Los animales y la política

Los animales y la política

La preocupación por los animales no humanos ha sido tradicionalmente excluida del ámbito político. Sin embargo, si rechazamos el especismo debemos superar esta exclusión. La política trata simplemente de las metas que tienen las sociedades, y, si los animales de otras especies no deben ser discriminados, entonces su defensa, incluida la protección de sus intereses y la ayuda a aquellos que lo necesitan, debe ponerse en marcha, y hacerse cumplir política y legalmente. Pero esto solo puede suceder si cambiamos la actitud especista que prevalece en la actualidad, haciendo pública nuestra perspectiva ética.

 

¿De qué trata la política?

Mucha gente piensa que aquello en lo que consiste la política es solamente lo relativo a los partidos políticos, las elecciones, las sesiones parlamentarias y similares. No obstante, la política trata de mucho más que eso. En esencia, consiste en cómo se organiza una sociedad para alcanzar sus propósitos, cómo se distribuye el poder, cómo se toman las decisiones, y cómo el tema de la justicia y los asuntos relacionados con esta son abordados dentro de la sociedad. Y, más allá de esto, la política consiste esencialmente en cuáles son los fines que una comunidad debe intentar alcanzar.

Entonces, el problema de cómo están distribuidas las responsabilidades, los bienes y las cargas en una sociedad es, en última instancia, también un asunto político. De esto se derivan otros problemas, como qué instituciones existen en una sociedad determinada, cómo deben trabajar tales instituciones, a quiénes deben representar, y otros asuntos.1

 

Los asuntos políticos tratan de hacer cumplir ciertos propósitos

Si hay algún propósito particular que se encuentra entre las metas de una comunidad política, ello significa que dicha comunidad hará algo para tratar de alcanzar este propósito. Esto quiere decir que si el propósito es evitar que algo ocurra, entonces la fuerza de tal institución será puesta en acción para impedir que tal circunstancia suceda, y, si el propósito es hacer que algo en particular ocurra, entonces la institución proveerá los medios para que esto suceda. El concepto clave aquí es que una comunidad dispone de la fuerza para hacer cumplir una determinada opción política. Si las instituciones de una comunidad política prescriben que una postura como “no dañar a los animales” o “ayudar a los animales que lo necesiten” debe aceptarse y fomentarse, entonces estas instituciones harán que ello se cumpla, poniéndolo en práctica.

Las políticas especistas constituyen un obstáculo que evita que los animales sean protegidos del daño, y sean ayudados cuando lo necesitan. Quienes sostienen una opinión ética en contra del especismo se opondrán seguramente a las políticas especistas. Por lo tanto, el rechazo del especismo implica estar de acuerdo con la afirmación de que los intereses de los animales no humanos deben ser tenidos en cuenta como un propósito de nuestras comunidades.

Podemos ver esto si consideramos otras causas que históricamente han sido defendidas a favor del avance ético de la sociedad y el fin de la discriminación y la explotación. Quienes defienden los derechos de los niños no desean que la protección de estos sea un asunto en el cual solamente los padres pueden decidir. Por el contrario, quieren que dicha protección esté regulada a nivel político y legal. Quieren que el Derecho no permita las agresiones a niños, y que el Estado persiga a quienes los obligan a trabajar. Es más, pueden querer que otras clases de acciones positivas sean puestas en práctica en términos de políticas públicas. Es decir, pueden tener la intención, por ejemplo, de que el Estado asuma el cuidado de los niños huérfanos, de modo que disfruten de una verdadera protección en términos prácticos.

 

¿Qué propósitos pueden perseguir las sociedades?

Si los argumentos según los cuales los animales no humanos deben ser considerados moralmente de manera plena (como se explica en la sección sobre especismo) son correctos, ello significa que las comunidades políticas deben tener sus intereses en cuenta. Esto quiere decir que un propósito importante a perseguir por las instituciones políticas es salvaguardar los intereses de los animales no humanos, esforzándose para garantizar que estos sean satisfechos, y no frustrados.

Hay quienes piensan que esto no es posible porque una comunidad política solo puede tener como objetivo los intereses de sus miembros, y que los animales no humanos no forman parte de ella. Sin embargo, este no es necesariamente el caso. A través de la historia, las comunidades políticas a menudo han perseguido metas diferentes al logro de lo que es bueno para sus miembros. Con frecuencia, sus instituciones políticas solo han defendido los intereses de una escasa minoría de sus miembros, que fueron favorecidos sobre los demás. En algunos casos estas instituciones han apuntado también a diferentes propósitos, como defender ciertas posturas religiosas o nacionalistas, con independencia de la manera en las que estas han afectado a sus individuos. Pero actualmente la mayoría de las personas cree que favorecer los intereses de los miembros humanos de las comunidades políticas es algo a lo cual dichas comunidades deben dar prioridad. De hecho, hay quienes piensan que este puede ser el único propósito que las comunidades políticas deben tener. Esta parece una posición sólida y justa, en particular si la comparamos con las anteriores. Parece mucho más aceptable que una comunidad deba preocuparse por todos sus miembros, y no solo por algunos de ellos. No obstante, esta posición también puede cuestionarse. En efecto, gracias al progreso que los cambios históricos (que han requerido un largo tiempo para desarrollarse, pero que son ahora cada vez más visibles) han favorecido en las mentes de las personas, mucha gente rechaza esta postura, y sostiene que las comunidades políticas no deben limitarse a hacer únicamente lo que es bueno para sus miembros. En lugar de esto, las comunidades deben tener en cuenta también a otros individuos. Así, si la ciudadanía de un país determinado estuviera sufriendo debido a cualquier causa (guerra, desastres naturales, crisis económica severa u otras) muchas personas pensamos que sería bueno que otros países tomen acción para mejorar su condición. Además, como se ha discutido a menudo, ya que muchas de las situaciones que causan sufrimiento en otros países se deben a factores de injusticia internacional, las razones para terminar con estas son mucho más fuertes de lo que se piensa habitualmente.

Lo que todo esto muestra es que hay razones válidas para sostener que las comunidades políticas no deben preocuparse solamente por lo que es bueno para sus miembros, sino también para el resto. De hecho, no hay razones concluyentes para afirmar que los intereses de los animales de otras especies no deben ser tenidos en cuenta por las instituciones políticas. Por el contrario, dadas las razones presentadas en la sección sobre los argumentos a favor y en contra del especismo, parece evidente que esto es lo que estas instituciones deben hacer.2

De manera alternativa puede argumentarse que los animales no humanos deben considerarse miembros de nuestras comunidades.3 Sin duda, los animales no humanos no son agentes que pueden tomar decisiones en estas comunidades, pero tampoco lo son muchos seres humanos, como, por ejemplo, bebés y personas con ciertas formas de diversidad funcional intelectual. Pero los animales no humanos pueden ser completamente afectados por las decisiones políticas tomadas en los países donde viven y en otros lugares, por lo que sus intereses deben considerarse en concordancia con este hecho.

 

En la actualidad los intereses de los animales no humanos no se consideran realmente en el ámbito político

Dadas las razones que hemos visto por las cuales las comunidades políticas deben considerar los intereses de los animales no humanos, claramente sería deseable que estas comunidades estuvieran defendiéndolos del mismo modo que protegen los intereses de los humanos. Sin embargo, como es obvio, esto no es lo que está sucediendo. De hecho, la situación que los animales humanos y no humanos están viviendo en la actualidad es muy diferente. En el mundo en el que vivimos, los humanos son dañados de manera significativa en muchas formas, y sus intereses son a menudo despreciados, lo cual tiene como resultado que muchos humanos carezcan de alguien que los cuide para asegurar que sus intereses no son frustrados. La mayoría de los animales no humanos están, no obstante, en una situación mucho más alarmante, ya que billones de ellos son sacrificados para ser consumidos o usados de otras formas, y, como muestra nuestra sección sobre explotación animal, sufren daños terribles debido a esta situación.4 Además de esto, no hay una preocupación real por los daños sufridos por otros animales, es decir, los que viven en la naturaleza. Hay también otras evidencias importantes que pueden señalarse. La severidad de las situaciones que muchos humanos son forzados a soportar contraviene los derechos acordados en textos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, al menos estas declaraciones existen. Los Estados y las instituciones políticas reconocen la obligación de respetarlas y esforzarse por defender los derechos que establecen, incluso cuando tanto Estados como instituciones fallan de manera dramática al hacerlo.

Además, hay muchas instituciones diferentes, no solo a nivel nacional sino también internacional, cuyo propósito es defender estos derechos, y asegurar que se respeten y apliquen. Por supuesto, dichas instituciones fallan en estos propósitos, pero al menos hay algún reconocimiento de que tales objetivos valen la pena, y existe una intención de lograrlos realmente.

Por el contrario, nada similar existe para proteger los intereses de los animales no humanos. No hay un cuerpo institucional comparable con la UNESCO o la UNICEF trabajando para asegurar que los intereses de los animales no humanos son respetados y protegidos. Ni existen otras instituciones a nivel internacional que puedan garantizar el cese de los daños y la explotación que tienen que soportar los animales no humanos cada día, y asegurar que sean tomadas las medidas positivas para ayudarlos cuando lo necesiten.

Esto muestra que la plena satisfacción de los intereses de los animales no humanos no es una parte de los objetivos de las instituciones políticas a nivel nacional o internacional. Sin duda, hay alguna legislación relacionada con el bienestar animal, pero, como se señala en la sección sobre las críticas a esta posición, dicha legislación se enmarca en el sistema de explotación de los animales no humanos, en el cual tal explotación es completamente aceptada y, de hecho, defendida.

 

La política antiespecista iría más allá de los derechos de los animales

Existen razones, entonces, para defender la idea de que las comunidades políticas deberían hacer valer la protección de los animales no humanos en maneras que vayan más allá de la mera preocupación por la minimización de los daños que ellos sufren mientras son usados como recursos. Una de las maneras en las cuales esta preocupación puede incorporarse a las instituciones de una sociedad particular es, por supuesto, la aplicación de la ley para asegurar que se respeten sus intereses. En la actualidad esto puede hacerse garantizando la personalidad jurídica a los animales no humanos y los derechos legales que sean necesarios para salvaguardar su protección. Pero esto no es todo. Otras instituciones políticas también pueden contribuir de maneras que determinan cómo las sociedades toman decisiones en una dirección u otra. Las políticas públicas que diferentes instituciones gubernamentales pueden poner en acción pueden favorecer de manera injusta a algunos individuos sobre otros, haciéndolas incluso peores. Esto sucede tanto en el caso de los seres humanos como en el caso de los animales no humanos.

Supongamos que se aprobara que los animales no humanos y los humanos tuvieran igual oportunidad para disfrutar la protección de derechos importantes. Aun si esto sucediera, si las políticas públicas continuasen dirigiéndose solamente a ayudar y beneficiar a los humanos, mientras que los animales no humanos no fuesen directamente beneficiados o ayudados de algún modo por estas, entonces dichas instituciones políticas estarían actuando en concordancia con lo que el especismo prescribe. Un punto de vista que rechace el especismo precisaría que los animales no humanos sean completamente respetados y ayudados cuando lo necesiten (algunos ejemplos de maneras para ayudar a los animales que no están siendo implementadas por los humanos pueden encontrarse en esta página).

 

Cambio político y actitudes especistas

Podemos pensar que es imposible que las sociedades políticas hagan valer las medidas para conceder una completa consideración a los animales no humanos porque los únicos individuos que pueden votar en nuestras sociedades son los seres humanos. Aunque relevante, este argumento no funciona. Solo los seres humanos adultos con ciertas capacidades intelectuales están calificados para votar; a los niños y a aquellos con diferencias intelectuales que los inhabilitan no se les permite votar. Pero esto no implica que todos los seres humanos que carecen de las capacidades consideradas necesarias para votar deban ser privados de alguno de los beneficios que las acciones de las instituciones pueden brindarles. Lo mismo puede suceder también en el caso de los animales no humanos; incluso no pudiendo votar, pueden ser beneficiados o perjudicados por las políticas públicas implementadas por las personas elegidas. Pueden establecerse salvaguardas de modo que las instituciones asuman el cuidado de los intereses de estos animales.

Sin embargo, una objeción importante que puede hacerse aquí es que, con independencia de las salvaguardas que intentemos establecer, si quienes votan y, en última instancia, si quienes tienen el poder de tomar decisiones en una comunidad política no desean tener en cuenta a los animales no humanos, entonces hay muy poco que podamos hacer al respecto. Quienes votan pueden defender únicamente sus propios intereses y, en ese caso, habrá probablemente poco o nada que pueda hacerse en defensa de los animales.

Esta objeción es correcta en un aspecto: quienes tienen el poder en una sociedad consiguen, en efecto, decidir los propósitos que la sociedad tratará de alcanzar. Debemos tener presente que, nos guste o no, puede que no haya nada que hacer sobre este asunto. El hecho de que el destino de los animales no humanos descanse en las manos de los seres humanos es inevitable. No obstante, esto no debe llevarnos a pensar que no hay esperanza para los animales. Por el contrario, siempre hay razones para tenerla por ellos. Si rechazamos el especismo, continuamente procuramos que los intereses de los animales no humanos sean tenidos en cuenta. Para alcanzar un cambio legal y político importante para los animales no humanos, probablemente la mejor manera sea cambiar las actitudes del público, de modo que abandone sus posturas especistas. Para lograr un cambio político relacionado con los animales necesitamos aumentar la concienciación acerca del especismo.

Por lo tanto, en definitiva, la ética resulta ser crucial para la política porque nos ayuda a ver los propósitos preferibles que nuestras comunidades deben esforzarse por alcanzar, y también porque a día de hoy, lograr un cambio en las actitudes morales de la sociedad en general, resulta imprescindible para conseguir un cambio político.


Lecturas recomendadas

Barry, B. (2002) Culture and equality: An egalitarian critique of multiculturalism, Cambridge: Harvard University Press.

Casal, P. (2003) “Is multiculturalism bad for animals?”, The Journal of Political Philosophy, 11, pp. 1-22.

Cohen, A. I. (2007) “Contractarianism, other-regarding attitudes, and the moral standing of nonhuman animals”, Journal of Applied Philosophy, 24, pp. 188-201.

Cowen, T. (2003) “Policing nature”, Environmental Ethics, 25, pp. 169-182.

Francione, G. L. (2008) Animals as persons: Essays on the abolition of animal exploitation, New York: Columbia University Press.

Garner, R. (2005) The political theory of animal rights, Manchester: Manchester University Press.

Lutz, B. J. & Lutz, G. M. (2011) “Interests groups and pro-animal rights legislation”, Society & Animals, 19, pp. 261-277 [accessed on 9 December 2017].

Nussbaum, M. C. (2007 [2006]) Las fronteras de la justicia: consideraciones sobre la exclusión, Barcelona: Paidós Ibérica.

O’Sullivan, S. (2011) Animals, equality and democracy, Basingstoke: Palgrave Macmillan.

Otter, C.; O’Sullivan, S. & and Ross, S. (2012) “Laying the foundations for an international animal protection”, Journal of Animal Ethics, 2, pp. 53-72.

Rowlands, M. (2009 [1998]) Animal rights: Moral, theory and practice, 2nd ed., New York: Palgrave Macmillan.

Vallentyne, P. (2005) “Of mice and men: Equality and animals”, Journal of Ethics, 9, pp. 403-433.


Notas

1 Para empezar a leer sobre esto: Wolff, J. (2001 [1996]) Filosofía política: una introducción, Madrid: Ariel; Lawson, K. (2003 [1985]) The human polity: A comparative introduction to political science, 5th ed., Boston: Houghton Mifflin. Miller, D. (2003) Filosofía política: una breve introducción, Madrid: Alianza. Zeigler, H. (1990) The political community: A comparative introduction to political systems and society, London: Longman. Ver también: Jackson, R. J. & Jackson, D. (1997) A comparative introduction to political science, Englewood Cliffs: Prentice Hall. Y también: Roskin, M. G.; Cord, R. L.; Medeiros, J. A. & Jones, W. S. (2017 [1991]) Political science: An introduction, 14th ed., Harlow: Perason Education.

2 Para una explicación de cómo las diferentes teorías políticas se acomodan a la preocupación por los intereses de los animales no humanos, ver Cochrane, A. (2010) An introduction to animals and political theory, Basingstoke: Palgrave Macmillan.

3 Donaldson, S. & Kymlicka, W. (2018 [2011]) Zoópolis: una revolución animalista, Madrid: Errata Naturae. Horta, O. (2013) “Zoopolis, intervention, and the state of nature”, Law, Ethics and Philosophy, 1, pp. 113-125 [referencia: 14 de abril de 2014]. Donaldson, S. & Kymlicka, W. (2013) “A defense of animal citizens and sovereigns”, Law, Ethics and Philosophy, 1, pp. 143-160 [referencia: 14 de abril de 2014]. Mannino, A. (2014) “Crucial questions in the debate about humanitarian intervention in nature”, giordano bruno stiftung schweiz, 20. Januar [referencia: 12 de marzo de 2014].

4 Mood, A. & Brooke, P. (2010) “Estimating the number of fish caught in global fishing each year”, Fishcount.org.uk [referencia: 18 de octubre de 2010]. Organización de las Naciones Unidad para la Alimentación y la Agricultura (2012) “Ganadería primaria”, FAOSTAT [referencia: 4 de enero de 2012].