Granjas de cerdos

Granjas de cerdos

En la actualidad la mayoría de los cerdos se crían en granjas factoría, que a veces se denominan «porquerizas industriales». En la Unión Europea este método de cría de cerdos ha prevalecido durante décadas. Pero recientemente la cría de cerdos también ha crecido de forma significativa en China, donde se estima que se sacrifica aproximadamente a la mitad de los cerdos que mueren en el mundo.1

Para producir las cantidades de carne de cerdo necesarias para satisfacer la demanda del público, los métodos actuales se centran en criar a los cerdos lo más rápidamente y en el menor espacio posible. Como consecuencia de ello, la vida de los cerdos es un continuo sufrimiento, debido a la manera en que son forzados a vivir. Ahora veremos por qué.

Hay una diferencia entre las granjas de cerdos de ciclo cerrado (en las que todo el proceso de explotación se lleva a cabo en la misma instalación industrial), y aquellas en las que la reproducción, transición y crecimiento final (el ‘acabado’, como se llama en ganadería) se llevan a cabo en lugares diferentes, entre los cuales los animales deben ser transportados entra una etapa de su explotación y otra.

Existen diferentes tipos de instalaciones para las distintas etapas de la cría de cerdos, que describiremos a continuación.

Gestación

Las hembras utilizadas para la reproducción son encerradas en jaulas durante la gestación, que dura unos 114 días (alrededor de 16 semanas). Estas jaulas son individuales, están hechas de metal y a menudo tienen el suelo enrejado. Las áreas de gestación pueden tener dos zonas: una denominada «zona de apareamiento», donde las cerdas son inseminadas, generalmente por inseminación artificial, y otra donde las cerdas, una vez embarazadas, pasan el resto del período de gestación hasta alrededor de una semana antes de dar luz. Por lo general el semen es comprado a empresas de genética porcina, que mantienen cerdos seleccionados para obtener su semen, normalmente usando un maniquí.

Estos establos individuales son extremadamente estrechos y apenas más grandes que los propios animales. Por ello, los animales no solo están privados de cualquier tipo de ejercicio, sino que apenas se pueden mover. No pueden darse la vuelta, e incluso les resulta difícil cambiar de posición para ponerse de pie cuando están tumbados y viceversa. Tan solo pueden moverse hacia adelante y hacia atrás, y su capacidad para hacer incluso eso es limitada, de manera que estos animales no pueden hacer literalmente nada. Su total falta de espacio es perjudicial para sus músculos, articulaciones y huesos, y en general para su salud. Pueden padecer afecciones como cojera y problemas cardiovasculares. Además, debido a que las jaulas son tan estrechas y ajustadas, a menudo sufren heridas como resultado de la abrasión de su piel contra el metal de las jaulas. También están privados de contacto social. Actualmente, la mayoría de las cerdas viven en estas condiciones durante su embarazo. Como veremos a continuación, esto puede causarles un aburrimiento extremo y una angustia considerable.2

Las jaulas de gestación están empezando a ser eliminadas por ley en la Unión Europea, pero son de uso común en el resto del mundo.

En otros casos, las cerdas se mantienen en grupo. En grupo no padecen tanto el aburrimiento y la falta de interacción social, y pueden moverse un poco más. No obstante, en estos casos la situación todavía es de mucho sufrimiento y frustración para las cerdas, debido al hacinamiento y a un entorno poco estimulante en el que no pueden desarrollar muchas de sus actividades naturales, y que a menudo también es antihigiénico. Como resultado de esto, los ataques entre cerdas son relativamente frecuentes. Esto ocurre particularmente en relación con la comida, y significa que los animales pueden herirse y padecer estrés. Además, esto puede hacer que algunos animales no logren alimentarse adecuadamente y que por lo tanto pasen hambre.3

 

Maternidad

Poco antes de dar a luz, las cerdas son trasladadas desde las jaulas de gestación a jaulas de parto, en las que dan a luz. Existen algunas granjas en las que esto no se hace, y en las que los lechones nacen en pequeños corrales al aire libre denominados corrales de parto.4 Pero en la mayoría de los casos el nacimiento tiene lugar en jaulas de parto similares a aquellas en que las cerdas fueron encerradas antes, salvo por el hecho de que estas tienen un espacio al lado de la cerda para los lechones. Cuando son trasladadas de una jaula a otra, a menudo se emplea la violencia porque el animal no quiere volver a una prisión tan terrible como en la que estuvo antes.

En las jaulas de parto tienen tan poco espacio que pueden aplastar accidentalmente a sus hijos.5 Para evitar esto, las jaulas de parto están diseñadas para que las cerdas no puedan moverse ni darse la vuelta en ellas. Básicamente son como las jaulas de gestación, en cuanto que las cerdas solo pueden moverse lo justo para levantarse y tumbarse, y no sin dificultad. El suelo esta constituido de rejas, salvo una pequeña parte en la que se encuentran los lechones. Los lechones viven aquí hasta que son destetados, lo que tiene lugar alrededor de 21-25 días después. Si esto no se hiciera así, los lechones permanecerían varios meses con sus madres. Entonces los lechones son llevados al área de transición.

Las cerdas vuelven al área de apareamiento, donde son inseminadas de nuevo. Por termino medio, las cerdas pueden dar a luz más de dos veces al año. Para ellas este este ciclo solo se termina cuando por fin son enviadas al matadero.6 Esto ocurre por lo general cuando tienen unos tres años. Sin embargo, podrían llegar a los 15 años o más si se respetaran sus vidas (su esperanza de vida es similar a la de los perros).

 

Transición a la zona de “acabado”

Una vez que han sido destetados, los lechones son sacados a una zona de transición donde ganan peso antes de ser llevados a la zona de acabado, cuando tienen alrededor de 70 días.

“Acabado”

Los lechones son entonces trasladados a la así llamada zona de «acabado», donde permanecen hasta que su peso es suficiente para que los lleven al matadero. La inmensa mayoría de estos animales pasan el resto de sus vidas encerrados, sin ni siquiera ver la luz del sol (incluso aquellos que han nacido en corrales de parto al aire libre). Algunos de ellos tienen un cierto acceso a lechos de paja, pero otros no, debido a que los sistemas de limpieza de las granjas no lo permiten. Finalmente, son sacrificados cuando tienen menos de cuatro meses si están destinados a la producción de carne de lechón, o cuando tienen alrededor de siete meses si están destinados a la producción de carne de cerdo estándar.

Viviendo entre la suciedad

Durante todas las etapas de la cría, los excrementos de los animales se acumulan en fosas bajo las rejas de sus jaulas. A veces estas fosas no son lo bastante profundas para contener todas las heces, que terminan por esparcirse por las jaulas en las que están los animales.

Existe el mito de que los cerdos son animales muy sucios, lo que probablemente se debe al hecho de que, al ser incapaces de sudar, se bañan en barro para refrescarse, y también por que los humanos los han tenido tradicionalmente en condiciones muy sucias. La verdad es que estos animales son mucho más limpios de lo que supone el mito, y desde luego les desagrada vivir entre sus propios excrementos. Esta es, sin embargo, la situación en la que se encuentran en las granjas, y tienen que soportar el terrible hedor. La ventilación no es suficiente para renovar el aire de forma eficaz. Como resultado de ello, muchos de estos animales padecen afecciones respiratorias.

La salud física y mental de los cerdos

También es fácil que las enfermedades se propaguen entre los cerdos. Las condiciones que soportan y la pobre alimentación que reciben redundan en un estado de salud pobre, y padecen con frecuencia problemas digestivos y del tracto urinario. A pesar que que se les administran antibióticos, en ocasiones sufren pandemias como la gripe porcina o la fiebre aftosa del ganado, entre otras.

En caso de pandemia, los animales son normalmente sacrificados de forma masiva. En situaciones normales, los animales aquejados también son sacrificados de forma rutinaria cuando enferman, en lugar de ser tratados. Los lechones son ejecutados golpeando su cabeza contra la pared, contra el suelo o contra barras metálicas. En muchos casos, los criadores ni siquiera se molestan en matarlos y simplemente los apartan de los lugares en los que son alimentados, abandonándolos a morir en la agonía. A menudo, a los cerdos que sufren accidentes, también se les deja morir. Un investigador que estudiaba la forma en la que mueren los animales en mataderos y granjas, al indagar en la industria porcina, escribió:

Los cerdos enfermos o heridos son sistemáticamente arrastrados a unos pasillos estrechos entre los corrales, en los que no se les suministra alimento ni agua, y donde se les deja morir lentamente de su enfermedad, de hambre y de deshidratación. “¿Cuánto tiempo permanecerán ahí estos cerdos enfermos y heridos sin comida ni agua?”, preguntamos. “Una semana. Depende de lo que tarden en morir. Dos semanas”, dijo un trabajador. Los cerdos a los que se practica la eutanasia, con frecuencia son golpeados hasta la muerte con martillos y barras metálicas. “He visto traer un simple martillo y empezar a golpearles. He visto cerdos con toda la cabeza aplastada, que todavía respiran tres días después de ser arrojados al contenedor de cerdos muertos”, dijo un operario. “O les pisamos el cuello. Ahora lo hacemos así, les metemos una manguera de agua en la garganta y los hinchamos hasta reventar, y el ano se les sale para fuera. Simplemente los ahogamos”. A los miles de lechones cuyas patas se quedan atrapadas en las ranuras del suelo se les abandona a morir de hambre y deshidratación. A los lechones recién destetados que se acercan demasiado a las lamparas calefactoras, se les deja morir abrasados. “Les llamamos ‘costillares’ y ‘churrasco’”, nos dijeron los trabajadores.7

Otros muchos no mueren, pero viven toda su vida con heridas, úlceras o lesiones, huesos rotos incluidos, y completamente desatendidos, lo que los sume en un dolor constante.

La tolerancia de los cerdos a las altas temperaturas es muy limitada; si hace mucho calor pueden sufrir un golpe de calor que puede provocar a muchos la muerte. Al no tener acceso a agua o barro para refrescarse, no tienen forma de evitarlo.

Además, su salud mental se ve seriamente afectada por su situación. No solo carecen de espacio y no pueden salir al aire libre, sino que carecen también de cualquier otra cosa que pudiera hacerles la vida más cómoda, como paja u otros materiales para hacerse un nido. Tampoco tienen nada interesante que hacer o que explorar en las granjas, y como los cerdos son muy curiosos, esto contribuye a su sufrimiento. Como resultado de ello, a menudo muestran comportamientos, como el de morder las barras de las jaulas de parto, que reflejan su frustración, aburrimiento y depresión.8

Mutilaciones dolorosas

Esta situación angustiante lleva a los lechones a mostrar un comportamiento anormal y a morder la cola de otros. Además, también pueden morder las tetas de su madre mientras maman, sin que ella pueda separarlos ni moverse para evitarlo, ya que están completamente inmovilizadas en las jaulas de parto. Para evitar que esto ocurra, a los lechones se les recortan los dientes y la cola, procedimiento que les causa un tremendo dolor. Por añadidura, los machos son castrados. Todo esto se hace sin anestesia ni analgésicos, provocándoles un sufrimiento atroz.9 También se les mutilan las orejas para marcarlos, lo cual es extremadamente doloroso.

El final de sus vidas

La manera de acabar con todo el sufrimiento de estos animales es poner fin a la demanda de los productos obtenidos con su explotación. Hay quienes pueden pensar que la crianza al aire libre puede ser una solución para que dejen de producirse estos abusos contra los cerdos, pero es importante recordar que, aunque algunos de estos abusos ocurridos en las granjas industriales no tengan lugar en estas granjas extensivas, se les sigue causando un gran mal. Los cerdos son enviados al matadero en camiones donde sufren de manera terrible (como se explica en Viaje al matadero), y se les somete a electronarcosis (que consiste en la aplicación de una descarga eléctrica en la cabeza mediante pinzas eléctricas). Son, por tanto, privados dolorosamente de sus vidas a una edad muy temprana.


Lecturas recomendadas

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Notas

1 Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2020) “Ganadería primaria”, FAOSTAT [referencia: 4 de enero de 2020].

2 Rushen, J. & Passillé, A. M. B. D. (1992) “The scientific assessment of the impact of housing on animal welfare: A critical review”, Canadian Journal of Animal Science, 72, pp. 721-743. Wemelsfelder, F. (2005) “Animal boredom: Understanding the tedium of confined lives”, en McMillan, F. (ed.) Mental health and well-being in animals, Oxford: Blackwell, pp. 77-91. Candiani, D.; Salamano, G.; Mellia, E.; Doglione, L.; Bruno, R.; Toussaint, M. & Gruys, E. (2008) “A combination of behavioral and physiological indicators for assessing pig welfare on the farm”, Journal of Applied Animal Welfare Science, 11, pp. 1-13. Wemelsfelder, F.; Hunter, A. E.; Paul, E. S. & Lawrence, A. B. (2012) “Assessing pig body language: Agreement and consistency between pig farmers, veterinarians, and animal activists”, Journal of Animal Science, 90, pp. 3652-3665.

3 Sobre las jaulas de gestación y parideras, ver, por ejemplo, Anil, L.; Anil, S. S. & Deen, J. (2002) “Relationship between postural behaviour and gestation stall dimensions in relation to sow size”, Applied Animal Behaviour Science, 77, p. 173. Bracke, M. B. M.; Metz, J. H. M.; Spruijt, B. M. & Dijkhuizen, A. A. (1999) “Overall welfare assessment of pregnant sow housing systems based on interviews with experts”, Netherlands Journal of Agricultural Science, 47, pp. 93-104. Marchant, J. N. & Broom, D. M. (1996) “Effects of dry sow housing conditions on muscle weight and bone strength”, Animal Science, 62, pp. 105-113. McGlone, J. J.; Vines, B.; Rudine, A. C. & DuBois, P. (2004) “The physical size of gestating sows”, Journal of Animal Science, 82, pp. 2421-2427. Salak-Johnson, J. L.; Niekamp, S. R.; Rodriguez-Zas, S. L.; Ellis, M. & Curtis, S. E. (2007) “Space allowance for dry, pregnant sows in pens: Body condition, skin lesions, and performance”, Journal of Animal Science, 85, pp. 1758-1769.

4 Edwards, S. A.; Smith, W. J.; Fordyce, C. & MacMenemy, F. (1994) “An analysis of the causes of piglet mortality in a breeding herd kept outdoors”, Veterinary Record, 135, pp. 324-327.

5 Marchant, J. N.; Rudd, A. R.; Mendl, M. T.; Broom, D. M.; Meredith, M. J.; Corning, S. & Simmins, P. H. (2000) “Timing and causes of piglet mortality in alternative and conventional farrowing systems”, Veterinary Record, 147, pp. 209-214.

6 Dagorn, J. & Aumaitre, A. (1979) “Sow culling; reasons for and effect on productivity”, Livestock Production Science, 6, pp. 167-177.

7 Eisnitz, G. (1997) Slaughterhouse: the shocking story of greed, neglect, and inhumane treatment inside the U.S. meat industry, Amherst: Prometheus.

8 Blackshaw, J. K., & McVeigh, J. F. (1985) “Stereotype behaviour in sows and gilts housed in stalls, tethers, and groups”, en Fox, M. W. & Mickley, L. D. Advances in Animal Welfare Science 1984, Dordrecht: Springer, pp. 163-174. Lawrence, A. B. & Terlouw, E. (1993) “A review of behavioral factors involved in the development and continued performance of stereotypic behaviors in pigs”, Journal of Animal Science, 71, pp. 2815-2825. Cronin, G. M.; Smith, J. A.; Hodge, F. M. & Hemsworth, P. H. (1994) “The behaviour of primiparous sows around farrowing in response to restraint and straw bedding”, Applied Animal Behaviour Science, 39, pp. 269-280. McGlone, J. J.; Borell, E. H. von; Deen, J.; Johnson, A. K.; Levis, D. G.; Meunier-Salaün, M.; Morrow, J.; Reeves, D.; Salak-Johnson, J. L. & Sundberg, P. L. (2004). “Review: Compilation of the scientific literature comparing housing systems for gestating sows and gilts using measures of physiology, behavior, performance, and health”, The Professional Animal Scientist, 20, 105-117.

9 Brown, J. M. E.; Edwards, S. A.; Smith, W. J.; Thompson, E. & Duncan, J. (1996) “Welfare and production implications of teeth clipping and iron injection of piglets in outdoor systems in Scotland”, Preventive Veterinary Medicine, 27, pp. 95-105. White, R. C.; DeShazer, J. A.; Tressler, C. J.; Borches, G. M.; Davey, S.; Waninge A.; Parkhust, A. M.; Milanuk, M. J. & Clems, E. I. (1995) “Vocalization and physiological response of pigs during castration with and without anesthetic”, Journal of Animal Science, 73, pp. 381-386. McGlone, J. J.; Nicholson, R. I.; Hellman, J. M. & Herzog, D. N. (1993) “The development of pain in young pigs associated with castration and attempts to prevent castration induced behavioral changes”, Journal of Animal Science, 71, pp. 1441-1446.