte del año, pero experimentar un gran malestar y condiciones duras durante un verano especialmente caluroso o un invierno especialmente frío. En zonas templadas, como grandes partes de Norteamérica, Europa y Asia, puede haber grandes diferencias entre las temperaturas mínima y máxima durante esas estaciones. Los animales que no hibernan o se aletargan durante el frío tienen que aguantar grandes variaciones de temperaturas. Pensemos que estas pueden estar efectivamente en rangos que los animales pueden resistir, pero que, sin embargo, les causen mucho sufrimiento. Esto, además, puede debilitar sus sistemas inmunitarios, y hacerlos más proclives a enfermar.

Por supuesto, los seres humanos sufrirían un malestar similar debido a las condiciones climáticas si no fuera por nuestra habilidad para adaptarnos a cambios de temperatura vistiendo ropas adecuadas, y empleando sistemas de calefacción y refrigeración. Los animales no humanos carecen de la tecnología que los seres humanos tenemos a nuestra disposición y, como resultado, pueden sufrir enormemente cuando las condiciones climáticas son extremas. Cuando hay olas de calor letales que matan a algunos seres humanos en una zona, puede haber muchos otros animales que también mueren debido al calor o a los problemas que este provoca, como la deshidratación.3

El frío ocasiona normalmente más muertes que el calor. Es habitual que una gran parte de poblaciones de mamíferos muera cada invierno, y más de la mitad puede ser aniquilada durante un invierno especialmente duro. A diferencia de muchos otros animales en climas templados, los ciervos no emigran o hibernan en invierno. Intentan agruparse en los pocos lugares que les suponen refugio frente al frío, el viento y la nieve. La comida también escasea durante el invierno. La dureza de esta estación es el principal factor limitante para determinar si un hábitat es viable para los ciervos.4

Los animales que hibernan también son más vulnerables durante el invierno debido al riesgo de enfermedad o de hambre. Por ejemplo, los murciélagos pueden sufrir congelación o morir de hambre si se despiertan durante su hibernación invernal y agotan las reservas de grasa que necesitan para pasar el resto del invierno. Es más probable que despierten durante los períodos menos fíos del invierno si han contraído una infección fúngica llamada síndrome de la nariz blanca.5

Los grillos, como muchos otros insectos, pueden sobrevivir al invierno en estado de diapausa (inactividad). Que sobrevivan o no suele depender de la fase de su ciclo vital y de la inestabilidad de las temperaturas. Algunos insectos pueden resistir la congelación sólida porque producen químicos crioprotectores similares al anticongelante. Pero si se descongelan debido a un calentamiento repentino, puede que ya no sobrevivan a un nuevo congelamiento.6

Las aves generalmente pueden tolerar un rango relativamente grande de temperaturas. Sin embargo, si están enfermas o heridas, y no pueden volar a un lugar más cálido, o no pueden mantener el calor de su cuerpo en el invierno, pueden sufrir congelación. También pueden sufrir accidentes al aterrizar en el hielo, o al aterrizar en el suelo mojado, que pueden confundir con el agua. Hay aves, como por ejemplo los cisnes, que no pueden moverse bien fuera del agua. Estas se quedan a veces atrapadas en el hielo, y pueden lesionar sus alas al intentar batirlas contra la superficie dura helada.7

Los animales de sangre fría, como peces, anfibios o reptiles, para regular el calor de su cuerpo, tienen que exponerse a agua o aire más cálidos o más fríos. Como resultado, son más vulnerables que los mamíferos y las aves, al estrés por calor o a la hipotermia, debido a los cambios bruscos de temperatura. Aunque los hábitats marinos tienen por lo general menores cambios de temperatura que los terrestres, puede haber una gran variación de la temperatura entre las masas de agua. Por otro lado, los hábitats de agua dulce son por lo general más pequeños y, como resultado, tienen mayores variaciones estacionales de temperatura.8 Al igual que los animales terrestres emigran para habitar nuevas zonas, los animales marinos pueden desplazarse a hábitats que son más fríos o cálidos de lo que resultaría óptimo para su cuerpo. Las inundaciones y los fuertes vientos también pueden desplazar a los animales marinos, que pueden terminar en medioambientes inhabitables.

Cuando se producen cambios a temperaturas más altas, algunos animales marinos reaccionan ralentizando su metabolismo, lo que les permite adaptarse mejor. Sin embargo, muchos animales marinos experimentan estrés por calor, que afecta a su capacidad de consumir oxígeno. Si las temperaturas permanecen demasiado altas durante demasiado tiempo, no logran sobrevivir.

Un rápido enfriamiento de las temperaturas también puede ser peligroso. Por ejemplo, las tortugas marinas pueden experimentar lo que se conoce como aturdimiento hipotérmico cuando hay un cambio rápido de temperatura, o el agua permanece demasiado fría durante mucho tiempo. El aturdimiento hipotérmico ocurre cuando una reducción del ritmo cardíaco y de la circulación provocan un shock y una letargia que pueden ser letales. Las tortugas pueden dejar de moverse, y su sistema dejar de funcionar hasta el punto de que quienes las rescatan no pueden decir si están vivas o muertas.9 La situación puede incluso complicarse por la congelación. Las tortugas afectadas por aturdimiento hipotérmico son más susceptibles de contraer enfermedades como la neumonía, y tienen mayores posibilidades de ser heridas o depredadas. El aturdimiento hipotérmico sucede a menudo durante momentos inusualmente fríos, pero en algunas zonas es crónico, y ocurre cada invierno, matando a más del 60% de las tortugas que no son capaces de emigarar.10

En casos extremos, o cuando hay cambios en el clima que ocurren de manera progresiva durante largos períodos de tiempo, pueden desaparecer poblaciones enteras, sufriendo enormemente en el proceso. Los animales que mueren por condiciones climáticas extremas pueden experimentar un gran dolor, además de perder la vida.

Otras condiciones climáticas aparte de la temperatura

Las poblaciones de animales pueden verse afectadas por otros factores distintos de la temperatura. Por ejemplo, algunos animales requieren un cierto nivel de humedad para prosperar, y pueden sufrir mucho en regiones áridas. Aunque hay muchos animales a los que la lluvia no afecta, o a los que incluso les puede gustar, hay otros a los que les molesta, o que sufren enfermedades o problemas físicos a causa de esta. Igual que la lluvia, la nieve y el viento fuerte pueden afectar al bienestar humano negativamente, pueden causar también una incomodidad y estrés similares a muchos de los animales que viven en la naturaleza. Sin acceso a un refugio adecuado o a atención médica, complicaciones que serían menores para los humanos, pueden ser muy graves para los animales en el mundo salvaje.

Otros fenómenos climáticos pueden tener un gran impacto sobre los animales, y pueden aniquilar poblaciones enteras. Sus efectos pueden combinarse con otros factores, como la disponibilidad de alimento y agua, la presencia de depredadores, y las enfermedades. Pensemos, por ejemplo, en las sequías, las nevadas fuertes y las inundaciones. Estas condiciones extremas pueden matar animales directamente, por ejemplo ahogándolos; o indirectamente, por ejemplo dejándolos sin alimentos (para leer más sobre esto, ver Animales en desastres naturales). Las condiciones climáticas adversas también pueden ser fuente de enfermedades y hasta epidemias entre los animales. Muchos de ellos se debilitan durante el invierno debido al mal tiempo, y esto hace que sean más susceptibles a enfermar. Por ejemplo, muchas aves transportan la gripe aviar en estado inactivo. Las temperaturas muy frías o las fuertes lluvias que obligan a las aves a dejar sus hábitats son estresantes comunes que pueden activar la enfermedad en las aves infectadas. Las langostas que viven en aguas más cálidas son más susceptibles a la enfermedad del caparazón, que hace que este se debilite, y hace que tengan más posibilidades de sufrir heridas o ser depredadas. Otros animales también sufren enfermedades que se activan solo cuando ocurren ciertas condiciones climáticas.11

Los animales afectados por enfermedades pueden sobrevivir, pero esto puede depender de las condiciones climáticas en las que se enfrentan a las enfermedades. El efecto sería similar en el caso de seres humanos. Si careciéramos de vivienda y ropas, podríamos recuperarnos de la gripe en verano fácilmente, pero podría resultar mucho más difícil conseguirlo en el frío de un duro invierno. Lo mismo ocurre con los animales no humanos en el mundo salvaje. Los animales de sangre caliente, como aves y mamíferos, solamente pueden generar más calor de manera interna si consumen suficientes calorías, y el alimento tiende a ser más difícil de encontrar en invierno. Por lo tanto, una herida o enfermedad que restringe los movimientos puede ser letal si impide que un animal se mantenga activo para mantener el calor.

Hay muchas formas en que podemos dar, y ya damos, ayuda a los animales en la naturaleza que son amenazados por condiciones climáticas y otros factores naturales.


Lecturas recomendadas

Abe, A. S. (1995) “Estivation in South American amphibians and reptiles”, Brazilian Journal of Medical and Biological Research, 28, pp. 1241-1247.

Bowler, D. E.; Haase, P.; Hof, C.; Kröncke, I.; Baert, L.; Dekoninck, W.; Domisch, S.; Hendrickx, F.; Hickler, T.; Neumann, H.; O’Hara, R. B.; Sell A. F.; Sonnewald, M.; Stoll, S.; Türkay, M.; Klink, R. van; Schweiger, O.; Vermeulen, R. & Böhning-Gaese, K. (2017) “Cross-taxa generalities in the relationship between population abundance and ambient temperatures”, Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 284 (1863) [referencia: 19 de junio de 2019].

Bradshaw, S. D. & Death, G. (1991) “Variation in condition indexes due to climatic and seasonal factors in an Australian desert lizard, Amphibolurus-Nuchalis”, Australian Journal of Zoology, 39, pp. 373-385.

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Forbes, B. C.; Kumpula, T.; Meschtyb, N.; Laptander, R.; Macias-Fauria, M.; Zetterberg, P.; Verdonen, M.; Skarin, A.; Kim, K.-Y.; Boisvert, L. N.; Stroeve, J. C. & Bartsch, A. (2016) “Sea ice, rain-on-snow and tundra reindeer nomadism in Arctic Russia”, Biology Letters, 12 (11) [referencia: 19 de junio de 2019].

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Notas

1 Ver, por ejemplo, Sasvari, L & Hegyi, Z. (1993) “The effects of parental age and weather on breeding performance of colonial and solitary tree sparrow (Passer montanus (L.))”, Acta Oecologica, 14, pp. 477-487; Bradley, M.; Johnstone, R.; Court, G. & Duncan, T. (1997) “Influence of weather on breeding success of peregrine falcons in the Arctic”, The Auk, 114, pp. 786-791.

2 Hardewig, I.; Pörtner, H. O. & Dijk, P. (2004) “How does the cold stenothermal gadoid Lota lota survive high water temperatures during summer?”, Journal of Comparative Physiology, 174, pp. 149-156. Stevenson, R. D. (1985) “Body size and limits to the daily range of body temperature in terrestrial ectotherms,» The American Naturalist, 125, pp. 102-117.

3 Un estudio descubrió que “una breve pero intesa ola de calor el 9 de junio de 1979 provocó una catastrófica mortalidad de polluelos en una población de gaviotas occidentales en Santa Bárbara (California, EEUU). La mortalidad osciló entre el 0 y el 90% en diferentes zonas de la colonia”: Salzman, A. G. (1982) “The selective importance of heat stress in gull nest location”, Ecology, 63, pp. 742-751. Algunos ejemplos recientes de estrés por calor que pone en riesgo la vida incluyen McCahill, E. (2018) “Baby hedgehogs could die of thirst in heatwave – here’s how you can help them”, Mirror, 7 Jul [referencia: 23 de mayo de 2019]; Scully, R. P. (2019) “Thirsty koalas need bowls of water to survive increasingly hot climate”, NewScientist, 5 June [referencia: 28 de octubre de 2019]. Ver las referencias para más información sobre el estrés por calor.

4 Wooster, C. (2003) “What happens to deer during a tough winter?”, Northern Woodlands, February 2 [referencia: 14 de octubre de 2019].

5 National Park Service (2017) “What is white-nose syndrome?”, nps.gov [referencia: 19 de junio de 2019].

6 Callahan, R. (2018) “How do crickets go into a hibernation state when cold?”, Sciencing, October 17 [referencia: 23 de junio de 2019].

7 Brown, C. R; Brown, M. B. (1998) “Intense natural selection on body size and wing and tail asymmetry in cliff swallows during severe weather”, Evolution, 52, p. 1461-1475. Raddatz, K. (2018) “Frigid temps pose danger to local wildlife”, CBS Minnesota, January 4 [referencia: 19 de junio de 2019].

8 Hardewig, I.; Pörtner, H. O. & Dijk, P. (2004) “How does the cold stenothermal gadoid Lota lota survive high water temperatures during summer?”, op. cit.

9 Gabriel, M. N. (2018) “Hundreds of sea turtles ‘cold-stunned’ by frigid temperatures in Gulf waters”, Pensacola News Journal, Jan 4 [referencia: 19 de junio de 2019].

10 Foley, A. M.; Singel, K. E.; Dutton, P. H.; Summers, T. M.; Redlow, A. E. & Lessman, J. (2007) “Characteristics of a green turtle (Chelonia mydas) assemblage in northwestern Florida determined during a hypothermic stunning event”, Gulf of Mexico Science, 25 (2) [referencia: 19 de junio de 2019].

11 Henning, J.; Schnitzler, F. R.; Pfeiffer, D. U. & Davies, P. (2005) “Influence of weather conditions on fly abundance and its implications for transmission of rabbit haemorrhagic disease virus in the North Island of New Zealand”, Medical and Veterinary Entomology, 19, pp. 251-262.